El mapa de las autovías en la provincia de Huesca es un mapa inacabado. Los 13,2 kilómetros de la A-22 que unen la capital y la pequeña localidad de Siétamo llevan cinco años sin terminarse y las perspectivas son, como mínimo, de cuatro años más. Y la A-21, que debe conectar Aragón y Navarra, lleva más de una década a un rendimiento casi pleno en la Comunidad Foral, mientras que en el lado aragonés cuenta todavía con tramos cuyas obras, en el mejor de los casos, se hallan a punto de comenzar. La crisis cerró el grifo a partir de 2010 y la desidia del Ministerio de Fomento con las carreteras altoaragonesas se ha convertido en prioridad, sobre el papel, con los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que se aprobarán la próxima semana.
La A-22 fue una de las víctimas más claras de la orden de eficiencia que Fomento publicó en diciembre de 2010 con el objeto de ajustar los costes de las autovías. Proyectada en 2001 para conectar Huesca con la provincia de Lérida, está concluida casi en su totalidad con la excepción de esos 13,2 kilómetros que obligan a desviar el tráfico por la carretera N-240 y convierte los accesos a la capital en un embudo. Los PGE de 2017 contemplan, al fin, una partida plurianual de 56 millones de euros de presupuesto hasta 2010. Un millón se invertirá este 2017. Fuentes del Partido Popular señalan que “se trata de una cantidad reducida porque el tramo todavía no ha salido a licitación. La intención es que se ponga en marcha a finales de año”.
Así, para 2018 se estima un presupuesto de 15 millones de euros, 20 millones en 2019 y otros 20 en 2020. Este tramo, proyectado en 2001 y en el que se puso la primera piedra en 2006, habrá tardado 15 años en finalizarse y habrá costado, en total, más de 72 millones de euros. Lejos de los 42 millones que se estimaban antes de las reformas llevadas a cabo. A cinco millones y medio el kilómetro.
11.000 vehículos al día
Además del precio material, el cierre de la A-22 con nueve años de retraso habrá provocado otra serie de problemas en los municipios afectados. Unos 11.000 vehículos, más de 1.000 de ellos pesados, circulan al día entre localidades como la propia Siétamo, Loporzano, Quicena o Tierz. Es uno de los tramos más transitados de la provincia. Además, el proyecto inicial no superó la declaración de impacto ambiental y el Gobierno central destinó apenas 100.000 euros en los PGE de 2016.
La rotonda edificada para acceder a Tierz fue una solución de emergencia, y en el resto de localidades lamentan los colapsos del tráfico y algunas maniobras peligrosas que siguen siendo obligatorias, con el Estrecho Quinto como punto negro o el cruce de escasa visibilidad para dirigirse hacia Loporzano. Aunque no todo son desventajas. Para algunos. El radar ubicado en el Estrecho Quinto, en el kilómetro 202 de la N-240, es el tercero que más multas por exceso de velocidad expende en España según los Automovilistas Europeos Asociados (AEA). En 2016 sancionó a 33.734 conductores, 92 de promedio cada día.
Reunión del alcalde de Huesca con Fomento
El alcalde de Huesca, Luis Felipe (PSOE), se reunió hace unas semanas en Madrid con el secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Fomento, Manuel Niño, para conocer de primera mano el estado de este y otros proyectos. Además, le trasladó la condición “prioritaria” del tramo Huesca-Siétamo. Sin hablarse de cifras concretas, Niño y Felipe trataron acerca de la conexión de la A-22 con la A-23 y de la búsqueda de soluciones alternativas para el transporte agrícola que no se puede realizar por autovía. Y se puso sobre la mesa la necesidad de que se dé luz verde al proyecto de la Variante Sur de la capital oscense, un gran nudo que una sus salidas en todas direcciones y que está pendiente de una nueva declaración de impacto ambiental después de que caducase la anterior.
El diputado del PSOE en el Congreso Gonzalo Palacín, montisonense y usuario habitual de la Huesca-Lérida, critica que el Gobierno central “juegue con las expectativas”. “Las partidas del año pasado ya eran muy superiores a las que hubo. No me las creo. Si sumamos todas, se tendría que multiplicar el presupuesto de Fomento por 10 y estoy seguro de que en 2018 no estarán”, añade. Palacín entiende que “el coste de ejecución de los tramos de la A-21 y A-23 es muy elevados. No se hacen ni 300 metros con lo que hay. Toca invertir mucho porque venimos de más atrás y la orografía de la provincia es muy complicada”.
Ana Alós, diputada popular en el Congreso y exalcaldesa de Huesca, muestra su “satisfacción” por el trato que estos Presupuestos dan al Alto Aragón y añade que “las reivindicaciones oscenses tienen su respuesta”. En lo que se refiere a las autovías, Alós entiende que “las partidas son suficientes para que todas las obras que se contemplan tiren hacia adelante con secciones plurianuales muy importantes”.
CHA pide cinco veces más
Una visión totalmente opuesta se tiene en Chunta Aragonesista (CHA), que pese a no contar con representación en el Senado ha presentado a través de Compromís 43 enmiendas referidas a 24 proyectos pendientes en la Comunidad Autónoma. El millón de euros para la A-22 sabe a poco a esta formación, que ha pedido que esta cuantía inicial crezca hasta los 5 millones de euros y “se concrete un plazo de finalización para cerrar este cuello de botella”, en palabras del coordinador de CHA en Huesca, David Félez.
También juzga Chunta insuficientes los 51 millones de euros para mejoras en dos tramos de autovía más con los que se trabajará en la conexión con Navarra. A lo largo de 2017 estarán en obras o adjudicados todos los tramos que estaban pendientes. Las obras más avanzadas actualmente son el tramo Lanave-Caldearenas de la A-23, que se cerrará el próximo año, y el Jaca-Puente La Reina de la A-21. Se destinarán, por lo demás, 17 millones a los tramos Monrepós-Caldearenas, Arguis-Monrepós y Lanave-Sabiñánigo, de la A-23, y 12,7 al tramo Jaca-Santa Cilia-Puente La Reina de la A-21.
Las variantes Jaca Norte y Este deben sortear todavía las quejas vecinales, las expropiaciones de terrenos y asegurar la compatibilidad con el Camino de Santiago para concluirse en 2021. En suma, y hasta esa fecha, los tramos señalados de las autovías A-21, A-22 y A-23 van a recibir una inyección de 655 millones de euros para unir Navarra y Cataluña a través de Aragón, un proyecto con dos décadas de precaria vida.