El Gobierno avala las tres líneas de alta tensión del trasvase de electricidad a Catalunya

Eduardo Bayona

Zaragoza —
1 de octubre de 2023 23:08 h

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Cada tic-tac de la cuenta atrás de la obsolescencia nuclear suena más inquietante para el tejido productivo y el tinglado residencial de Catalunya, un runrún especialmente intenso en el meollo productivo de Barcelona y su cinturón, que se dirige hacia la escasez energética en un proceso simultáneo a otro de sobreproducción energética y dificultades de canalización que se está dando en Aragón.

Esos dos procesos tienen en el ámbito empresarial un punto de confluencia en el planificado trasvase de energía de la segunda área hacia la primera que, con todas las  bendiciones estatales, impulsa el grupo aragonés Forestalia, uno de los principales promotores y productores de energía de fuentes renovables del Estado, mediante un tinglado de tres líneas de alta tensión.

Sin embargo, ese proceso de confluencia en el ámbito de los negocios se desarrolla el paralelo a varios de divergencia entre los que, junto con el rechazo de los habitantes de las áreas afectadas y los grupos ecologistas por el despliegue de parques eólicos y fotovoltáicos y de tendidos eléctricos que apenas dejan retorno económico en el paisaje que soporta su impacto, destaca la oposición de la Generalitat catalana a varias de esas infraestructuras.

Esa posición, que aparentemente se alinea con el ‘renovables sí pero no así’ que retumba desde hace tiempo en las áreas rurales y despobladas que soportan las infraestructuras de generación y de transporte de electricidad, contrasta con el cercano horizonte de escasez energética de esa comunidad, la principal potencia industrial de España con un 23% de la producción, tanta como Madrid y Valencia juntas, pero el grueso de cuyo suministro eléctrico depende a fecha de hoy de tres grupos nucleares que van a superar a medio plazo su vida útil.

El déficit catalán y la sobreproducción en Aragón 

Según los datos del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) sitúan el cierre de Vandellós el 27 de julio de 2030, y el de los dos grupos de Ascó el 2 de octubre de ese mismo año y del siguiente. 

Las de Tarragona serán, con Cofrentes en medio, que lo hará el 30 de noviembre de 2030, las últimas en superar su ya ampliado periodo de operatividad.

¿Y eso que supone a efectos prácticos? Si se atiende a los datos de Redeia, supone que en poco más de ocho años va a quedar fuera de servicio la fuente del 54,6% de la energía que se produce en Catalunya (23.163 Gw.h o gigawatios.hora de 42.427 de medias en los últimos cinco años), donde es necesario un ‘trasvase’ anual de más de 3.000 para atender su demanda, que supera los 45.500, y donde apenas queda espacio para desplegar renovables.

El panorama es bastante distinto en Aragón, donde la generación de electricidad ha crecido en esos mismos cinco años un 34% al pasar de 15.197 Gw.h a 20.936, con un aumento de 8.430 en la fotovoltaica y la eólica que compensa la eliminación de los casi 3.000 que generaba la térmica de Andorra a base de quemar carbón.

Una expectativa de ingresos multimillonarios

Ese volumen de producción que las eléctricas están alcanzando en Aragón va a seguir creciendo si salen adelante los proyectos de parques de renovables que se encuentran en fase de tramitación y de construcción, que sumarán 6.341 Gw a los 10.608 ya operativos según los datos de Redeia.

Un aumento de la generación de esa magnitud, que se queda a tres décimas del 60%, se da con una demanda que, aunque con una clara tendencia descendente, todavía supera los 10.000 Gw.h en la comunidad, lo que, de mantenerse las tendencias, apunta a que el actual excedente de casi 10.000 gigawatios.hora se le añadirán otros más de 6.000 siempre que se mantengan las actuales tendencias de producción y consumo y los proyectos.

Ese escenario abre una expectativa de ingresos brutos de entre 1.790 y 2.680 millones de euros anuales si se tiene en cuenta que, según los datos de Omie, el precio medio del kw.h se situó en 16,752 céntimos el año pasado y en 11,193 en el anterior, entre el doble y el cuádruple de los registrados en la década anterior.

Y ahí es donde se conciben los proyectos de las líneas de alta tensión de Forestalia, cuyo objetivo es transportar esos volúmenes de energía a Catalunya, ya sean producidos en sus  parques o ‘prestando’ la infraestructura a otras compañías eléctricas, para vendérselos a sus empresas y hogares ante la falta de capacidad de la red pública estatal, sin cuya ampliación se cae el negocio y, también, se pierde la producción y cualquier atisbo de compensación o restitución a quienes soportan el impacto de semejante tinglado.

Tres líneas en marcha con la oposición de la Generalitat

Fuentes de la empresa promotora explicaron que las tres líneas tienen ya muy avanzada la tramitación de sus autorizaciones, toda la cual recae en el Miteco, el Ministerio para la Transición Ecológica.

La de Valmuel a Begues, que atravesará la provincia de Tarragona para transportar electricidad desde el Bajo Aragón turolense hasta el Baix Llobregat, ya dispone de la autorización administrativa previa y de una declaración de impacto positiva, mientras que la de Valsalada, en La Hoya oscense, a Isona, que replica el modelo franquista de abastecimiento al conectar desde allí con la red histórica, cuenta con esos dos avales en un tramo de 150 kilómetros mientras que le falta en otro de 24.

La tercera, la que va de Grañén, también en La Hoya oscense, hasta Pierola y Can Jardí, a las puertas de la misma Barcelona, dispone de los permisos para producir en parques que suman 1,7 Gw de potencia en Huesca y Zaragoza y, desde hace unos días, de la declaración de impacto, aunque todavía no tiene la autorización administrativa, para cuya concesión vence el plazo el 18 de diciembre.

Esta última línea es la que encuentra una mayor oposición de la Generalitat, que emitió un informe desfavorable por su impacto en la fauna (el trazado atraviesa áreas protegidas y otras críticas para especies en extinción) y cuya Conselleria d’Acció Climática se plantea recurrir el visto bueno ambiental del Miteco y, en su día, la eventual autorización administrativa.

La Generalitat ya logró que tres tramos del trazado de esta línea de alta tensión que suman 35 kilómetros discurrieran soterrados para atenuar el impacto que supondría la instalación de las torres, algunas de hasta 70 metros de altura.

Las tres líneas del trasvase energético de Aragón a Catalunya, de 220 y de 440 Kv de tensión y bautizadas en su conjunto como Proyecto Sputnik, han sido diseñadas para, con una inversión de alrededor de 7.000 millones de euros hasta 2026, transferir la producción de parques eólicos y fotovoltaicos que sumarán una potencia instalada de 7,3 Gw, seis de ellos de aerogeneradores y más del 90% del total ubicados en territorio aragonés.