Mercy Rojas, la artista textil que teje en dirección al ecofeminismo y la cultura comunitaria
“A lo largo de la historia múltiples son los casos en los que el textil ha sido el periódico del pueblo, un diario contra la violencia patriarcal o el sustento económico de las familias. Desde la prehistoria nos ha arropado y los espacios de hilado y tejido han sido lugares seguros y sororos entre las mujeres. Mi abuela bordó mi nombre en mi primera ropa, mi madre borda con mi pelo, mis amigas tejen cuidados y las ancestras en el transcurso de los siglos han hilado memoria”.
Memoria. Así define Indira Vega Rojas al arte textil del que ha mamado desde la infancia gracias a la influencia de su madre, Mercy Rojas Arias, una artista cuya obra la componen los hilos, el ecofeminismo y la cultura comunitaria.
En un encuentro con elDiario.es, estas dos artistas de origen colombiano muestran el pensamiento jerárquico y patriarcal que envuelve a todo lo relacionado con el textil, desvalorizado en incontables ocasiones o calificado incluso como el “arte de sumisión de las mujeres”.
Mercy Rojas reconoce que a sus talleres de arte textil acuden numerosas alumnas frustradas con el bordado porque lo han aprendido en la escuela durante el franquismo: “Me cuentan como las monjas franquistas eran muy rígidas y les obligaban a coser en los talleres de costura de la Sección Femenina de la Falange Española, algo que hasta cierto punto les ha resultado traumático”.
No obstante, la bordadora se alegra de que ahora estas mismas mujeres pueden encontrar, en los talleres que imparte a través de su colectivo Mottainai.ZGZ, en la capital aragonesa, unos espacios más tranquilos, de respeto y sororidad, donde tienen la oportunidad de compartir vivencias y crear obras de arte únicas, confeccionadas con sus propias manos.
Mercy Rojas comenzó bordando con su madre en el seno del hogar, al igual que tantas otras mujeres. Recuerda con nostalgia aquellos momentos de cobijo, aunque reconoce que no era consciente de hasta qué punto un par de hilos podían suponer una vía de denuncia social y expresión artística. Cada migración es un duelo y en su caso fue muy duro dejar Colombia, hasta el punto de no poder hablar sobre su tierra natal. Ya en España decidió bordar ‘Bosque de Mujeres’, una obra de cuatro piezas en honor a todas las madres colombianas que han perdido a sus hijos por la violencia generalizada que tenía lugar en el país.
“A raíz de tejer Bosques de Mujeres pude reconciliarme con Colombia y poder hablar sobre lo que allí sucede. Para mí bordar supuso un proceso curativo y de sanación, me di cuenta que el textil iba más allá y que con él podía expresarme. Es un arte con A mayúscula”, confiesa emocionada.
Las arpilleras chilenas
Uno de los ejemplos de como este arte hecho por mujeres ha sido realmente poderoso a la hora de mover hilos sería el de las arpilleras chilenas. Una arpillera es una pieza textil gruesa usada para confeccionar ropa, cobertores y tapicería. Durante los 17 violentos años del régimen dictatorial de Augusto Pinochet, un grupo de mujeres plasmaron tanto sus vivencias como las del pueblo chileno en estos materiales y los exportaron al exterior, convirtiéndose en los conocidos como “periódicos del pueblo”.
La historiadora del arte Soledad Schönfeld argumenta que “esta red de apoyo solidario permitió sortear los mecanismos institucionales de aquel marco represivo e interpelar al presente desde el presente. El testimonio en primera persona del terrorismo de Estado (hecho manifestación plástica de su momento) deviniera documento y registro artístico para hacer su aporte en la construcción de la memoria”.
Lo que al principio se tildó de “bobadas femeninas” fue después perseguido por el alcance exterior que supuso. El Museo Reina Sofía en Madrid ha recibido cinco arpilleras chilenas procedentes de Conflict Textiles y las ha presentado el pasado mes de octubre en una jornada titulada ‘Coser para curar. La arpillera como lenguaje y resistencia’.
Tanto Mercy Rojas como su hija Indira Vega insisten en que el textil no es solo artesanía -la cual se puede replicar-, ni un elemento decorativo, sino que también sirve para crear arte con un fuerte componente político y social. En la obra ‘#Serlídersocialnoesdelito’, Mercy Rojas diseña una pieza donde se bordan cada uno de los cuerpos de los líderes sociales asesinados en Colombia después de la firma de los tratados de paz entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP), en 2016.
Además, destaca que la mayoría de los materiales que emplea en sus obras son reutilizados, regalados, de la basura o comprados de segunda mano.
Contra la jerarquía del arte
Se podría decir que esta disciplina tiene dos caras de la misma moneda: por un lado, la hegemónica, que haría referencia al arte más jerárquico, estándar y esteticista, donde prima el concepto de la “belleza por la belleza” y los criterios técnicos y esteticistas; y, por otra parte, una realidad más social donde se predomina el trasfondo de la obra.
Mercy Rojas lamenta que cuando se organizan exposiciones, los comisarios de arte actúan como jueces que eligen quién sí y quién no, sin prestar atención a lo que hay detrás de cada pieza y priorizando los trabajos individuales a los colectivos.
“En el caso de las artistas textiles muchas veces nos han excluido por tener un discurso social o por no entrar en sus criterios de ventas. Por ello organizamos nuestras propias muestras desde lo social, lo que implica tener unas obras diferentes en las que importa el significado y no tanto la educación previa o los premios que pueda tener la persona que expone”, argumenta.
Esta idea de lo comunitario queda retratada en todos los talleres impartidos por el colectivo formado por artistas textiles en el que participa Mercy Rojas, Mottainai.ZGZ. El año anterior se celebró uno que consistía en bordar “capuchas combativas”, las cuales pueden recordarnos a aquellas que vestían los zapatistas en México. “El objetivo es unirnos, eliminar el ‘yo’, el ego, y formar parte de un mismo movimiento social en igualdad”.
Mottainai.ZGZ se imparte, a su vez, desde el ecofeminismo. En el transcurso de cada iniciativa se cose, se habla y se debate sobre distintas cuestiones como las relaciones personales, las maternidades o el envejecimiento. En la actividad de ‘Fotobordado corporal’, las participantes deciden qué parte de su cuerpo fotografiar para después intervenirlo con el hilo y crear un diálogo consigo mismas.
“Significa admitir, admirar y reconciliarse con ese momento en el que la persona se encuentra. Ha habido quienes han tejido sobre imágenes que inmortalizaban lesiones, así se realiza una nueva lectura con los cuerpos desde los hilos y otorgando un significado especial a cualquier aspecto que percibían de una forma negativa”, narra Mercy Rojas.
Relevo para estas artes
Las telas se asocian a un concepto muy cercano, el hogar, y el textil representa ese escenario familiar en el que están presentes las muñecas, los manteles, los cuadros, o los cojines; por eso se crean unos espacios tan potentes donde aflora la comunicación y la creatividad.
El textil es extremadamente lento, por más rápido que uno sea. Para la bordadora esta cualidad es fundamental porque se crea un “universo de lentitud y de suavidad” que va en contra de las exigencias del mundo moderno, acelerado y capitalista.
Indira Vega resalta que en los talleres se encuentran mujeres de todas las edades y agradece la presencia de aquellos jóvenes que tratan de retomar los ‘viejos oficios’ como podrían ser también el pastoreo o los curtidores, entre otros. “España alberga tradición y folclore, pero un montón de sus saberes se desprecian y se pierden. Confío en que la juventud despierte y retome estas artesanías propias porque nadie se va a levantar de la tumba para enseñarnos. O tomamos relevo ahora o estas artes se mueren”, advierte la artista.
Hilaku: encuentro de arte textil en Zaragoza
La Asociación Mottainai.ZGZ está celebrando en la capital aragonesa el VII Encuentro de Arte Textil Internacional 'Hilaku', del 2 de noviembre al 1 de diciembre, que se compone de un circuito de exposiciones repartidas en tres salas: dos presenciales (Centro Joaquín Roncal y Harinera ZGZ) y una virtual, a través de la página web www.hilaku.art.
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