Una ola conservadora se alza sobre el mapa de Andalucía a menos de 100 días de las elecciones municipales del 28 de mayo. Las encuestas proyectan a una derecha fuerte, un PP vigorizado, un presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, inyectando energía y optimismo a sus candidatos en municipios donde jamás habían llegado. Un puñado de alcaldes socialistas andaluces ven crecer esa ola con preocupación y levantan el teléfono para pedir refuerzos en la precampaña: “Te necesitamos aquí”.
Y así es como reaparece Susana Díaz en el escenario político andaluz, dos años y medio después de difuminarse su hiperliderazgo tras la derrota en las primarias contra Juan Espadas, secretario general del PSOE–A. “Si me necesitan y me piden ayuda, voy a ayudar. Voy a batirme el cobre e iré a todos los pueblos que me llamen, porque los conozco todos y todos me conocen a mí. Ahora mismo en el PSOE no sobra nadie para arrimar el hombro”, explica a este periódico.
Susana Díaz no tiene ningún cargo orgánico en el PSOE andaluz ni en el PSOE de Sevilla, donde la nueva dirección todavía tuerce el gesto cuando escucha su nombre. Fue una transición exprés, forzosa e impulsada por la dirección federal de Pedro Sánchez. Ahora Díaz es senadora por la comunidad autónoma, pero los alcaldes que la están llamando estos días para meterla en un mitin preelectoral la siguen llamando “presidenta”. Lo fue durante cinco años y cuatro meses.
Fue la última presidenta socialista de la Junta de Andalucía, tras 37 de poder ininterrumpido del PSOE. En su despacho dentro de la sede del partido, en la calle San Vicente de Sevilla, colgaba un mapa de la región acribillado a chinchetas de colores: los pueblos que había visitado, los que había visitado más de dos veces, los que le quedaban por visitar...
“Juan Espadas lo sabe, ¿eh?”
Entonces solía decir que ella conocía “todo lo que pasaba entre Ayamonte (Huelva) y Pulpí (Almería)”, de punta a punta. Ahora asegura que ha reabierto su agenda andaluza y el calendario para apuntar actos de precampaña junto a alcaldes y candidatos socialistas “en pueblos de todas las provincias, ninguna capital”. “Todo el mundo tiene mi teléfono y me llaman de todas partes. Para mítines, comidas con militantes, actos parar el día de la mujer, actos de Semana Santa, muy variado...”.
En ese punto de su narración frena en seco y puntualiza: “Juan Espadas lo sabe, ¿eh? La dirección regional está avisada de todo, también llamo al provincial. Todo está en orden, como dios manda. Yo soy del escudo del PSOE”. Fuentes de la dirección regional confirman que Díaz está avisando de los actos en los que participa como invitada. “Como senadora por Andalucía, pero sobre todo en su condición de expresidenta de la Junta, es lógico que participe de la campaña de las municipales. En la situación actual no sobra nadie, todo el mundo aporta”. Ese “no sobra nadie” es un puente entre Díaz y Espadas, conjurados contra el avance del PP.
La expresidenta ya se puso a disposición del partido en la campaña de las elecciones andaluzas del 19 de junio, pero la nueva ejecutiva declinó el ofrecimiento porque la transición estaba reciente y las heridas abiertas. “No queríamos confundir a los andaluces ni a la propia organización. Ahora el foco lo tienen otros compañeros y no queremos distraer la atención ni del votante ni confundir respecto a un proceso de cambio dentro del PSOE”, explicó entonces el propio Espadas.
De momento, la reaparición de Susana Díaz en un mitin se vio el pasado viernes en Villanueva del Rosario, un municipio malagueño de 3.600 habitantes. De esa lista de peticiones de alcaldes que tiene pendiente para las próximas semanas, la expresidenta andaluza prefiere no adelantar nombres para “no condicionar agendas hasta que esté cerrado”. En casa tiene a un familiar con problemas de salud y sus idas y venidas a Madrid para acudir al Senado hacen que tenga “menos tiempo que disponibilidad para ayudar”.
Un debate local frente a la estrategia anti Sánchez
La vuelta de Díaz a la arena política andaluza en un año electoral tan intenso reaviva lecturas orgánicas en un partido que atraviesa un momento difícil. En España las encuestas cuestionan la figura del presidente Pedro Sánchez, el que le ganó las primarias para comandar el PSOE federal; y en Andalucía se tambalea el perfil de Juan Espadas como líder de la oposición, el que le ganó las primarias para ser cartel electoral en las autonómicas y pilotar el PSOE andaluz. La senadora insiste en aparcar ese relato a toda costa, porque tiene la mirada fija en la línea ascendente del PP en los sondeos que conoce. Algunos publicados y otros no.
En el mitin de Villanueva del Rosario fue “un torrente, la Susana Díaz de siempre”, dice uno de los militantes presentes. “Susana es un activo del partido que tiene una forma de hacer política en la calle que ahora nos viene muy bien, porque va directa a las emociones y siempre habla del orgullo de ser socialista”, advierte.
En aquel acto, Díaz dejó escrita la receta de campaña para plantar cara al PP, la que previsiblemente repetirá en sus próximos mítines: centrar la campaña en lo local, en las necesidades del pueblo, en la gestión, no dejarse arrastrar a los debates de política nacional y contra el Gobierno de Sánchez, “que es lo que intentará la derecha”, pero tener siempre clara una cosa: “la marca PSOE no hay que esconderla nunca. Jamás. El PSOE andaluz tiene un suelo firme y el sentimiento de la gente con su partido es fundamental en este momento”.
La amenaza de que el debate nacional irrumpa como un tren desbocado en la campaña de las municipales, antesala de las generales, es la preocupación principal del PSOE. “La rebaja de penas a agresores sexuales desde la entrada en vigor de la ley del solo sí es sí nos está desangrando”, admiten en la dirección regional. También lo es para los alcaldes y candidatos socialistas, que en condiciones normales hubieran afrontado esta campaña sacando pecho por la subida del salario mínimo y de las pensiones.
Ahora, sin embargo, temen que agitar las políticas de Sánchez se les vuelva en contra, que sus rivales del PP les ataquen con las más de 500 rebajas de penas de agresores sexuales –50 excarcelaciones–, con la subida de precios de la cesta de la compra, con las broncas con sus socios de Gobierno y las trincheras, cada vez más habituales, que les enfrentan a Unidas Podemos. La última, la quiebra del movimiento feminista tras la polémica Ley de Garantía Sexual y la aprobación de la ley Trans.
Susana Díaz está movilizándose de cara al 28M porque cree que la abstención de los socialistas sigue siendo el mayor peligro que afrontan, es un temor que comparte el equipo de Espadas, víctima del desánimo de su electorado el pasado 19J. La expresidenta, desde la Cámara Alta, tiene una visión panorámica de la realidad andaluza, pero habla “todos los días” con alcaldes andaluces. Estos le trasladan que “el PP tiene el viento de cara y nada le va a hacer daño”. Ni los tropiezos de Alberto Núñez Feijóo para reubicar a su partido en el debate del aborto –después de que el Tribunal Constitucional tumbara el recurso que interpusieron a la ley de plazos hace 14 años– ni las batallas culturales de Vox que salpican al PP en el Gobierno de Castilla y León.
El PSOE no puede amortizar el fantasma de la ultraderecha en los gobiernos del PP porque en las municipales puede gobernar la lista más votada en minoría, sin necesidad de pactos condicionados con otras formaciones. Hay 785 localidades en Andalucía y los populares no sólo aspiran a aprovechar la onda expansiva de su mayoría absoluta en las andaluzas para duplicar sus alcaldías –actualmente 189–, también han diseñado una estrategia casi geográfica para ganar terreno en partidos judiciales y conquistar todas las diputaciones provinciales.