La diputada almeriense de Vox, Luz Belinda Rodríguez, ha decidido abandonar su grupo parlamentario después de una larga crisis interna que arranca el pasado mes de septiembre, cuando la dirección estatal del partido de extrema derecha decide unilateralmente sustituirla de la portavocía adjunta y apartarla de los principales espacios de decisión. Hasta ahora, Vox contaba con 12 parlamentarios que son claves para sustentar al Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos. La dirección del grupo conocía el malestar de su diputada desde hace meses, pero no ha sido capaz de convencerla para que no deje el partido. Es la primera vez que una diputada autonómica abandona Vox.
La salida de Rodríguez merma la fuerza interna de su grupo, porque deja el partido pero no entregará el acta de diputada, convirtiéndose en parlamentaria no adscrita. En principio, el bloque conservador que garantiza la estabilidad del Ejecutivo de Juan Manuel Moreno no peligra, porque PP, Cs y Vox suman 59 diputados (ahora 58) mientras que PSOE y Adelante Andalucía (Podemos-IU) tienen 50. La dimisión de Rodríguez contiene razones personales, pero no oculta el malestar que se vive internamente por la tutela que la dirección estatal de Santiago Abascal mantiene sobre el grupo parlamentario. Vox Andalucía carece de estructura orgánica y, por tanto, de autonomía en la toma de decisiones políticas. Tampoco tiene libertad financiera, en tanto que los dirigentes nacionales son apoderados de la cuenta bancaria del grupo y controlan todos sus movimientos.
“Me voy porque no me dejan trabajar”
La diputada almeriense deja la formación después de muchas conversaciones, incluido un viaje a Madrid para abordar su problema con dirigentes nacionales. Pero eso no ha impedido que el asunto termine con un portazo. “Me han llegado a asustar y a meterme miedo para que no me vaya”, ha explicado a eldiario.es. Rodríguez ha denunciado acoso laboral y “misógino” en un partido que ha hecho bandera del negacionismo con las políticas de igualdad de género. “Cuando era portavoz adjunta era un cero a la izquierda. Solamente los hombres pueden hablar en Vox y solamente los hombres pueden estar en todos lados, las mujeres estamos un poco anuladas. Me voy porque no me dejan trabajar”, sostiene.
El portavoz de su grupo en el Parlamento andaluz, Alejandro Hernández, no ha tardado en reaccionar con indignación contra su compañera: “Se va un minuto antes de que el partido la eche. Cuantitativamente no era una persona que destacara y por su entrega y su capacidad humana era cuestionable. No lo considero una gran pérdida”, ha dicho.
El pasado mes de septiembre, Abascal apartó de la portavocía de Vox en el Parlamento andaluz a Francisco Serrano, el candidato en las elecciones autonómicas y líder virtual del partido. Su puesto lo ocupa ahora Hernández, el diputado de Vox por Córdoba, más moderado en el fondo y en las formas. El abrupto relevo de Serrano, tras unas incendiarias declaraciones críticas con la sentencia condenatoria de los cinco violadores sevillanos de la manada en Pamplona, estuvo a punto de finiquitar la carrera política del abogado sevillano en Vox. Al final se quedó, pero su malestar es compartido por otros miembros de la bancada.
“Reestructuración” en septiembre
La formación de Abascal decidió en septiembre ejecutar por sorpresa una reestructuración del grupo parlamentario que afectó casi a la totalidad de los 12 diputados que lo componen. Entonces se explicó que los cambios venían motivados por la incorporación de un coordinador general del grupo parlamentario, Carlos Hugo Fernández-Roca, un abogado madrileño que encabezó la lista de Vox por Toledo en las elecciones generales, de la plena confianza de la ejecutiva nacional. En esa reestructuración cayó en desgracia Luz Belinda Rodríguez, que fue apartada de la portavocía adjunta en la Cámara por su compañero, el diputado almeriense, Rodrigo Alonso, que ya era secretario general del grupo. Alonso tiene un perfil más duro que Rodríguez. La otra portavocía adjunta quedó en manos de la diputada Ángela Mulas.
La parlamentaria almeriense tuvo desde el principio un perfil bajo en el Parlamento y en los últimos meses apenas ha tenido voz en los debates de calado del partido. Todos ellos están representados por hombres. En el arranque de legislatura, Rodríguez abrió varios asuntos polémicos para defender las primeras iniciativas de su grupo. Comparó el trabajo que realiza Salvamento Marítimo con los inmigrantes en el Estrecho con “un servicio de autobús”, y negó que existiera la brecha salarial de género entre hombres y mujeres, durante una comparecencia en la que la diputada terminó reconociendo que no tenía datos para avalar esa tesis y reclamándoselos a los periodistas presentes.
“Te podría decir que algunos de mis compañeros son unos misóginos de primer grado”, dice ahora, denunciando que incluso han borrado su nombre de las iniciativas que presentó en el Parlamento, “para firmárselas a otro compañero”. Con todo, Rodríguez advierte de que “lo más importante no es el machismo [en Vox], sino la poca democracia y el sectarismo”.