El sistema económico aragonés comienza a recuperarse de la crisis, pero lo hace sin socializar la mejora de la actividad, según reflejan varios indicadores económicos: mejora el negocio, pero no los salarios.
Los últimos datos del INE (Instituto Nacional de Estadística) indican que el PIB (Producto Interior Bruto) crece a un ritmo del 2,9 % que no alcanzaba desde los alegres años de inversión pública y crédito desenfrenados previos a la Expo: se acerca al 3,2 % de 2006, aunque sigue lejos del 4,1 % del año de la muestra y más del 9 % del que le precedió, en el que se desarrollaron el grueso de muchos proyectos.
El volumen de negocio –eso es lo que indica el PIB- de Aragón se redujo en algo más de 2.000 millones de euros en la fase de mayor dureza de la crisis, al caer de los 35.615 millones de euros de 2008 a los 32.534 de 2012. Los 33.688 de 2015 superan en un 3,5 % ese nivel.
El mismo IPC per cápita con menos gente
En ese mismo periodo, el PIB per cápita, un indicador que refleja el prorrateo de ese volumen de negocio por cada habitante, ha evolucionado en la misma medida al crecer un 3,5 %. Sin embargo, lo ha hecho en tres años en los que, con un ritmo del -0,5 % anual, la comunidad perdió casi 20.000 habitantes.
Y, paralelamente, los salarios –sueldo más cotización- experimentaban un descenso del que, con unos dientes de sierra tan llamativos como los del resto de los sectores, únicamente se libra el sector de la industria.
La Encuesta de Coste Laboral, también de INE, destaca cómo el descenso es especialmente acusado en el sector servicios –más de cinco puntos entre diciembre de 2012 y septiembre de 2016- y en la construcción, donde se acerca al 12 % y duplica el recorte de la industria.
Caen los sueldos y repunta la inflación
El coste salarial de la hora trabajada ha pasado en ese periodo de 15,14 a 14,90 euros, con un desplome más acusado en las nóminas de los trabajadores a tiempo parcial, en las que el retroceso se duplica tras caer de 10,84 a 10,26 euros. Ese 5,4 % resulta todo un indicio de las tendencias precarizadoras que, tras la crisis y la reforma laboral, están devastando el mercado laboral: hay menos trabajo, y cada vez se paga menos por hacerlo, algo que está comenzando a remover estructuras sociales.
En ese panorama, la evolución de la inflación aporta uno de los escasos datos positivos para las familias, con una congelación en los cuatro últimos años, en los que el coste de la vida se ha abaratado dos décimas.
La situación, no obstante, comienza a cambiar, ya que el aumento de los precios en lo que va de año se sitúa en la comunidad en un 1 %.