El año hidrológico en Aragón: duro y desigual en reservas y precipitaciones

Aragón cierra el año hidrológico 2023-24 con la mayoría de los embalses de mayor capacidad de la cuenca del Ebro registrando volúmenes embalsados superiores a la media de los últimos cinco años (datos a 30 de septiembre). La precipitación promedio del año hidrológico ha sido 650 mm o l/m², un 14% más respecto de la media de los últimos veinte años. Los eventos extremos: sequía y crecidas, son dos de los fenómenos ante los que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se está “fortaleciendo” en lo que a capacidad de previsión de los mismos se refiere. 

En el caso de la sequía, el superávit de precipitaciones de este último año hidrológico “no ha sido suficiente para compensar el déficit acumulado entre los años hidrológicos 2021-22 y 2022-23” (que fueron del 15% y del 10% respectivamente). Un dato a tener en cuenta es que los tres últimos veranos han sido los más cálidos de la serie histórica, incrementando con ello la evapotranspiración estival y también la demanda hídrica de los cultivos. La situación de sequía ha sido “dura” en opinión de la CHE, y aunque esperan que esta época de llenado en la que nos encontramos sea “más animada”, reconocen que todavía existen problemas de abastecimiento en algunos puntos de la comunidad y que “no estamos en una situación fácil”. Está previsto que el río Huerva salga de la situación de sequía en próximas fechas, mientras que el Guadalope quedará todavía a la espera, pendiente de los registros de los próximos días.

La CHE explica que “la experiencia adquirida durante la del 2023” en esta materia, se ha plasmado en el Informe de la sequía de 2023, un documento que “constituirá una referencia de actuación para el futuro” apuntan. Además, en estos momentos está en consulta pública el próximo “Plan Especial de Sequías”, que sustituirá al actual que data del año 2018.

En el caso de los episodios de crecida ocurridos a lo largo de todo el año hidrológico, la CHE confirma que han sido “numerosos” y que han marcado este año hidrológico 2023-24. Los episodios ocurridos durante los meses de agosto y septiembre han registrado además cuantiosas afecciones para la población. En este momento, está en fase de consulta pública la “Evaluación Preliminar el Riesgo de Inundación2 (tercer ciclo)”, que es “la primera fase de la elaboración del Plan de Gestión del Riesgo de inundación, cuyo tercer ciclo se espera aprobar en el 2027”, confirman desde la Confederación.

Actualmente la reserva de agua embalsada es de 4.628 hm³ (59,3%), muy superior a la de hace un año, que fue de 2735 hm³ (35,1%) e, incluso superior a la reserva promedio de los últimos cinco años a esta fecha, que es de 3601 hm³ (46,2%), según datos del 7 de octubre de 2024. Sin embargo, la distribución de las precipitaciones a lo largo del año ha sido muy desigual, la carencia de nieve entre mediados de enero y hasta casi finales de febrero “ha sido muy importante” apunta la CHE, y este hecho, sumado a la inestabilidad en las temperaturas, se ha visto reflejado en el caudal circulante por los ríos de la cuenca del Ebro. La mitad este de la margen derecha del Ebro ha registrado un déficit en torno al 20%. Así, las subcuencas del Matarraña y Guadalope han destacado este año por la escasez de caudales apuntando la última unas aportaciones al embalse de Caspe de poco más de 20 hm³, un 28% de la media de los últimos 25 años. 

Controlar las avenidas para evitar daños

Debido a esta distribución desigual en el tiempo de las precipitaciones, y con el objetivo de controlar las avenidas y sus posibles afecciones a bienes y personas, desde la Confederación Hidrográfica del Ebro se han organizado varias crecidas controladas a lo largo del año hidrológico 2024. Una medida que, según explican “tiene la finalidad de regenerar los cauces aguas abajo de las presas y la mejora del tránsito sedimentario de los ríos”. Los controles de avenidas han afectado a los ríos Cinca y Najerilla, además de la crecida controlada que se llevó a cabo en el bajo Ebro. 

Este año, también se han empezado a aplicar los caudales ecológicos en todas las masas de agua de la cuenca del Ebro, “con un alto grado de cumplimiento”, apunta la CHE. En este sentido, desde la Confederación inciden de manera especial en el proyecto “Ebro Resililence” que está en este momento actuando en el tramo medio del Ebro, y que recoge las actuaciones de mejora ambiental y recuperación de capacidad de desagüe de ríos. Otros de los proyectos que se están llevando a cabo de manera simultánea desde la CHE son los asignados al Plan Nacional de Restauración de Ríos, además de los de mantenimiento y conservación de los caudales. 

Dentro del marco de la “Estrategia para la Gestión Integrada de Sedimentos de la demarcación hidrográfica del Ebro (GISDHE)”, la Confederación Hidrográfica del Ebro asegura que se han producido “avances importantes en el conocimiento de la dinámica sedimentaria del Bajo Ebro”.

Obras de almacenamiento de agua 

Durante el año 2023-2024 se ha ejecutado la fase final de las obras de las presas de Almudévar y Mularroya, mientras que el embalse del Cañón de Santolea sigue con la fase de puesta en carga. En cuanto a Yesa, en este momento se encuentra en periodo de tramitación la reanudación de los trabajos del recrecimiento, al parecer retrasados por “complejidades técnicas”. Unos trabajos con los que el embalse alcanzará un volumen de regulación de casi 1000 hm3, adicionales a los 8150 hm3 que tiene la cuenca en la actualidad.

Además de la puesta en marcha de las obras de regulación, otra de las tareas que se llevan a cabo a lo largo de cada ejercicio desde Confederación son el mantenimiento y la mejora de los embalses y de los canales con los que ya cuenta la comunidad. Actualmente se están ejecutando los trabajos para la reparación del desagüe de la presa del embalse del Ebro.

En definitiva, el año hidrológico 2023-24 ha sido un año de una importante actividad, en una vuelta a la normalidad al final del mismo y tras la sequía del año anterior. El objetivo de la CHE es dirigir a la cuenca hacia “una gestión ordenada, racional y participativa del recurso agua” que, regida por el principio de gestión de unidad de cuenca, en opinión de este organismo, “sigue dando unos resultados muy satisfactorios”.