Las denominaciones de origen de vino aragonesas se preparan para comenzar la vendimia de las miles de hectáreas de viñedos que bañan la comunidad. La más temprana de todas, la del Somontano, empezó en torno al 20 de agosto abriendo una temporada que continuará la D.O. de Cariñena y el Campo de Borja, en la primera semana de septiembre. La última será Calatayud, pues hasta principios de octubre no tiene previsto empezar.
En general, las previsiones de cosecha son buenas y tienden a igualar la cantidad recogida el año anterior, a excepción de Cariñena, que prevé recoger un 23 % menos que la media de la última década o el Campo de Borja, que también espera un descenso. Pero, más allá de la cantidad, si algo caracteriza a los vinos aragoneses es la variedad de uvas, que hace muy difícil que el consumidor caiga en el aburrimiento.
La extensión del terreno permite cultivar en Aragón uvas autóctonas, como la garnacha vieja procedente de viñedos de más de 65 años de antigüedad, cuya demanda aumenta en el mercado internacional, y otras extranjeras como el gewürztraminer, una variedad de origen francés que ha arraigado muy bien en el Somontano y que gusta mucho al cliente nacional.
Precisamente la D.O. Somontano prevé cosechar 19 millones de kilos de uva, una cantidad ligeramente superior a la del año anterior (18,7), pese a la sequía que ha imperado en parte de la temporada. Unas 4.000 hectáreas de viñedo, 15 variedades de uva y 32 bodegas son los números que definen a esta denominación situada en la provincia de Huesca, cuyo mercado principal es el nacional. De hecho, es la que menos exporta de todas. Solo un 30 % de la producción va a otros países, mientras que el 70 % se queda en España principalmente en Cataluña, País Vasco, Madrid y la zona de Levante.
El enoturismo explica en gran medida esta penetración en el mercado nacional como apunta la presidenta del Consejo Regulador de la D.O Somontano, Raquel Latre. “Hace diez años que se constituyó la ruta del vino y la mitad de nuestras bodegas tienen sus puertas abiertas con actividades y propuestas para los visitantes”, manifiesta.
Pero lo que diferencia y caracteriza al Somontano es la diversidad de variedades y esto es posible gracias a la orografía del terreno, de tal forma que se pueden encontrar viñedos a tan solo 350 metros de altitud y otros a más de mil. A las variedades autóctonas de la zona, como la Garnacha o el Tempranillo, se suman otras que, aunque de origen francés, son ya tradicionales, como el Chardonnay o el Cabernet. El Somontano es de esos territorios nacionales donde mejor comportamiento tienen estas variedades que muchos llaman foráneas, aunque en el territorio las sienten ya como propias, indica Latre.“Hay gente que dice que viene al Somontano y nunca se aburre porque siempre catar y probar cosas nuevas”, añade.
Pese a esa variedad, los vinos de esta zona tienen también una seña de identidad: son expresivos; buscan una concentración aromática y tienen una acidez muy marcada.
Exportan a 56 países
Por su parte, la D.O. de Cariñena, con 14.300 hectáreas de superficie, espera cosechar esta temporada 66 millones de kilos de uva, un 23 % menos que la media de los últimos años, una cantidad que se aleja también de la cifra del 2018 cuando se batió récord con 109 millones de kilos. “Pero aquello fue una excepción y no es comparable”, matiza el presidente del Consejo Regulador, Ignacio Casamitjana. La escasez de precipitaciones en otoño y las altas temperaturas registradas en verano han afectado al proceso de la viña, pero pese a ello, las expectativas no son malas, sobre todo si se compara con otras denominaciones a nivel nacional. “No nos podemos quejar, el campo es así nos tenemos que adaptar a lo que viene”, reflexiona.
Esta denominación de origen, la más extensa de Aragón, comercializó en 2018 53 millones de botellas, de las cuales el 68 % se exportó a otros países, mientras que el 32 % se destinó al mercado nacional. Las bodegas trabajan con 56 países en total de todos los continentes, pero especialmente exportan a Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y China.
La garnacha sigue siendo la variedad estrella, pero entre los objetivos del consejo regulador está promocionar todavía más la variedad autóctona Cariñena conocida en la zona como “tinta” aunque en otros lugares de España se la denomina mazuela.
Casamitjana explica que, aunque esta variedad siempre se ha cultivado en la zona, hasta ahora no se había apostado por ella debido a las complicaciones que entrañaba su cosecha. De momento, tienen 600 hectáreas y no tienen previsto ampliar hasta que no aumente la demanda, algo que, sin embargo, podría producirse pronto motivado por los premios que recientemente han recibido. “Posicionar estos vinos de alta gama en el mercado y que se vaya conociendo es nuestro objetivo a corto plazo”, puntualiza.
Viñedos con 100 años de antigüedad
Cuando estas dos denominaciones de origen terminen la vendimia, a principios de octubre, comenzarán a hacerlo las 16 bodegas que componen la D.O. de Calatayud en una superficie de 3.500 hectáreas. La previsión que manejan es cosechar 13 millones de kilos, una cifra similar a la del año anterior y con una calidad excelente.
El patrimonio de esta región, que cuenta con viñedos a más de mil metros de altura, es la garnacha, y en concreto la garnacha vieja, siendo la denominación con más hectáreas de esta variedad. En esta zona es fácil encontrar viñedos que tienen 70, 80, incluso 100 años de antigüedad que, aunque no tienen tanto vigor como las viñas más jóvenes, ofrecen un vino de mucha calidad, por eso los viticultores las siguen manteniendo, explica el presidente del Consejo Regulador de la denominación, Miguel Arenas.
“La garnacha es una uva que una vez que alguien la prueba, comienza a tenerla como referencia. En Aragón es un producto de referencia, pero no está demasiado extendida a nivel mundial, aunque en el extranjero empiezan a conocerla ya”, subraya.
Prácticamente toda la producción de esta denominación, el 82 %, se exporta a otros países, especialmente a Estados Unidos, su principal cliente, si bien se han comenzado a abrir también otras vías de comercialización con países asiáticos o del este. En Rusia, por ejemplo, son grandes consumidores y tienen un poder adquisitivo alto. “Han descubierto la garnacha y están muy interesados en ella”, concluye Arenas.
Por otro lado, la D.O Campo de Borja, también en la provincia de Zaragoza, tiene previsto cosechar entre 24 y 28 millones de kilos frente a los 44 del pasado año, cuando batieron su cifra récord.