Veinte años duró el viaje de Ulises de vuelta a Ítaca, 20 años que la compañía Clásicos Luna lleva contando su historia a alumnos y ciudadanos. Adaptándose a los tiempos y a las nuevas generaciones a través del humor, la puesta en escena y los diálogos de sus personajes. Este reconocido proyecto educativo busca, junto con su compañía hermana La Clac, no solo el reconocimiento del teatro y del mundo de las artes y las letras, sino también formar a los alumnos en responsabilidad, compromiso y destreza para afrontar las dificultades de la vida adulta.
Tras un año de parón provocado por la pandemia, alumnos y profesores se preparan en su último día de ensayo antes de pisar las tablas del Teatro Principal. Los alumnos corren de allá para acá con sus trajes todavía a medio vestir, se forman corrillos en donde las voces hablan con nerviosismo e ilusión antes de que el director les mande callar; va a empezar la primera escena. En ella, una clase lee el propio texto de la Odisea. Los alumnos recitan al unísono los versos de Homero en un tono claro de falta de interés. Este sencillo pero efectivo metalenguaje demuestra la experiencia y el entendimiento de la compañía hacia los alumnos con los que trabajan y a los que se dirigen. “Esto en la primera Odisea no aparecía (eran los dioses quienes introducían la obra), pero nos dimos cuenta de que hacía falta un contexto actual. Decidimos coger una clase en la que están trabajando la Odisea y de repente, dos de esos personajes vuelan y entran en el mundo de la Odisea. También facilitando la lectura, es decir, leer e imaginar van cogidas de la mano para vivir un mundo aparte” explica Juan Luis Pérez, cofundador de La Clac y uno de los dos directores de la obra. “También hay que tener en cuenta que para muchos de estos alumnos es la primera vez que se suben a un escenario, necesitan que les expliques y que lo noten como algo propio” al igual que el público.
Adaptado a los nuevos tiempos
Algo en lo que además siempre ha destacado la compañía es en su humor y en los recursos de la puesta en escena para adaptar una obra de más de 2.000 años de antigüedad. “Utilizamos la música como hilo conductor, antes de adaptar ya estamos pensando cómo va a ser la puesta en escena, de tal manera que cuando hacemos una primera lectura ya vemos con los chavales si realmente hemos dado en el clavo. Y sobre esa adaptación vamos limando y limando, de manera que son obras que se realizan a lo largo del tiempo; La Odisea ha tenido tres adaptaciones diferentes desde 2008 porque los chavales han cambiado, su humor ha cambiado y nosotros hemos tenido que adaptarnos”. Además reconoce que esto es también necesario para el público “Muchos de ellos no han ido al teatro, si lo primero que les metes es un ladrillo, lo que vas a conseguir es que no vuelvan. Luego ya vendrán otras obras en su vida”.
Clásicos Luna cuenta con un reparto de 60 alumnos de todos los cursos, en el que también vuelven a participar profesores y exalumnos y que busca además potenciar “el compromiso, el compañerismo y la responsabilidad y que entiendan que esto es un trabajo de todos. ”Generalmente nuestras obras son obras corales donde los alumnos realizan varios papeles y cuyo objetivo es que entiendan que todos y todas caben“, explica Mª Ángeles Parroqué directora de actores.
Una obra de todos
Y es que para el proyecto participan todos los departamentos del instituto, aunque este año se han visto afectados por la pandemia. “En plástica, por ejemplo, realizan los carteles de la obra y se intenta que cada profesor integre en su programa elementos de la cultura grecolatina que tanto nos ha influido”, añade Esther López, profesora coordinadora del proyecto. “También se busca potenciar las relaciones sociales entre los propios alumnos, grandes y mayores, de hecho, cuando los pequeños, que van más cortados, ven a los alumnos más mayores que salen a bailar o a profesores, se les quita la vergüenza. Intentas también que a los alumnos que les cuesta vivir el instituto como algo suyo, vean el teatro como una forma de integrarse”.
También los propios alumnos reconocen la importancia del proyecto y su relevancia dentro del centro, “mucha gente que ha pasado por el Pedro de Luna ha participado en la obra y es algo que se recuerda con mucho cariño, de modo que quería participar antes de terminar el instituto” cuenta Esther Jiménez, de 2º de Bachillerato. También reconocen el aprendizaje de “convivir y trabajar con diferentes personas y la sensación de crear piña”, tal y como explican Ignacio Andrés y Guillermo Laso, ambos de 1º de Bachillerato, a pesar de las dificultades de la pandemia, ya que tras dos años de parón varios alumnos dejaron el proyecto al finalizar los estudios.
Y es que, a pesar de los numerosos premios, como el premio Buero de teatro juvenil de 2019, también afrontan varias dificultades, entre ellas la económica: “Todo esto cuesta mucho dinero” reconoce Esther. “No tenemos ningún tipo de subvención, nos financiamos de la actuación del principal y de donaciones. Los trajes son reciclados y los cosemos nosotros. La financiación es una de las principales dificultades a pesar del constante apoyo del centro”. Además explica que “Antes sí que recibíamos apoyo por parte del Ayuntamiento de Zaragoza dentro del Plan Integral del Casco Histórico y realizamos un proyecto en el que mostrábamos una maniobra por los colegios de la zona, como el Cándido Domingo o el Gascón y Marín, pero este año no hemos recibido respuesta”, concluye Esther.
Al día siguiente los alumnos se encuentran bajo los focos del teatro, practicando una última vez las entradas del diálogo y sus movimientos. Para tranquilizarlos Juan Luis les dice que si se lo pasan bien nada puede salir mal. Al otro lado del telón, sus compañeros de pasillo y los que fueron y serán sus maestros les esperan preparando un aplauso que resonará desde Troya hasta Ítaca.