El Gobierno de Aragón ha puesto en tela de juicio el principal argumento de los partidarios de los cultivos transgénicos: que su productividad sea superior a la de los vegetales convencionales. Y lo ha hecho con datos, según indican las conclusiones de su informe sobre los “resultados de la red de ensayos de variedades de maíz y girasol en Aragón” en la campaña de 2014.
El documento, publicado por el Servicio de Recursos Agrícolas de la Dirección General de Alimentación y Fomento Agroalimentario, cifra en algo más de 54.000 las hectáreas de maíz transgénico que se cultivan en la Comunidad, sobre un total de 100.000 dedicadas a ese vegetal.
Esas 54.000 hectáreas suponen en realidad el 76% de la superficie de tierra que se dedica a ese forraje en Aragón, ya que más de 30.000 hectáreas son “segundas cosechas”; es decir, siembras de primavera tras la siega de otros vegetales que se realizan en los años en que las reservas de agua permiten intentar su producción.
“En Aragón las siembras de OGMs (Organismos Genéticamente Modificados) en este cultivo suponen casi el 40 % de la superficie sembrada en España, valorada según el MARM (Ministerio de Medio Ambiente) en unas 131.500 ha de superficie”, señala el informe, que destaca su avance en los últimos años: “Se ha recuperado por el mayor interés económico del cultivo, y la superficie estimada de siembra de maíz OGM también lo ha hecho en la misma medida, duplicando su superficie con respecto al año 2007”.
La necesidad de una profunda reflexión
Sin embargo, los expertos en Agricultura del Gobierno de Aragón, comunidad predilecta de las empresas que explotan esas variedades genéticamente modificadas, ponen en duda los argumentos de sus partidarios y llaman a “hacer una profunda reflexión sobre su utilización” por dos motivos. Uno, que “las producciones de las variedades convencionales han sido tanto o más altas que sus variedades transgénicas”. Y otro, que “los daños producidos por la plaga de taladro en estos últimos 5 años no han sido relevantes en la mayoría de los casos”.
Las compañías del sector químico que hace dos décadas comenzaron a introducir el maíz transgénico en Aragón, caso de Monsanto, destacaban entre sus ventajas que habían logrado inmunizar al vegetal contra el taladro, un insecto cuyas plagas provocaban tradicionalmente los mayores daños en los cultivos. Sectores críticos del ámbito sanitario y conservacionista llevan desde entonces alertando de que el consumo continuado de alimentos derivados de ese forraje entraña para la salud humana el riesgo de desarrollar resistencias a antibióticos como la penicilina.
“No existen diferencias significativas entre ninguna de las variedades ensayadas en esta campaña”, señala el informe del Gobierno de Aragón, que añade que “toda esta información debería ayudarnos a hacer una profunda reflexión al respecto del uso continuado de material transgénico en las explotaciones”.
Desaparecen las abejas
Por otro lado, un reciente informe de Greenpeace señala a Aragón como la autonomía con mayor deterioro de la calidad ambiental y destaca, entre sus quince ‘puntos negros’, que es “la cuarta Comunidad más amenazada por la pérdida de insectos polinizadores”.
La actividad de estos animales, entre los que destacan las abejas, resulta fundamental para mantener el ciclo vital de los vegetales, tanto los dedicados a la producción agrícola como los silvestres.
“El 68% de los principales cultivos para el consumo directo humano dependen de la polinización por insectos y en Aragón la agricultura tiene un ratio de vulnerabilidad del 17,3%”, indica el documento, que lleva a señalar que “el cultivo de maíz ecológico está en vías de extinción”.
Ese ratio oscila, según la organización ecologista, entre el 2,4 % de Castilla y León y el 16,5 % de Galicia y se sitúa en el 5,4 % en una comunidad vecina como Navarra.
La Comunidad aragonesa genera cada año “una producción estimada de 1.008.000 toneladas de maíz, con un valor de producción de 171,36 millones de euros y un movimiento económico aproximado en Aragón de unos 330,96 millones de euros”.
El grueso de la superficie dedicada a ese cultivo, 54.041 hectáreas de 71.246, está ocupada por variedades transgénicas, que tienen su zona de mayor intensidad en la provincia de Huesca, con 34.103 de las 131.538 hectáreas de OMGs de toda España (el 25,9%). En Zaragoza se cultivan 19.230 que suponen el 86% de las 22.303 dedicadas al maíz en esa demarcación. Teruel cultiva solo 707.
Otras zonas de elevada producción agraria como Andalucía “solo” le dedican 10.692, Castilla-La Mancha se queda en 7.973, Navarra en 7.264 y Extremadura en 13.815. La segunda zona de mayor explotación es Cataluña, con 36.381.
El informe de la Consejería de Agricultura destaca las localidades de Ejea, en el sistema del Canal de Bardenas, y Sariñena, incluida en Riegos del Alto Aragón, como las dos “donde las superficies de OGM son más importantes”.