El arte al rescate de la memoria del campo de internamiento de Gurs

Madalina Panti

Zaragoza —

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Una caja con 200 dibujos custodió miles de historias entre 1939 y 1944 sobre uno de los campos de internamiento más perdurables de la historia. El ángel de Gurs, una enfermera suiza llamada Elsbeth Kasser, abrió la puerta al recuerdo en 1989 sacando a la luz todas las obras entregadas décadas atrás por los artistas que pasaron por el campo. Construido en 1939 como un campo de refugiados, recibió en una primera etapa a combatientes republicanos de origen vasco procedentes del campo de Argelès-sur-Mer, de la fuerza aérea llamados “los aviadores”, a voluntarios de las Brigadas Internacionales de 52 países diferentes, sobre todo de Polonia, Italia, Alemania y Checoslovaquia y a otros que procedían en su mayoría de Aragón y Andalucía. Se juntan luego las familias españolas que huían del régimen franquista y posteriormente judíos y alemanes hasta que se inician las deportaciones. 

En Aragón y España se presenta por iniciativa de la productora Fénix Aragón y acogida por el Gobierno de Aragón y el IACC Pablo Serrano. La Asociación de Memoria Histórica de Aragón (ARMHA) también ha querido colaborar en este proyecto para luchar contra el olvido de lo vivido, en palabras de su presidente Enrique Gómez, “por ser de una arqueología memorialista”. 

En trozos de papel o cartón, las 78 obras expuestas pertenecen a autores alemanes o austriacos, que fueron los que más tiempo permanecieron en el campo, como Edith Auerbach, Karl Borg, Harry Choyke-Berkefeld, Max Lingner, Kurt Low o Julius C. Turner. El trabajo artístico supuso una manera de combatir el aburrimiento y la resignación y de poner cara a aquellas personas para no caer en el anonimato y el olvido. Su arte representa un fiel testimonio de la alta densidad de habitantes y la falta de espacios, así como la falta de medios en el hospital que tenían. Aunque han sufrido una restauración, plasman con fidelidad todo un legado. “No tenían gran cantidad de material o recursos pero sin duda es un buen reflejo de la época porque transmiten una sensación, una forma de ver, hay una imagen que la escogen frente a otra para mostrar el hacinamiento, la desnutrición y lo hacen con un trazo especial y una perspectiva interior”, destaca Enrique Goméz, presidente de ARMHA. 

La valla de espino, la suciedad, la soledad, el hambre o la muerte son algunos de los temas que se representan en estas obras. “Plasman de una forma tremenda una humillación moral y física, recuerdan las largas filas que hacía gente de salida o entrada, del barro, del frío, el hambre y de la angustia de vivir en esos espacios tan cerrados y raros y la incertidumbre de no saber lo que iba a pasar. Cuando se iniciaron las deportaciones Kasser decía ‘la muerte se había instalado en las caras de esa gente que ya estaba muerta’”, recalca Fernando Yarza, comisario de la exposición y fundador de Fénix Aragón. 

La maternidad y la infancia no pasan desapercibidos en estas muestras artísticas. Los más pequeños reflejaban también con detalle las condiciones en las que vivieron. “Los niños podían ver al padre media hora a la semana, están con las madres hasta que cumplen 13 años y ya entonces pasan a estar con ellos pero los padres nunca se ven” cuenta Yarza. 

Elsbeth Kasser, el primer ángel de Gurs por su dedicación al campo y sobre todo a los niños, ya que creó una escuela, también fue representada como agradecimiento por su labor. Ahora la Fundación que lleva su nombre y la Amicale du Camp de Gurs, insisten en preservar el recuerdo de esos tiempos pasados en honor a esta enfermera que por miedo guardó tantos años silencio. “Todos los que ayudan a preservar ese recuerdo también son ángeles de Gurs” recuerda Fernando Yarza. 

La unión de esta presentación con el ciclo “La Imagen de la Memoria” de ARMHA nace hace tres años cuando se estrena el documental titulado “Gurs, historia y memoria” disponible en varios países e idiomas. En la tercera edición de lo que es el ciclo, se abarcan actividades complementarias como la proyección de documentales, mesas redondas, presentaciones de libros u obras de teatro. Debido a la situación de la pandemia muchos de ellos se han pospuesto, “nos está recortando bastantes posibilidades, pero con todo hay que seguir ocupando el espacio público, hemos estado buscando alternativas, por ejemplo las presentaciones de libros las haremos en la Pantera Rossa” incide Gómez. 

Todas esas historias y la exposición sirven también como reivindicación de los campos de refugiados de la actualidad, “es un reflejo de lo que está pasando ahora en Argelia o Idomeni. Ahí tenían cabañas de madera, aquí las tienen de plástico, allí se colaba el agua por todas las rendijas y aquí también, ahí no tenían servicio sanitario, aquí tampoco” destaca Yarza. 

Sin embargo incluso en la tristeza y la miseria más absolutas se consiguen rescatar historias para el recuerdo. Serafín Franco ingresa en el campo de Gurs tras haber estado previamente en Argelès-sur-Mer. Tiene un amigo llamado Pascal Villacampa que tenía familiares en Francia y venía su tía y su prima Ivonne para llevarle ropa o comida que comparte con su compañero. Serafín, que es ebanista de profesión, en agradecimiento le hace a Ivonne un joyero con la madera de las barracas, con un cristal que encuentra en el campo de espejo y su camisa para el forro. Finalmente sale del campo, encuentra trabajo, se casa con Ivonne y tienen tres hijos. El joyero todavía lo guardan sus hijos como un auténtico tesoro. 

No es extraño que las generaciones futuras continúen preservando la historia de sus familiares. Luis Villalba, que era carpintero y Carmina Rodríguez, una asturiana que estuvo de 1941 a 1943 en el campo a la que le costó cuatro años llegar, se encuentran, se enamoran y tienen dos hijos. El presidente de la asociación francesa Tierra de Memoria y Lucha, es su hijo Raymond Villalba. “Él siempre dice que si no fuera por el campo de Gurs él no estaría allí”, destaca Yarza.

Aunque el rescate de estas historias no eclipsa la tristeza y el dolor que ha ocultado el campo durante tantos años. 

“No se reabren heridas, son heridas que no están cerradas”

Países como Suiza abrieron el camino hacia la reflexión y asimilación del pasado, algo que no ocurre en todos. En España, la memoria histórica es un tema polémico a la vez que interesante, “está  ideologizado, todos lo partidos políticos en momentos de petición de votos tiran mucho de él porque saben que es un tema muy sensible sobre todo para la izquierda pero en el fondo no es un tema que no se ha abordado en serio por parte del estado” subraya Gómez. 

Las visitas guiadas agotadas en el mes de noviembre revelan que el tema suscita interés no solo para las personas mayores sino también para los jóvenes, “la gente se sorprende de que esto exista, dicen me da vergüenza no saber nada de lo que me están contando, a solo 70 kilómetros de la frontera. Es como si no nos importara lo que ocurrió con los 500.000 ni nos importa que pasó con casi el millón de reclusos que hubo en los campos de concentración y los 196 españoles. Hay que pasar página pero primero hay que escribirla y leerla para no dejarnos manipular” incide Yarza.

Los integrantes de las asociaciones de memoria histórica, los profesores y diversos divulgadores son en gran parte los encargados de ayudar a identificar a todas aquellas personas que fueron asesinadas, torturadas, enviadas a la cárcel o que se exiliaron aunque sobre todo tienen la tarea de escuchar. “No se reabren heridas, son heridas que no están cerradas, hay que mirar la realidad de cara, decir lo que ha pasado, reconocer la historia de esas personas, conocer nuestro pasado, como fue de verdad, explicarlo a las nuevas generaciones” recalca Gómez. Además añade que el objetivo es no volver a repetir los mismos errores en el presente, “siempre se ha dicho verdad, justicia y reparación, pero hay una cuarta que es más importante que es la garantía de no repetición, si en este país sabemos lo que pasó muy posiblemente detectemos si alguien quiere volver al ambiente que propició el que hubiera esa masacre. Hoy en día tenemos claramente el ejemplo de Vox”. 

Fernando Yarza coincide con esta opinión, “es fundamental no volver a repetir los errores del pasado, hay mucha gente que para que nosotros estemos aquí ha luchado mucho, ha sufrido mucho y gracias a ello estamos aquí, a muchas Elsbeth Kasser, republicanos que pasaron por Gurs y muchos otros campos y que recorrieron el mundo” concluye.