Daniel (nombre ficticio) lo llegó a ver todo oscuro cuando se suponía que estaba en la mejor etapa de su vida. Con apenas la veintena era víctima de algo que nadie le explicó que le podía suceder. El juego lo era todo. Poker online, ruleta o apuestas deportivas copaban sus días. Trabajaba, exclusivamente, para gastarlo en eso. Por suerte ha rehecho su vida y mira al futuro con optimismo y, además, de forma generosa porque ayuda a otros jóvenes a tratar de salir de ese mundo en una asociación de jugadores en rehabilitación. Las administraciones están enfrascadas en los tribunales o en los despachos para tratar de definir cómo poner coto al aumento de los estímulos al juego en nuestra sociedad, al “¡apuesta, apuesta, apuesta!” o a la proliferación de casas de apuestas en plena ciudad. De hecho, Sevilla acaba de paralizar su limitación a ese tipo de establecimientos ante las amenazas de la Junta. Daniel, que sabe bien de lo que habla, ofrece un duro testimonio y avisa: “Tenemos ahora mismo una bomba en las manos y nosotros decidimos si la queremos pagar o la queremos explotar. Por lo que veo, lo único que se quiere es explotar. Y, cuando explote, nadie se hará responsable”.
¿Cómo comenzó todo?
Siendo menor empecé a jugar, sobre todo al poker online. Como te daban fichas gratis, puedes empezar a jugar y a compaginar la vida con el juego, aunque no fuera con dinero porque, si perdías, las monedas a las 24 horas te las volvían a reponer. Fueron mis primeros lazos con el juego. Ya a los 18 empecé a entrar en salones de juego. Jugaba a la ruleta, a las apuestas deportivas, etc. Era ya una locura, gastando realmente mucho dinero para la edad que tenía y con unos ingresos realmente mínimos, porque tenía trabajos basura. Simplemente necesitaba reponer dinero de algún sitio para poder jugar. Eso se convirtió en mi vida. Dejé los estudios, mis amistades, mi familia me aguantaba como podía, hasta el punto en que me dijeron que estaban pensando en alquilar mi habitación y que me fuera de casa.
¿Y cómo pudo salir?
Hace un par de años entré en una asociación de jugadores de azar en rehabilitación y comencé a tratar de reconstruir mi vida, que era un desastre completamente. No dormía, tenía ansiedad, constantemente pensaba de dónde sacar dinero. Mi vida con veintipocos años era un desastre, pero siguiendo las pautas de la asociación y del tratamiento conseguí terminar mis estudios. Yo no me escondo de lo que he hecho, pero tengo que mirar más por mi futuro. También me encuentro como ayudante de monitor en la asociación. Me dieron la oportunidad y dedico parte de mi tiempo a ello.
Supongo que le ayudaron y ahora quiere ayudar a otros chavales a que no les pase lo mismo, ¿no?
Más que no les pase lo mismo, que seguramente ya lo hayan pasado, simplemente que puedan ver en alguien joven como ellos y que de esto se puede salir. Es la típica frase que se escuchaba de la droga, pero es cierto. Es una adicción y en la asociación ves personas muy mal, más mayores, que hace mucho tiempo que se rehabilitaron y que pueden venir del mundo de las tragaperras. Un chico joven que venga de las apuestas deportivas o con temas de criptomoneda es bueno que vea alguien que conoce su mundo, y que hay una vida y un tratamiento. A día de hoy, mi vida de ahora no la cambio por nada.
¿Cómo cree que las personas caen en la adicción al juego?
Pienso que, por muy bien formado que estés, siempre puede haber algo para lo que no estés preparado. A mí siempre me habían hablado del alcohol, de la droga, del tabaco, de esas cosas. Pero del juego nadie me habló. Nadie me dijo que, de algo que podría ser divertido y lúdico, como ver un partido, se podría sacar beneficio. ¡Claro que se puede sacar beneficio! Pero nadie me explico que ese beneficio, a largo plazo, sería un problema serio, una deuda personal o una deuda monetaria que nadie me explicó. Entonces, llegas a un sitio en el que tienes muchas de las respuestas que necesitabas. Desde que estoy en la asociación creo más en que es mejor ser preventivo, en atajar el problema. La poca información a jóvenes, y menores incluso, a mí me llevó a donde me llevó. Es cierto que conseguí que en un sitio me informaran de lo que me estaba pasando y de lo que me podría pasar. Y que había solución. Con apenas 20 años, no veía nada claro qué hacer.
¿Cómo recuerda aquella etapa?
Son situaciones que no se me van a olvidar y que antes me traían mucho dolor. Ahora no. Ahora lo normalizas y te das cuenta de que fue una etapa de tu vida que ya no te representa. Lo recuerdo como si entraras en una habitación y estuviera todo desordenado, con muchas luces, muchos sonidos, con cuatro o cinco televisores en los que podías estar jugando a una ruleta y estar viendo un partido a la vez. No te hacía falta estar en la máquina de apuestas deportivas porque desde el teléfono podías hacer lo mismo. Como tenías una cuenta, lo que hacías te repercutía en esa cuenta y podías estar jugando a dos cosas a la vez, o a tres. Era como un caos, con muchos estímulos, que normalmente podían ser malos. También había buenos, pocos, que eran de gran alegría porque parecía que ibas a ser millonario. Los malos provocaban ira, decepción, etc. Muchas veces salía del salón de juegos, me sentaba en un escalón y me quedaba horas allí, sin hacer nada, porque no sabías qué había pasado.
¿Qué le parece que el juego se anuncie en televisión, o lo hagan futbolistas famosos, o que salas de apuestas se coloquen cerca de institutos para atraer a los jóvenes?
Realmente pienso que el que quiera jugar, va a jugar. Tú sabes que, si quieres ir a un casino, puedes ir, allá donde esté. Pero lo que pasa es que hemos extrapolado pequeños casinos a las ciudades. Y en lugares donde la gente tiende a no tener mucho, donde el paro juvenil es el más alto y donde mucha gente lo poco que tiene, en un día, lo puede convertir en más y piensa que eso puede ser una solución. A lo mejor para un niño de 17 años, 200 euros es una burrada. Pero claro, si gana 200, piensa ¿por qué no ganar 400? Llega un momento en que, durante el descanso de un partido, como tengas la televisión puesta, son bombardeos constantes. Y la liga española lo permite. Y tienes a jóvenes que se están dando cuenta de que, por creer que saben de algo, se piensan que se van a hacer ricos. En el último derbi que vi, estaba observando a chavales delante mía que les iba la vida en ese partido. Y yo sabía por qué. No los conocía de nada, pero sabía por qué les iba la vida en ese partido.
El juego ha dejado de tener edad.
¿En su casa ha llegado a haber problemas económicos a raíz de la adicción en aquella etapa?
Yo nunca jugué con nada de nadie. Siempre jugué con lo mío, aunque hace poco me ha llegado una deuda de hace cuatro años que, por suerte, me ha llegado en un momento de mi vida en el cual estoy preparado para afrontarla. Siempre he intentado tener yo mi fuente de ingresos. No lo cogía de casa pero me quedaba trabajando doce horas o un mes entero para después tirarlo en nada. Es cierto que de vez en cuando le podía pedir algo a mi padre, pero no eran cantidades como las que yo me gastaba. Era un poco para paliar las ganas de jugar.
¿Qué le diría a las administraciones para evitar que los jóvenes puedan caer en adicciones, como le ocurrió a usted?
A los ayuntamientos, que dejen de jugar a echarle la pelota al tejado del otro, que dejen de decir que las marquesinas de los autobuses no son suyas, que dejen de decir que las televisiones de la Junta no son suyas, que dejen de mentir sobre el juego. A la Junta, que el apoyo que le están dando a las grandes empresas del juego, pues que luego no lo esperen de las personas afectadas. Que no me vengan después con el discurso del paro juvenil, porque habrá muchos chavales que seguramente ni siquiera intenten sacarse los estudios o no puedan por este tema. Y a los responsables directos, que sería el Estado, que dejen de tratar esto como un tema político, que no vayan con el tema del juego para ganar votos, porque me parece algo muy rastrero utilizar los problemas de las familias para hacer creer que lo van a cambiar. Y se lo digo directamente al señor Alberto Garzón y a todo lo que él vendió con el tema del juego. Que se dejen de hacer política con esto, que esto no es un tema político y que a esto hay que ponerle freno cuanto antes porque, si no, nos veremos con un problema más adelante mucho mayor y que será mucho más difícil atajar.
¿Cuál cree que podría ser la evolución de la ludopatía?
Esto es una enfermedad. La persona que es ludópata es una persona que tiene una enfermedad, y es una enfermedad que va hacia arriba. Tú no puedes decir “voy a jugarme hoy sólo diez euros”. No. Tú te vas a jugar lo que tienes. Con el tema del caballo en su momento, hubo muchos problemas porque nadie sabía qué pasaba. Muchos jóvenes lo pasaron bastante mal. Otros murieron. Esto es igual, lo que pasa es que aquí no hay nada físico que te lo enseñe, pero psicológicamente hay personas que están destrozadas. Hay personas que llegan con la vida como un calcetín, dada la vuelta, que no saben qué hacer. Chicos con 18 años que están hipotecados para el resto de su vida.
Podemos ver si se ha hecho más destrozo o menos destrozo en alguien, pero hay personas que psicológicamente no pueden más, hasta ponerse en tratamiento psiquiátrico. Llegan a la asociación con una presión mental y con unos problemas que son brutales. Y no hablamos de dinero, que muchas veces es la punta del iceberg. Pero es que de esto dependen vidas humanas. Son personas que o se les da una solución o, como a nosotros nos dijeron: la única solución del juego es la tumba, la cárcel o el manicomio. Cuando una persona tiene problemas con el juego, como no se lo trate, es donde suele acabar. Lo ves diariamente y, cada vez más, a edades más tempranas. Antiguamente podías ver al típico estereotipo de la persona mayor, jubilada, con su carajillo y la tragaperras del bar. Pero el juego ha dejado de tener edad.
¿Ve que a la asociación de jugadores en rehabilitación llegan más personas jóvenes?
Cada vez se llenan más los grupos. La gente viene pidiendo información porque sabe el problema que tiene, porque ha visto una situación en un familiar suyo o en un amigo suyo. Y ves cómo se repiten los patrones. Tenemos ahora mismo una bomba en las manos y nosotros decidimos si la queremos pagar o la queremos explotar. Por lo que veo, lo único que se quiere es explotar. Y, cuando explote, nadie se hará responsable. Parece ser que ahora puede ser un tema en un tema candente, interesante para las elecciones y de decir que van ayudar para después que no haya ni siquiera ayudas y que una persona con esta enfermedad no tenga siquiera un tratamiento digno. Tenemos profesionales geniales, pero tienen un volumen de trabajo muy grande, y la administración pública no nos da esa ayuda para que esas personas que tienen un problema puedan salir de ahí. Los políticos vienen, se hacen la foto y se van. Eso sí, la fotito que no falte. Se cuenta con la cuota de los socios, pero creo que no tenemos ese tratamiento digno.