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ENTREVISTA

Torrijos, exlíder de IU en Sevilla: “Aquí se ensayó una cacería política que ahora está en marcha contra el Gobierno de España”

Javier Ramajo

16 de diciembre de 2022 22:05 h

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Ha salido judicialmente indemne de cuatro procedimientos, el último hace apenas 15 días en el llamado caso Fitonovo, juzgado en en la Audiencia Nacional. Antonio Rodrigo Torrijos, primer teniente de alcalde en Sevilla entre 2007 y 2011 en el gobierno de coalición entre IU y PSOE que arrancó en 2003, cita a El Padrino hasta en tres ocasiones durante la conversación con elDiario.es Andalucía: “No es nada personal, son negocios”. Porque su larga trayectoria sindical y política (tiene 72 años) le permite asegurar que, en su opinión, detrás de todas esas acusaciones hubo una “cacería política”, una operación “del tea party” para desalojar a Izquierda Unida del ayuntamiento hispalense. Por eso su sensación es “ambivalente”, porque él (y su “amigo y compañero” José Manuel García) han demostrado ser inocentes pero “los malos ganaron y consiguieron su objetivo”. “Me jodió la vida, literalmente”, dice de Mercedes Alaya. Tanto la jueza instructora de dos de aquellos procedimientos (Mercasevilla y Fitonovo) como la persona que consiguió la alcaldía en 2011, Juan Ignacio Zoido, centran gran parte de una charla no exenta de ironía, centrada en las “casualidades” y el “dinero”, que tenía lugar este jueves mientras España se asomaba a una colisión entre el Tribunal Constitucional y el Congreso de los Diputados que, al menos de momento, acabó sin sobresaltos. Torrijos, en ese sentido, hace un paralelismo: “Evitaron que siguiéramos gobernando y hubo un dolor social para la ciudad y un dolor personal para nosotros, los afectados, para conseguir además un objetivo doble, igual que el que le están haciendo ahora al gobierno del PSOE y Unidos Podemos en España”.

¿Cómo se encuentra después después de haber dejado definitivamente atrás esos cuatro procesos judiciales?

Han sido 13 años de auténtico calvario, inédito en la historia del municipalismo porque, que yo sepa, nadie ha sido imputado cuatro veces en lo que fue, en mi opinión, una operación de cacería política. Y aún más inédito que de las cuatro haya salido indemne. Una vez te puedes equivocar, pero lo otro tiene otro nombre.

¿Qué nombre? 

Digamos que pudiera adjetivarse o calificarse como una persistente inquina. Vamos a dejarlo ahí. De las dos instrucciones clave de las cuatro que yo he tenido, aunque han sido todas muy duras (Sevilla Global y la Fundación de Sevilla también tenido un recorrido mediático y político muy duradero, muy escandaloso, perfectamente hiperbólicamente difundido), en Mercasevilla ni tenía que haberme sentado en el banquillo. Y no lo digo yo, lo dice una sentencia rigurosa y sólida de la magistrada Yolanda Sánchez Gucema, en comparación con una instrucción que me acusaba de nueve o diez delitos, que me puso una fianza de 33 millones de euros y que se publicitó en plena campaña electoral cuando yo me presentaba como candidato a la alcaldía por Izquierda Unida en las municipales del 2011.

Nos colocaron a José Manuel y a mí 620.000 euros de fianza, que ahora han quedado en nada porque la Fiscalía ni siquiera nos ha acusado en el juicio, pero es que en la Audencia ya se quedaron en 8.000. No es un pequeño error. Y nos jodió la vida.

De aquello resultó absuelto en 2017

Aquella instrucción acabó en una absolución mediante una sentencia tan rigurosa y tan contundente que no fue recurrida por nadie, ni por el Ministerio Fiscal siquiera, ni por las acusaciones particulares, aborda otra instrucción posteriormente, curiosamente cuando ya era público y conocido en muchos ámbitos de la ciudad que José Manuel García iba a ser el candidato de Izquierda Unida en 2015, en la que vuelve a reiterar los elementos contradictorios. Por ejemplo, nos colocaron a José Manuel y a mí 620.000 euros de fianza, que ahora han quedado en nada porque la Fiscalía ni siquiera nos ha acusado en el juicio, pero es que en la Audiencia ya se quedaron en 8.000. No es un pequeño error. Y nos jodió la vida.

Y, por otra parte, no llamó ni siquiera ni como testigos a Zoido y a Serrano, que a la sazón eran entonces alcalde y teniente de alcalde, después de que el dueño de la empresa Fitonovo le dijera a Alaya en su declaración que había tenido una reunión con ambos y que le habían pedido que hiciera un parque infantil a la Guardia Civil en Montequinto por valor de 150.000 euros que, además, la Guardia Civil, garante de la legalidad, adjudica esa obra de manera directa, transgrediendo la legalidad de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas. Alaya se enteró de todo y no hizo nada. Serrano lo dijo con toda naturalidad y lo reconoció diciendo aquello de 'quién no ayuda a la Benemérita'. Y fíjese qué paradoja: en Fitonovo, de los tres políticos que no llegamos en el juicio a acuerdo de conformidad porque nos negamos (José Manuel, Joaquín Peña y yo), el único condenado es Joaquín Peña, del PP.

¿A qué elementos contradictorios se refiere?

En el caso Fitonovo vuelve a tener otras intervenciones contradictorias o discutibles. Esto del parque infantil a la Guardia Civil no le sugirió a la señora Alaya ninguna irregularidad, como tampoco le sugirió a la señora Alaya que fuese irregular que la Guardia Civil adjudicara el parque infantil sin concurso, y a la misma empresa, Fitonovo. Pero la señora Alaya ahí no vio ninguna irregularidad. Sin embargo, tenía clarísimo que José Manuel García y yo éramos culpables e instigadores de nada menos la transgresión de cinco delitos gravísimos que, como en Mercasevilla en mi caso, que fueron nueve o diez, en la Audiencia se quedaron en uno.

Si el señor Zoido es juez, fue decano, jefe entre otros de la señora Alaya, fue el que pone la denuncia, la instruye Alaya, y el beneficiario es Zoido, yo si veo un escalón y después otro escalón puedo pensar que hay una escalera

En este proceso de 13 años ha intervenido el partido de la casualidad. Es un partido nuevo, que no existía, porque a mí no me cabe la menor duda de que la señora Alaya diera a conocer la instrucción del caso Mercasevilla en plena campaña electoral (aunque me citara el 20 de junio, es decir, 20 días después de las elecciones), casualmente a través de un medio de comunicación a bombo y platillo donde se informa a la opinión pública de que soy imputado y yo no había recibido ni el papel. Una casualidad, ¿no? Una casualidad también los 33 millones de fianza, o los 620.000 euros, o el que no se investigue a unos y a otros sí, etc. Todo eso puede tener un nombre, al menos, como mínimo, inquina. Y sobre todo, una valoración que desde el punto de vista judicial, siendo ya cariñoso y recuperando a Rousseau en su tesis sobre la naturaleza bondadosa del ser humano, te diría que en el mejor de los casos es una magistrada que tiene instrucciones manifiestamente mejorables. Y no lo digo yo, porque las dos instrucciones, Mercasevilla y Fitonovo, han sido, jurídicamente hablando, instrucciones fallidas. 

¿Usted sabía que Alaya y Zoido se conocían de los juzgados mucho antes de que se iniciaran esos procedimientos en los que ha estado inmerso? 

Pero eso es otra consecuencia del partido de la casualidad. Es casual que el señor Zoido haya sido decano de los jueces y, por tanto, 'jefe' de la señora Alaya. Y es casual que el señor Zoido sea también juez, y que fue el que puso la denuncia, y que fue el beneficiario título político del resultado de esa operación. Qué casualidad, ¿no? Son muchas casualidades, ¿no? Por eso yo comparto lo que dice mi amigo Salido de que aquí hubo un partido: el partido de la casualidad. Y quiero ser muy prudente, para no ser un grosero y sustentarme en la lógica, pero si el señor Zoido es juez, fue decano, fue jefe entre otros de la señora Alaya, fue el que pone la denuncia, la instruye Alaya, da el resultado que da y el beneficiario es Zoido con una mayoría absoluta de 20 concejales desconocidas en la historia de la democracia, yo puedo pensar que si veo un escalón y después veo otro escalón y después veo otro escalón, puedo pensar que hay una escalera. Pero será una actitud paranoide por mi parte. Es consecuencia de la casualidad. 

José Manuel García, del que ya ha hablado, anunció recientemente en este periódico que está estudiando la posibilidad de denunciar a la jueza Alaya. ¿Qué le parece?

Desde el punto de vista de la filosofía política y de la sociología, yo soy una persona que nunca doy las batallas por perdidas, pero también he aprendido con los años que no todas las batallas hay que darlas. Hice una reclamación patrimonial, que era la única fórmula jurídica de resarcirme de lo que consideraba una instrucción y un funcionamiento bastante irregular en el caso Mercasevilla instruido por la señora Alaya. Aquella reclamación patrimonial está en curso, tiene informes favorables del Consejo General del Poder Judicial y del Consejo de Estado, algo inédito. Sigue su curso y la voy a seguir reclamando porque consideré que había más que razonables indicios evidentes de irregularidad: nada parecido en el comienzo de la instrucción con lo que quedó con la sentencia, dilaciones indebidas, una dilatación y un acompasamiento en todas sus acciones casualmente a los tiempos electorales... Por todo eso consideré, después de estudiarlo rigurosamente, que se había agredido a mi honor y a mi hacienda, y que había razones para ello y se podían probar.

Si no fructifica la demanda, la beneficiaria sería la señora Mercedes Alaya. Y yo, que soy militante desde muy joven, he aprendido en la vida y en la lucha política que al contrario ni agua

Pero, ¿qué cree que puede pasar con la denuncia de García si al final la interpone?

Mi compañero y amigo José Manuel, al que aprecio muchísimo, está estudiando esa posibilidad que comenta y yo le alabo el gusto. No es que yo sepa más que José Manuel, ni mucho menos, peo creo que hay escasísimas posibilidades de que esa demanda fructifique. ¿Por qué? Porque la señora Alaya, con todas las presuntas interpretaciones contradictorias que se pueden hacer de la instrucción que ella planteó, elevó el caso Fitonovo a la Audiencia Nacional y el juez instructor asumió el relato jurídico de la señora Alaya. Y desde ese momento es muy difícil que haya, no tan solo contenido jurídico suficiente para reclamar a Alaya sino incluso que sea asumida o aceptada a trámite. La lectura política de eso es que, si no fructifica esa demanda, la beneficiaria sería la señora Mercedes Alaya. Y yo, que soy militante desde muy joven, he aprendido en la vida y en la lucha política que al contrario ni agua. Y se lo he explicado a mi amigo y compañero José Manuel. Él considera que sí y me parece estupendo. 

¿A qué se ha dedicado en estos años, al margen de lo judicial?

Yo estuve en la clandestinidad luchando con miles de compatriotas nuestros por las libertades que hoy disfrutamos como si hubiesen sido regaladas. Y en estos 13 años también he estado en la clandestinidad. En democracia he estado en la clandestinidad y me he ocultado. No he dejado de militar ni un solo día, mis compañeros podrán dar fe de ello, pero no he aparecido. He seguido influyendo en mi organización política y en el curso de los acontecimientos, y no aquí en Sevilla solo, pero no he aparecido para preservar la imagen pública de mi propia organización. Dimití, además, como José Manuel, en su momento procesal oportuno para no dañar a nuestra organización. Una paradoja curiosa: en la clandestinidad en plena democracia. 

No recuerdo a nadie que en un cargo público lo hayan procesado cuatro veces, curiosamente siempre a instancias de los mismos. Estoy satisfecho de que mi honor y mi honestidad hayan sido rubricadas por la justicia

¿Cuál es la sensación que le queda después de todo lo vivido?

Me encuentro muy bien. He tenido que superar enfermedades muy graves. En pleno juicio de Mercasevilla, y no me gusta hablar de esto por no aludir al plano personal, me estaban dando radioterapia y quimioterapia. Ha habido una afectación en mi hacienda, en mi honor, en mi vida pública, pero después de cuatro intentos de lo que yo llamo el tea party no han encontrado ni una sola mácula, ni un solo ilícito ni ningún reproche penal contra mí, y eso produce satisfacción. Vuelvo a reiterar: no recuerdo a nadie que en un cargo público lo hayan procesado cuatro veces, curiosamente siempre a instancias de los mismos. Por tanto, satisfecho de que mi honor y mi honestidad hayan sido rubricadas por la justicia. 

Pero también siento una tranquilidad muy curiosa que me está costando trabajo asumir. Es como los duelos, pero al contrario. Porque en el marco de una derrota cultural de la izquierda y de la sociedad civil, en el marco de una inexistencia, desgraciadamente, del pensamiento crítico en la sociedad civil, la gente se ha creído la campaña que se hizo contra mí. Parece ser que tengo el record Guinness de portadas de un periódico de la ciudad y, tanto la duración de los procesos judiciales como el que la pata mediática de ese tea party ha estado hiperbólicamente permanentemente dando caña, la gente ha percibido que yo era una persona abyecta, una persona oscura, una persona corrupta, un bruto, y te lo expresaban por la calle. Ahora la gente me está parando por la calle para darme la enhorabuena e incluso hay gente que me pregunta si voy a volver a la política.

El daño que yo no le deseo a la señora Alaya, que yo he pasado, queda para nosotros y para la familia, para el discurso político, para la imagen de la izquierda, para todo. Aquí el partido de la casualidad tuvo mucha fuerza

¿Ha notado mucho ese cambio entonces en la reacción de la gente?

Sí, porque los medios de comunicación, y no quiero parecer grosero, hace ya muchos años que se han convertido en instrumentos de opinión. Lo eran cuando decían que yo era una persona abyecta y corrupta, e instrumentos de opinión son ahora cuando dicen ahora que estoy inmaculado. Y eso tiene un efecto sobre la sociedad civil importante. La gente no te mira con una observancia mórbida, ni tangencial, sino que te mira de frente, te sonríe, y eso es muy importante para el equilibrio con uno mismo. Y después mi familia, mis amigos, que lo han pasado muy mal. El daño que yo no le deseo a la señora Alaya, que yo he pasado, queda para nosotros y para la familia, para la organización política, para el discurso político, para la imagen de la izquierda, para todo. Aquí el partido de la casualidad tuvo mucha fuerza. Yo no recuerdo en democracia que todo el grupo municipal de una corporación fuese imputado: Lola Silva, Pepa Medrano, José Manuel García, yo cuatro veces. Qué casualidad, ¿no? 

Usted ha salido indemne pero, en todo caso, ese daño del que me habla realmente se produjo, ¿no cree?

Por eso la sensación es agridulce, ambivalente, porque al final consiguieron el objetivo. Aquí, como la maravillosa obra de Coppola, El Padrino, “no había nada personal, eran negocios”. Todo esto se produce porque llegamos al gobierno unas personas que decidimos cumplir el programa con el que nos habíamos presentado a las elecciones. Y en Sevilla empezaron a aparecer viviendas públicas a precio tasado como hongos para abordar el déficit de acceso a la vivienda, sobre todo a la gente joven, y a precio asequible. En pleno boom inmobiliario, los pisos que entregábamos se vendían a un tercio menos que en el mercado libre, e hicimos 7.000. Nos convertimos en un competidor de los promotores inmobiliarios. Y eso se llama dinero. Hicimos el parque social de viviendas, una inédita y novedosa entonces iniciativa de alquiler que dio respuesta a los desahucios, con el 5% de los ingresos de la gente que accedía a esos pisos en alquiler por seis años, prorrogable otros seis años.

Los empresarios despotricaban diciendo que Torrijos estaba bolchevizando las relaciones laborales en Sevilla. Eso era un titular de periódico. Y eso es dinero, además de vida y salud

Tuvimos la decisión política de intervenir en el binomio capital-trabajo, un binomio asimétrico a favor del capital, y nosotros hicimos las cláusulas de contratación contra la siniestralidad laboral, de tal manera que en pleno boom, en los años 2007 y 2008, obligábamos a las empresas que contrataban con el Ayuntamiento, sobre todo a las constructoras, que en sus plantillas tenían que garantizar que hubiera convenios colectivos, representación sindical, aceptación de la jornada, derechos sociales. Nada revolucionario, porque yo soy muy de derechas. Era simplemente aplicar la Constitución, la ley. Y nos generamos amistades en ese mundo: los empresarios despotricaban diciendo que Torrijos estaba bolchevizando las relaciones laborales en Sevilla. Eso era un titular de periódico. Y eso es dinero, además de vida y salud.

Hicimos una inversión desde lo público desconocida en la historia de la democracia: cinco centros de formación para la inserción laboral, tres piscinas cubiertas, 23 campos de césped artificial... Situamos a Sevilla en el punto de mira europeo con la apuesta por la intermodalidad y la movilidad sostenible, sobre todo y fundamentalmente con la creación de 152 kilómetros de carriles bici, que fueron contestados de manera grosera como un intento de convertir a Sevilla en una especie de China. Y no lo digo yo, eso fue un titular otra vez. Hicimos los presupuestos participativos, vade retro satanás: ¿que los ciudadanos decidieran que una parte importante del presupuesto local tenía que ir aquí o allí democráticamente? Socialismo. O el bonobús solidario ¿que los desempleados podían ir gratis en los transportes públicos para buscar trabajo o para formarse? Y no era gratis, lo pagábamos vía presupuesto. No tan sólo fue lo que hicimos: impedimos un pequeño pelotazo urbanístico en Tablada, de 23.000 viviendas de lujo. Dinero, otra vez. O impedimos la central térmica de Punta del Verde que, de haberse aplicado y haberse hecho, hubiera afectado las patologías cardiorrespiratorias de un tercio de la ciudad. Dinero, otra vez.

Impulsaron esa cacería política por razones, como dice Coppola en 'El Padrino', no personales. Eran negocios, y había que sacarnos del gobierno, y lo consiguen, y por eso es ambivalente mi estado de ánimo

¿Cuál fue la mayor consecuencia de esas actuaciones durante aquellos años de coalición en Sevilla?

La mayor transferencia de rentas de capital a rentas sociales que se conocía, y eso exacerbó la animadversión de los promotores, del sector financiero, de los inmobiliarios y de los grandes empresarios. Y estos son, en mi opinión, los que impulsaron lo que ahora está tan de moda en la postmodernidad que se llama lawfare y que yo siempre llamé cacería política. Impulsaron esa cacería política por razones, como dice Coppola en El Padrino, no personales. Eran negocios, y había que sacarnos del gobierno, y lo consiguen, y por eso es ambivalente mi estado de ánimo, porque al final ganaron los malos. Evitaron que siguiéramos gobernando y hubo un dolor social para la ciudad y un dolor personal para nosotros, los afectados. Para conseguir además un objetivo doble, igual que el que le están haciendo ahora al gobierno del PSOE y Unidos Podemos en España. Y a ver qué sucede, porque ya hay un decurso de los golpes que ha pasado de sacar los tanques a la calle a otro tipo de cosas: Lula, Dilma, Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales y, modestamente, nosotros, con mucha anterioridad.

Consiguieron ese objetivo, sin querer ser grosero, gracias a una de las patas imprescindibles para que la operación llegara a buen puerto, que es el mercenarismo mediático. Aquí se escribieron ríos de tinta mintiendo, eso que llaman ahora fake news

Y Zoido llegó a la alcaldía aquel 2011...

Había un doble objetivo. Por un lado, sacarnos del gobierno, porque ellos, y con razón, sabían que si antes había gobernado aquí el PSOE, el PA, el PP, solos o en coalición, y no se habían hecho estas cosas que he comentado, detectaron que nosotros dimos el impulso social. Y entonces leña al mono hasta que aprenda inglés, y nos dieron la del tigre. Y el segundo objetivo era colocar a uno de los suyos, curiosamente el decano de los jueces, curiosamente el hombre que puso las denuncias y que, por cierto, no ha pedido perdón. Y consiguieron ese objetivo, sin querer ser grosero, gracias a una de las patas que fueron imprescindibles para que la operación llegara a buen puerto, que es el mercenarismo mediático. Aquí se escribieron ríos de tinta mintiendo. Eso que llaman ahora fake news. Noticias falsas. Hipérbole escandalosa de cosas. La foto del marisco. Ocultación consciente de las cosas que hacíamos en el gobierno. Porque aquí hacíamos obras de millones de euros y no se publicitaban, no fuera a ser que se contribuyera a extender lo que se estaba haciendo. Todo para conseguir que Zoido fuera alcalde, y lo consiguieron, con una mayoría histórica de concejales, para luego no hacer NA-DA.

Porque, ¿usted recuerda un solo hito, obra o infraestructura de los cuatro años del gobierno de Zoido en Sevilla? ¿Una sola? Irrelevante. Eso sí, acabó con las cosas que nosotros teníamos en marcha. Y después, como decía mi madre, es de bien nacidos ser agradecido: una vez en la alcaldía, Zoido concedió contratos de publicidad millonarios a uno de los medios que habían sido clave en la campaña de la cacería política. Y digo más: aquí se hizo una televisión local, que se llamaba Sevilla Televisión, que todas las noches durante meses nos daban caña, especialmente a mí, pero también a mi grupo y al gobierno de coalición. Eso costó un millón y medio de euros. Cuando consiguieron el objetivo, la cerraron. Y ese es otro escalón más para argumentar que en Sevilla se ensayó una operación de cacería política que se ha ido extendiendo en este país y que ya está en marcha, hoy y meses atrás, contra el Gobierno de coalición en España. Fuimos un laboratorio de ese tipo de operaciones.

Creo que son momentos históricos que exigen acuerdos sí o sí de las fuerzas de izquierda. Lo que está sucediendo en nuestro país, que comenzó en Sevilla como ensayo y está sucediendo en este país en este momento, es de una enorme gravedad

Por cerrar el círculo, ¿volvería usted a la política como le piden ahora por la calle?

Quedaron cosas por hacer, pero que las hagan los que vienen detrás. Yo no he dejado de militar ni un solo día en esta clandestinidad segunda que he tenido, y sigo influyendo en política, y tengo mis resortes de intervención. No es conocido porque estaba en la clandestinidad, pero quien ha puesto en marcha las redes de activistas de Izquierda Unida he sido yo. Pero creo que segundas partes no fueron buenas. Yo racionalizo, desde el punto de vista del materialismo y la dialéctica racional, las batallas se ganan y se pierden y esta la ganaron los malos. Esto puede parecer un derrotismo, pero en ningún caso, simplemente es el análisis correcto y asumo que ganaron ellos en esta pelea.

Voy a ayudar a mi fuerza política, a la izquierda. Creo que son momentos históricos que exigen acuerdos sí o sí de las fuerzas de izquierda. Lo que está sucediendo en nuestro país, que comenzó en Sevilla como ensayo y está sucediendo en este país en este momento, es de una enorme gravedad. Y no está en cuestión si una ley es más avanzada o menos avanzada, o si el salario mínimo tiene que tener un duro más o un duro menos. Lo que está en cuestión es la democracia, las libertades, aunque parezca apocalíptico, pero en este país poca gente se da cuenta de ello.

Y por eso voy a seguir trabajando para defender un discurso integrador, de síntesis, de encuentro, de concurso y de consenso de las fuerzas transformadoras. Voy a seguir haciendo política, y de hecho no lo he dejado de hacerla en este tiempo, pero no voy a volver a la política institucional. Creo que segundas partes no fueron buenas. Creo que la gente de mi organización lo va a hacer bien, y ojalá se llegue a un acuerdo político unitario de la izquierda transformadora. Yo he sido derrotado en esta pelea, pero no vencido. Puede parecer igual, pero no es idéntico, y voy a seguir dando la pelea, que no quepa la menor duda. No es una amenaza, ni una chulería, sino la constatación en una entrevista de mi compromiso ideológico y político que viene desde que tengo 18 años.

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