80 científicos de 24 países han participado esta semana en una conferencia en un municipio de poco más de 2.000 habitantes, en medio del Pirineo y al final de una carretera autonómica que no lleva a ningún otro pueblo más allá. Para Benasque, en Huesca, es solo un encuentro internacional más. Hoy mismo comienza un “Taller de Altas Energías” con otros 70 investigadores internacionales. Son encuentros organizados por el Centro de Ciencias de Benasque, que dirige Manuel Asorey (A Coruña, 1951), catedrático de Física de la Universidad de Zaragoza.
¿Qué supone la Segunda Conferencia Internacional de Symmetry de esta semana para un municipio como Benasque?
Benasque es un centro de actividad turística durante el verano, pero esta Conferencia supone un incremento de actividad, con una visibilidad internacional que el turismo nacional y local no aporta. La Conferencia también conlleva ingresos y es una fuente posible fuente de turismo futuro de países muy lejanos.
¿Sorprende la invitación a científicos de primer nivel de todo el mundo para acudir a un municipio tan pequeño?
No, porque el Centro de Ciencias de Benasque ya es famoso; es muy conocido. Hay gente que ya se pelea por venir y, a veces, incluso tenemos que rechazar algunas solicitudes. Nosotros invitamos a muy pocos científicos; realmente, se inscriben ellos en las actividades del centro. Llevamos ya 25 años de actividad y nos hemos hecho un hueco. No es algo que funciona automáticamente, todos los años hay que regar la planta. Pero ya no cuesta atraer a tanta gente. Este año, a la Segunda Conferencia Internacional organizada por la revista Symmetry, han venido muchos científicos japoneses y rusos. Tenemos más científicos extranjeros que españoles, que solo han venido quince.
¿Cómo han conseguido que el Centro de Ciencias de Benasque sea tan conocido?
La clave estuvo en los inicios. Comenzamos y mantenemos la idea de dotar de excelencia a los encuentros. Los encuentros tienen que ser internacionales; por supuesto, el lenguaje es el inglés en todos. Y son de excelencia, se busca a gente que esté haciendo investigación en campos punteros actuales. Con esos ingredientes, si mantienes la calidad, es lógico que mantengas el prestigio. Eso es lo que permite que cada vez venga más gente.
Con todo, mantener abierto un Centro de Ciencias en una zona como Benasque, apartada de las grandes capitales, también tiene ventajas...
Desde luego, la zona es otro de los atractivos. Sin duda, Benasque es un valle muy bello, con atractivos de todo tipo, para todas las edades. Y algo fundamental: la tranquilidad y el clima. En verano, cuando mucha gente va a la playa y disfruta de las vacaciones, en Benasque hay un clima que permite trabajar, que permite disfrutar y relajarse. El entorno es otro atractivo que hace que el Centro funcione.
Ahora que se habla tanto de la 'España vaciada' y de descentralizar proyectos, ¿la investigación científica también debería salir de los grandes núcleos urbanos?
Sí, efectivamente, aunque este caso es lo contrario al estereotipo de la 'España vaciada'. Benasque está creciendo; no solo por el Centro de Ciencias, sino por muchas otras razones. Hace unos años era el municipio aragonés no capital que más crecía en población. Ahora están ampliando la escuela de Primaria; la población de niños aumenta. Y nosotros, en el Centro de Ciencias, aportamos también. Solo el personal del centro aporta siete niños al colegio, con lo que también contribuimos al crecimiento demográfico. Los pueblos que han sabido manejar bien la gestión del turismo, con el atractivo de hostelería, restauración, deportes, cultura... funcionan. Hay mucha demanda. La gente se va a las ciudades, pero las ciudades no lo proporcionan todo. Uno necesita desintoxicarse. En este sentido, Benasque ofrece mucho atractivo. Hay muchas fórmulas para que esto funcione; las tradicionales son festivales, música, deporte... y explotar las naturales condiciones de cada sitio. Pero la apuesta por la ciencia... no conozco ningún otro sitio más allá de Benasque que la haya hecho. Hace 25 años, el alcalde de entonces y nosotros apostamos por traer la ciencia aquí. Y esto, que puede parecer una aventura, ha funcionado y aporta recursos. El Centro de Ciencias de Benasque, en concreto, aporta aproximadamente un millón de euros al año al crecimiento del municipio. La ciencia es también una apuesta industrial y turística, como elemento de atracción y de desarrollo de regiones que se podían suponer vacías o vaciadas.
¿Cuánto personal trabaja en el Centro de Ciencias de Benasque habitualmente?
Somos siete personas permanentemente. Estamos abiertos todo el año y manejamos miles de acciones. Cada año, vienen aquí en torno a mil científicos. Es muy poco personal para el trabajo que hay que realizar. Hacemos unas veinte conferencias al año y no todas son solo de una semana; algunas duran casi un mes. Solo gestionar eso ya es mucha actividad, pero también gestionamos actividades de otro tipo, como conferencias remotas en China, en Brasil... La infraestructura administrativa del centro permite, con aplicaciones informáticas y muy buenos expertos en ese campo, organizar actividades no solo en el valle sino lejanas, pero que nos aportan un beneficio para el funcionamiento todo el año.
Para copiar el modelo en otras zonas alejadas de las grandes ciudades, ¿lo único imprescindible es una buena conexión a Internet?
Sí. Nosotros vinimos aquí en el año 1995 y trajimos la primera conexión a Internet al Pirineo: trajimos un teléfono, con Telefónica, un cable de punta a punta exclusivamente dedicado a Internet y 10 ordenadores. En ese año, por aquí pasaron todas las personas que quisieron verlo, incluida la familia Barrabés, que descubrió lo que era Internet e iniciaron su actividad de comercio electrónico. Sin Internet desde el principio, esto no existiría.
En concreto, esta semana han hablado de la simetría. Más allá del concepto estético, ¿qué importancia tiene en el ámbito científico?
Sí, normalmente en la calle asociamos la simetría al arte, la arquitectura, la armonía, el diseño... no solemos pensar que puede ser algo interesante en ciencia. La simetría es importantísima: hay aplicaciones en física, en química, en biología, en matemáticas, en ciencias de la computación... Gente de todas esas áreas ha venido porque la simetría es una herramienta fundamental. La simetría, esencialmente, permite simplificar la estructura y la dinámica de los sistemas que se están estudiando. Entonces, descubrir una simetría ahorra un esfuerzo tremendo. Hay técnicas para conseguirlo y de eso se ha discutido aquí. Por otra parte, cuanto más nos adentramos en el interior de la materia o más nos alejamos de la Tierra en el espacio, el universo se comporta cada vez de forma más simétrica. Es decir, en nuestra estética hay mucho ruido, muchas cosas feas. Sin embargo, en cuanto vas a lo pequeño o a lo muy grande, todo se simplifica, se borran los detalles y la simetría pasa a ser fundamental; ahí, prácticamente todo es simétrico. Por lo tanto, de ahí arranca todo: las teorías fundamentales, tanto del universo como de lo microscópico, resulta son muy simétricas. Ahí es donde se pueden utilizar todas estas técnicas de la teoría matemática de las simetrías, que permiten obtener resultados muy interesantes.