El fin de la temporada alta turística en Andalucía acelera las restricciones por la sequía, que ya deja los pantanos al 20%

Antonio Morente

30 de agosto de 2023 21:49 h

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“La sequía es el mayor enemigo que tiene hoy Andalucía”. Así de rotundo se expresaba el portavoz del Gobierno andaluz y consejero de Medio Ambiente, Ramón Fernández-Pacheco, este martes a la hora de referirse a la cuestión que va a capitalizar el arranque del curso político junto con la financiación autonómica. Pero mientras esto último necesitará años para consensuar un nuevo modelo –si es que se consigue–, la falta de agua avanza a pasos agigantados y ya tiene a los pantanos andaluces a punto de bajar de la frontera del 20% de su capacidad, por lo que todas las administraciones se están emplazando a septiembre para adoptar nuevos restricciones, a lo que ayuda otro factor clave: concluye la temporada alta turística.

De hecho, numerosos municipios costeros han empezado a anunciar justo ahora que van a recortar el gasto de agua en las playas, básicamente cerrando duchas. Pese a la gravedad de la situación, han sido contados los ayuntamientos que han dado un paso de este tipo durante julio y agosto, conscientes de que en ese periodo está en juego su principal actividad económica. Pasado el punto álgido, “ahora baja la necesidad de agua”, reconoce la consejera de Agricultura, Carmen Crespo, que es la que tiene las competencias en agua.

Así las cosas, lo primero que se va a hacer es cruzar los dedos para ver si las precipitaciones que se anuncian para el fin de semana son importantes y alivian algo la situación. “Vamos a esperar estos días, si la ansiada lluvia llega cambiarán las circunstancias”, apuntaba Crespo al término del primer Consejo de Gobierno andaluz de la temporada, a la vez que ponía sobre la mesa lo evidente: si las precipitaciones no son suficientes, “en septiembre se reunirán los comités de sequía de las cuencas andaluzas y se adoptarán las medidas de ahorro que sean necesarias”.

“Seguir mirando al cielo”

La consejera, por lo pronto, se ha llevado por esta reflexión el reproche del PSOE, ironizando el secretario general de los socialistas andaluces con que “la única solución que da Moreno Bonilla a la sequía es esperar que llueva” y “seguir mirando al cielo”. Lo cierto es que PP y PSOE alternan los llamamientos a la unidad política con los reproches a la otra parte por las obras que hace o deja de hacer el Gobierno central o la Junta de Andalucía, mientras sacan pecho con las actuaciones que desarrolla la administración en la que gobierna.

Mientras tanto la situación empieza a ser más que preocupante en zonas de prácticamente todas las provincias andaluzas, especialmente en áreas de sierra en las que hay municipios que se abastecen de pozos y no pertenecen a sistemas de distribución y gestión de agua, organismos por cierto que también aguardan a septiembre para endurecer unas medidas que en las grandes zonas urbanas han consistido sobre todo en llamamientos al ahorro. Por su parte, los agricultores cifran en 3.000 millones de euros las pérdidas y reclaman más ayudas públicas, los regantes exigen obras estructurales para movilizar más recursos y el Gobierno andaluz se aferra a un estudio que apunta que Andalucía puede perder por la sequía siete puntos del PIB y hasta 140.000 empleos.

Y a todo esto, los pantanos de la comunidad autónoma siguen a la baja de manera acelerada, situándose al 20,6% de su capacidad cuando hace una semana estaban al 21,11%. Algunas cifras ayudan a poner en contexto la situación, como que hay un 19,4% menos de agua (553 hectómetros cúbicos) que hace un año, que las reservas totales actuales (2.843 hectómetros) suponen un 40,8% de los 5.605 que ha habido de media en la última década y que la cuenca hidrográfica del Guadalquivir, la más grande de la comunidad con una diferencia abismal, ya tiene sus reservas al 19,5%, y eso que este año se han destinado muchísimos menos recursos a regadío, lo que por ejemplo ha impedido que se siembre arroz en la mayor zona arrocera de España.

No es confrontar, es pedir lo que corresponde

Lo que resulta evidente es que la sequía va a monopolizar el debate político, por necesidad y por partidismo. El Ejecutivo andaluz ya ha anunciado que esta cuestión y la financiación autonómica serán las que se aborden en la ronda de contactos que el presidente, Juan Manuel Moreno, va a mantener con los portavoces de los diferentes grupos parlamentarios el viernes 8 de septiembre como pistoletazo de salida al curso político. De paso, asegura que va a seguir reclamando al Gobierno central que haga las obras declaradas de interés general del Estado, lo que no entiende como una “postura de confrontación” sino de “pedir legítimamente lo que le corresponde a los andaluces”, en palabras de la consejera de Agricultura.

“Solos no podemos, desde aquí hacemos una llamada de auxilio al Gobierno de España y a la Unión Europea, ambos deben arrimar el hombro”, apostilla el consejero de Medio Ambiente. Precisamente hasta Bruselas va a ir Juan Manuel Moreno este mes de septiembre para defender la “singularidad hídrica” de Andalucía, un argumento que implica que la Comisión debe aportar más fondos para aliviar la situación de la región más seca de Europa teniendo en cuenta además que “alimentamos a 500 millones de europeos”, según Crespo.

El primer paso se quiere dar en la reunión informal de ministros de Agricultura de la semana que viene en Córdoba, un encuentro en el que se pide la intermediación del Gobierno de Pedro Sánchez para meter en la agenda la sequía en Andalucía. Aquí la petición fundamental pasa por que se pueda hacer lo mismo que durante la pandemia, redirigir los fondos de los planes de desarrollo rural a aliviar a sectores especialmente afectados por la falta de agua, como puede ser el del olivar. Y de paso, ya se están estableciendo las prioridades para el uso de las aguas regeneradas: primero será para los agricultores, y allí donde pueda sobrar se destinará a necesidades industriales y a continuación turísticas.

En definitiva, que los pasos más traumáticos se empezarán a dar en cascada ahora en septiembre, cuando ya se ha salvado el grueso de la temporada turística. Ya lo anunció Moreno en primavera: habrá que tomar restricciones y medidas “dolorosas” para toda la población si no llueve antes de septiembre. Y llover no ha llovido, mientras se mira al cielo a ver qué depara la DANA que se anuncia para estos días...

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