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Ser voluntario (IV): gente normal haciendo cosas pequeñas en pequeños sitios

Carmen Marchena

“Antes veía en casa la tele y me limitaba a alarmarme de la sociedad que tenemos, que cómo está la juventud de hoy en día…. Vaya, lo típico. Pero decir eso y no hacer nada es la vía fácil”. Afirmaba a continuación, “una vez realicé las prácticas, me percaté de que se podía ayudar en muchas cosas”. Lo cuenta Virginia Fernández Becerra, de 42 años, que estudió por la UNED Psicología Clínica.

Comenzó las prácticas en Proyecto Hombre como parte final de su formación académica. De noviembre del año pasado a marzo de 2016, mientras lo compaginaba con un trabajo de visitadora médica. Eligió la organización Proyecto Hombre porque siempre le había interesado mucho el tema de la drogadicción, asegura. Muchas de sus asignaturas optativas de la carrera habían sido especificas sobre este tema. De hecho, asegura que lo escogió como primera opción y que le ha supuesto todo un descubrimiento en positivo. Después de terminar, continuó como voluntaria.

Comenzó como observadora participante durante las prácticas y, a medida que iba conociendo los grupos de familias, comenzó a preparar talleres de educación sexual o participar en talleres de género junto a otra compañera voluntaria. Ahora también realiza labores de supervisión de la evolución de la persona, un periodo que va desde que entra en Proyecto Hombre hasta que pasa el primer mes y medio, para poder así hacer una puesta en común entre padres e hijos y ver en qué momento se encuentran del programa o si se están llevando a cabo las pautas propuestas.

Virginia forma parte de Proyecto Joven, integrado en Proyecto Hombre y especializado en jóvenes de entre 18 y 21 con problemas de consumo de cannabis, problemas de comportamiento o adicción a las tecnologías, que sería lo que denominan ellos “problemas de adicción sin consumo”. Se realizan cuestionarios que se pasan a las familias sobre los conocimientos que tienen padres e hijos cuando entraron al centro, sus hábitos de consumo… y una vez rellenados los formularios, es Virginia la que los recoge y deriva a los terapeutas del centro.

“Simplemente recabo información de si se están llevando a cabo normas básicas, normas de responsabilidad (horarios, obligaciones en casa, seguimiento…) durante el primer mes y medio”. Normalmente son dos familias las que lleva una misma persona en el centro, para que se tenga un seguimiento personalizado completo y específico. “La información que se maneja es confidencial, hay que ser muy prudente con este tema”. Se la ve contenta con la labor que desempeña y el entorno: “es meritoria la labor que hacen porque suplen los recursos con creatividad y, sobre todo, con una buena organización y planificación, a pesar de que las instalaciones sean reducidas”.

La familia voluntaria

Era la primera vez que Virginia había realizado voluntariado pero no duda en asegurar que sin la ayuda de su familia hubiera sido mucho más difícil. “Ser voluntario supone también ser voluntaria toda la familia, porque tengo que dejar a mi hija con alguien mientras desempeño esta labor, lo cual se lo agradezco mucho; sin ellos no podría tener la libertad de venir una vez en semana”.

Las terapias que realizan en su programa se realizan en grupo porque, asegura, “los chicos y chicas que acuden, al ver que tienen la misma situación que los demás no se sienten tan solos ante el problema, por lo que funciona mucho mejor”.

Lo que sí tiene claro esta voluntaria es que “no todo el mundo vale para todo tipo de trabajo. La función de un psicólogo o terapeuta no es la que desempeñamos nosotros (los voluntarios), es una función completamente diferente y necesaria. No supone eliminar un puesto de trabajo, sino que siguen unas pautas indicadas por los terapeutas o psicólogos del centro”.  Voluntarios y profesionales queda claro que desempeñan dos labores diferentes pero complementarias.

“Puede ser que no vayamos a cambiar grandes cosas -reconoce Virginia- pero para mí, que un niño se dé cuenta de determinadas cosas en las que fallaba y cambiar en positivo, es una satisfacción”.