Javier Benito: “Lucho cada día por mantener la esencia de La Lata de Bombillas, más que una sala, es un lugar de encuentro con una familia”

Javier Benito, fundador de La Lata de Bombillas, confiesa que la sala ha sido mucho más que un simple local de música. Gracias a la tenacidad, cabezonería, riesgo y un punto de locura e inconsciencia, lo que comenzó como un proyecto humilde, se convirtió en un espacio de culto para los amantes de la música indie y el rock alternativo. Un lugar mítico en la escena musical aragonesa cuyo secreto para mantenerse vivo un cuarto de siglo, pandemia de por medio, es el respeto al público y a los artistas, y el cariño, la intensidad y la ilusión de mantenerlo en pie de su fundador.

La Lata de Bombillas se inaugura un 11 de septiembre de 1999 en Zaragoza ¿Cómo surge la idea de poner en marcha esta sala?

Junto con María Lozano, quien fuera mi pareja y con quién llevé el negocio durante los primeros diez años, comenzábamos a descubrir la música indie que en aquel momento estaba despuntando en Zaragoza, sobre todo con la aparición en la escena musical de El niño gusano, un grupo de indie pop aragonés, en 1993, integrada por Sergio Vinadé, Sergio Algora, Mario Quesada y Andrés Perruca. Yo tenía por aquel entonces otro local más noventero, pero ambos sentimos la necesidad de poner en marcha un proyecto en el que tuviera cabida la música indie y que nos representara a los dos, y así nació La Lata de Bombillas.

¿De dónde viene el nombre de la sala?

Una de las canciones preferidas de María y mía era 'El hombre bombilla', de El niño gusano. Ambos queríamos que el grupo estuviera presente de alguna manera en el local, y yo en aquel momento coleccionaba latas, así que en una asociación de ideas surgió el que sería el nombre definitivo de la sala: La Lata de Bombillas. Es curioso porque ni María ni yo recordamos cómo fue ese momento exacto en el que decidimos mezclar las bombillas con las latas, pero de lo que estamos seguros es de que fue un chispazo, cuando surgió el nombre supimos que era perfecto, no buscamos más. Empecé a hacer bocetos de la lata que cuelga de nuestro escenario y del logo, nos pusimos en contacto con Óscar Sanmartín, un reconocido artista aragonés que les hacía las portadas al grupo de El niño gusano y todo se puso en marcha.

¿Cómo se sobrellevan 25 años en la hostelería?

Esta es una sala unipersonal, hay mucho más trabajo de lo que la gente cree. A comparación de las salas más grandes que tienen personal para producción y contratación de conciertos, para llevar las redes, este es un bar pequeño donde todo eso lo hago yo entre semana, además de abrir el local. A esto se suma la limitación económica por ejemplo a la hora de contratar grupos. Es duro, pero es una pasión que sobrevive en mí durante 32 años, y con los cambios que presentamos en este aniversario queremos mostrar que vamos a seguir aquí, que no vivimos de las rentas y que miramos hacia el futuro con ilusión.

¿Cuál es la esencia de la sala?

El cuidado de la programación y el respeto tanto hacia el público como con los artistas. Somos muy puntuales con el comienzo de los conciertos, no nos gusta que tengan que estar esperando al público, la gente esto lo saben y vienen puntuales. Pero, sobre todo, La Lata de Bombillas queremos que siga siendo algo más que un bar, que sea un punto de encuentro y un referente cultural en la ciudad. Hacemos presentaciones de libros, actividades culturales, todo lo que se nos ocurre, pero siendo siempre fieles a esa esencia nuestra, como lo hacemos al seleccionar la música de las sesiones que nos caracterizan.

En este cuarto de siglo habrán visto de cerca la vida de sus “parroquianos”, de la gente que se acerca a la sala como ese punto de encuentro que pretende ser.

Hemos celebrado bodas, prebodas y postbodas en la sala. Parejas que se han hecho las sesiones de fotos en el local porque se habían conocido aquí. Ahora hay clientela más joven, de 21, 26 años, para los que La Lata ha sido un referente en sus vidas porque han crecido con ella y ahora lo sigue siendo. Es emocionante vivir con ellos estos momentos especiales de sus vidas.

La pandemia supuso un golpe duro para la hostelería, especialmente para las salas de conciertos ¿Cómo vivó La Lata de Bombillas aquel momento?

Durante la pandemia quisimos mantener de alguna manera el vínculo con los clientes, con la familia de La Lata, así que puse en marcha una idea que me rondaba desde hace tiempo. Lancé un concurso de microrrelatos pidiendo ayuda a la gente para fueran los clientes quienes inventaran cómo había surgido el nombre del local. El libro está editado, quería haberlo sacado antes, pero me atasqué en los agradecimientos (son tantos) y finalmente, la compilación de todas esas historias que se titulará “Arriba con ella”, verá la luz ahora, coincidiendo con la celebración del 25 aniversario.

En 2017 la sala cambia de ubicación ¿qué motivó ese traslado?

El local originario en la calle María Moliner, entonces en plena ebullición, era vecino de otros bares míticos como El Central, El Cairo, La Gruta, el Laberinto y El Fantasma de los Ojos Azules. Fueron años maravillosos, para nosotros, los mejores y más auténticos de la sala, con toda la inocencia y las ganas de la juventud. Yo tenía 27 años y María 20. Nada importaba. En 2017, la mayor parte de estos espacios emblemáticos habían desaparecido y la sala se enfrentó a un momento delicado. Gracias al consejo y la ayuda de muchos amigos, al final aposté por trasladar La Lata a su actual ubicación en la Calle Espoz y Mina. No sabía si lo estaba haciendo bien, me jugaba lo que tenía, pero fue la mejor decisión que pude tomar. Este cambio de ubicación ha sido como un renacer de la sala que ahora mira todavía más al futuro con la renovación de la fachada y la decoración interior.

¿Cómo van a celebrar el 25 aniversario?

Se ha preparado un ciclo de conciertos especiales que han arrancado este 11 de septiembre, coincidiendo con el día del aniversario, de la mano de una de sus bandas fetiche, los míticos The Wave Pictures, uno de ellos grupos internacionales de este momento. La celebración terminará con el final de temporada, en junio de 2025, y hasta entonces actuarán más de 25 artistas, vinculados de alguna manera al local, o con una trayectoria paralela. Se podrá ver actuar a Sidonie, Triángulo de Amor Bizarro, Tulsa, Joe Crepúsculo o Santi Campos, entre otros. Además, de contarán también con 25 grupos aragoneses a los que hemos visto crecer y evolucionar.

No podemos cerrar esta entrevista sin que cuente una de las anécdotas que caracterizan a la sala, aquel traslado de ubicación ¿Cómo lo vivieron?

Teníamos que trasladar la mítica lata que cuelga del escenario, había que alquilar una furgoneta, mil cosas, así que se nos ocurrió llevarla a hombros por la calle. Surgió así, como una ocurrencia, una broma. Tuvimos que pedir los permisos pertinentes, y al final el traslado se convirtió en una procesión en la que hubo de todo: manolas con sus peinetas, toquillas, penitentes, muchos devotos. Incluso, como en las de Sevilla, hubo muchos nervios, salió el día lluvioso y pensamos que no podríamos salir, te juro que entendí a los nazarenos. Finalmente, la procesión salió escoltada por la policía, hubo parada para disfrutar de unos temas de El Brindador y a la llegada, no hubo saeta, pero Sergio Vinadé nos regaló un momento entrañable cuando cantó Mediterráneo desde un balcón. Fue uno de los días más felices y emocionantes de mi vida. Este es sentido y la esencia de La Lata de Bombillas, y por ella sigo luchando cada día.