“Aquí, quien no trabaja es porque no quiere”. La frase es de José Antonio Herrera, propietario de un bar en El Ejido (Almería), municipio conocido en España por sus grandes extensiones de invernaderos que, junto a sus vecinos Vícar, Adra o Dalías, se ha convertido en la despensa de hortalizas de Europa. La afirmación sería una constatación del buen hacer de los agricultores de la zona si no fuera porque la pronuncia un simpatizante de Vox en una tierra donde el discurso antiinmigración ha disparado los votos a esta formación de ultraderecha. Tercera fuerza en la provincia de Almería con el 16,78 % de los votos.
Las zonas agrícolas del Poniente y del Levante de Almería se han convertido tras estas elecciones a la Junta de Andalucía en el principal granero de votos de la formación de Santiago Abascal y le han dado hasta dos diputados por esta provincia. En El Ejido, Vox ha sido la fuerza más votada con el 29,51 % de los votos, superando de largo a PP y PSOE. En municipios vecinos donde los invernaderos colonizan sus términos municipales, la formación de ultraderecha ha superado el 22 % en la Mojonera, el 24 % en Vícar o el 25 % en Níjar.
El Ejido tiene un índice de paro según la EPA del 12,8%, más de dos puntos menos que la media española y diez por debajo de la andaluza -22 puntos menos si lo comparamos con municipios de Cádiz o Huelva-. Un transeúnte que pasee unos 400 metros por el Bulevar del Ejido –la arteria principal del municipio que coincide con la carretera N-340- contabiliza hasta 13 oficinas bancarias. La ciudad no llega a los 100.000 habitantes tampoco cuenta con un siglo de historia pero tiene la tasa de bancos per cápita más alta de España. Y eso pese a la digitalización y el cierre de oficinas en España tras la crisis financiera.
A los numerosas sucursales se suman aseguradoras, clínicas de salud privada y tiendas de móviles que se reproducen como setas en todo el caso urbano. El dinero y la prosperidad se huelen en el ambiente. Santiago, un comercial de productos de bollería y dulces de Murcia que visita la zona desde hace 25 años, certifica que en Almería “hay mucha pasta”. “Si las ventas de noviembre y diciembre continúan al mismo ritmo incrementaré la facturación en 2018 un 15%”, señala.
Eso sí, apunta, la zona ya no tiene nada que ver con la “locura” de finales de los 90 y principios del 2000, cuando el potencial exportador y el boom inmobiliario convirtieron el Poniente almeriense en “El Dorado”. “La gente se volvió loca y quemaba el dinero con coches de lujo, prostitución… Se rompieron muchos matrimonios”, recuerda. Pero eran otros tiempos, dice, ahora “los que tienen dinero son más discretos”. Son los hijos y nietos de aquella primera generación que “pegó el pelotazo” con los invernaderos.
Pese a esta situación de bonanza económica y de cuotas de empleo similares al norte de España, Vox ha encontrado en esta zona agrícola almeriense un caldo de cultivo para crecer en estos municipios donde los extranjeros censados suponen el 30% de la población, según el INE. En la provincia de Almería el 9,5% de la población es inmigrante y en Andalucía ronda el 7%. Francisco Checa, fundador del Centro de Estudios de las Migraciones y las Relaciones Internacionales de la Universidad de Almería, apunta sobre estas cifras que “cualquier persona” concluiría que la inmigración “es un factor dinamizador de la economía” y “beneficia al progreso de la población autóctona”.
Pero en el campo de Almería está pasando lo contrario. A Checa, que lleva 28 años estudiando las migraciones en Almería y Andalucía, no le sorprende el ascenso de Vox. “Hay una utilización torticera de la inmigración, pero no es nuevo, como tampoco el discurso de Casado. Aznar anunció en la plaza de toros de Almería en el año 2000 que iba a hacer una ley de Extranjería si ganaba las elecciones. Y fue lo primero que hizo”, afirma el profesor.
Para Checa se juntan diversos factores para que el discurso de Vox, que antes nadie se atrevía a verbalizar, esté ganando adeptos. “Hay una islamofobia latente en esta sociedad”, señala. A partir de ahí, el profesor carga contra la izquierda y los propios ciudadanos. “Para empezar y viendo cómo ha prosperado económicamente esta sociedad, diría que los almerienses son unos desagradecidos”, critica. Para Francisco Checa, en Andalucía y por extensión en España no ha habido política migratoria: “La derecha abandera el ataque contra el chivo expiatorio de la inmigración y la izquierda no tiene el valor suficiente de defender la verdadera integración”.
El profesor, autor de más de una treintena de estudios, explica que cuando se habla de los inmigrantes “no se les trata como a seres humanos”. Y cita entre las causas, que no tienen derecho a voto y no están organizados. “Otro gallo cantaría si pudieran votar. Y más aquí”, asegura Checa, que anuncia que no participará en estas elecciones porque está desencantado de la política.
José Antonio Herrera regenta el bar las Palmeras de El Ejido. Herrera atiende a eldiario.es detrás de la barra. Junto al periodista, una cliente china toma una infusión. Detrás, un subsahariano compra tabaco acompañado de un joven caucásico. Herrera nos presenta a su socia, una inmigrante búlgara, que no se pierde una palabra de la entrevista. El motivo de entablar conversación con este pequeño empresario es por los carteles de “vota Vox” que tiene desplegados en la terraza del bar. Dentro, una bandera de España preside la sala desde la estantería donde están las bebidas alcohólicas.
“El 99 % de los ciudadanos de El Ejido votará a Vox, aunque públicamente no te lo dirán”, responde cuando se le pregunta por el tipo de persona que le pide información sobre el partido. Para Hererra, la situación económica de su pueblo es muy buena, pero aun así señala a los extranjeros como el problema. “Tengo clientes magrebíes, subsaharianos, pero lo que queremos es que vengan con papeles”, afirma. Este empresario ha sido “desde siempre” votante del PP y ahora se pasa a Vox “porque hablan claro”. Los impuestos son la otra baza que utiliza para cargar contra lo que considera “la casta” de PP y Ciudadanos y el Gobierno “de la subvención” de la Junta de Andalucía.
Se le plantea si la independencia de Catalunya es motivo para pasarse a Vox y dice: “Que se vayan si quieren, a mí me dan igual”.
El relato de la inmigración descontrolada, que azuza este simpatizante de Vox y al que se han sumado con entusiasmo el PP de Casado y Ciudadanos lo desmontan las propias asociaciones de agricultores del Poniente y el Levante almeriense. “Los agricultores no se van a exponer a multas de la inspección por contratar a personas sin documentación, aunque a veces pase. La inmensa mayoría de trabajadores que se emplean en la agricultura están con su contrato”, explica Adoración Blanque, secretaria general de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) Almería, que se enerva cuando se le pregunta por este tema. “La inmigración es un tema social que no se puede achacar a la agricultura. Aquí nos limitamos a dar trabajo porque necesitamos mucha mano de obra”, apunta.
Sobre las imágenes de chabolismo en los invernaderos, donde viven algunos inmigrantes en condiciones lamentables, asegura que “se ha intentado estigmatizar”. “Los agricultores dan trabajo y en muchas ocasiones vivienda, que son las antiguas casas de sus padres o abuelos a pie de campo”, defiende. Estas situaciones son las que utiliza la extrema derecha para hablar de una inmigración descontrolada que en realidad es mano de obra barata para trabajos que no quieren realizar los nativos.
Blaque critica a las administraciones porque son muy “poco ágiles” a la hora de gestionar la mano de obra porque “sobra trabajo”, aunque de características determinadas. Y pide a los partidos que no hagan demagogia con este complejo tema: “En elecciones no todo vale”.
La secretaria general de Asaja evidencia los problemas que tiene Almería para que haya ese descontento y decepción con Madrid y Sevilla y que podría ser la causa de la eclosión de los mensajes extremistas. Y eso que la inmigración ha hecho grande a la agricultura, ese sector que supone el 20 % del PIB de Almería y que, junto a su industria auxiliar del plástico y el transporte, supera el 40 %. La contradicción de Vox se ha hecho realizad y se convierte en la llave para que PP y Ciudadanos desbanquen al PSOE de la Junta. La ultraderecha se ha disparado al calor de los invernaderos.