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Salvar el último cine clásico de Zaragoza tiene un precio

El viejo y majestuoso Cines Elíseos, en pleno paseo de Sagasta, ha hecho sufrir por etapas al ya de por sí ajado corazón de los cinéfilos de la capital aragonesa. Primero, en el verano de 2014, cuando el desmantelamiento de su cartelería les hizo pensar lo peor. Los propietarios por aquel entonces, la sociedad Zaragoza Urbana (responsable también de las multisalas Palafox y Aragonia), lanzaron un mensaje de tranquilidad: se cerraba por unos meses para adaptarlo a los nuevos sistemas de proyección.

Pasó el tiempo, las puertas no reabrían, y, en octubre de este año, una nueva señal alertó a los amantes del séptimo arte: “Se vende”. En realidad, se dijo, lo que se sacaba al mercado era el restaurante adyacente. Para entonces, las alarmas ya habían saltado y se había creado la Asociación Cinema Elíseos, con el objetivo de preservar ese emblemático espacio para la cultura. Y en una de sus primeras actuaciones surgió la sorpresa: en realidad, el cine ya había cambiado de manos en julio.

El nuevo dueño de los Cines Elíseos, a través de su sociedad patrimonial, es Manuel Villarig, fundador de Telnet Redes Inteligentes. El empresario, en una entrevista con El Periódico de Aragón, ya dejó claro que entre sus opciones no está la reapertura del local como sala de proyecciones, ya que el objetivo es alquilarlo para “sacarle una rentabilidad”.

La Asociación Cinema Elíseos, presidida por Agustín Monllor, tiene otros planes. “Queremos, como mínimo, que el bien se conserve lo máximo posible; como máximo, nos gustaría que  siguiese siendo un cine”, apunta Monllor. La fórmula sería la de “un espacio multicultural” gestionado por la propia asociación, un propósito para el que cuentan con varias vías.

Uno de los elementos a los que se ase la esperanza de la asociación es que los Cines Elíseos están incluidos en la lista de Bienes Catalogados del Gobierno de Aragón. Esta protección permite a las instituciones públicas o a cualquier asociación sin ánimo de lucro ejercer el derecho de retracto para adquirir el bien durante los seis meses siguientes a la comunicación de la transacción (lo cual ocurrió el 19 de octubre). 

Esta opción, para Monllor, “es posible, pero improbable”, ya que el valor de la venta superó los 3 millones de euros, según la información de la que dispone la asociación. “Las arcas de la administración no están para tirar cohetes, y más en el momento de emergencia social que vivimos”, reconoce.

La Asociación Cinema Elíseos va a perseguir que la sala, que abrió sus puertas en 1944 y fue la primera sala de arte y ensayo de la capital aragonesa, sea declarada como Bien de Interés Cultural, un nivel superior de protección patrimonial. Cuanto menos, van a intentar “que la catalogación del bien sea lo más precisa posible para evitar al máximo las modificaciones”.  Villarig, por su parte, ha manifestado su compromiso de preservar el patrimonio del local (que “destaca por su decoración clasicista utilizando mármol, madera, latón y terciopelos”, según el portal del Gobierno de Aragón, con independencia de cuál sea su ulterior uso. Pero para Agustín Monllor, “convertirlo, por ejemplo, en una tienda de ropa, devaluaría por completo su esencia”.

Villarig se puso en contacto con Monllor para trasladarle sus intenciones respecto a los Cines Elíseos. “Aproveché la ocasión para comentarle si estaría dispuesto a alquilarnos el espacio, a lo que el respondió positivamente”. Sin embargo, según los cálculos de la asociación, el arriendo de un local de esas características en esta céntrica zona (próximo a la 'milla de oro' en la que ha tomado posiciones Inditex), supondría entre 15.000 y 20.000 euros al mes.

El 'último mohicano' de los cines clásicos de Zaragoza

Monllor y los cerca de 40 voluntarios con los que cuenta Asociación Cinema Elíseos no solo no pierden la esperanza, sino que preparan una batería de actuaciones para alcanzar su anhelo de poder reabrir los Cines Elíseos como “casa para la cultura aragonesa”.

Van a intentar salvar al 'último mohicano' de los cines clásicos de Zaragoza, tras la desaparición en las últimas dos décadas del Cine Coliseo, los Cines Goya o los Cines Mola, además de otros que tuvieron menos tiempo para ser considerados históricos, como los Cines Buñuel o los reivindicados Cines Renoir, cuya clausura en 2012 también dio pie a la creación de una asociación para intentar, sin éxito, su reapertura.