En 1994 se creó el Consorcio Urbanístico Canfranc 2000. Se colocó sobre la mesa una renovación y proyecto urbanístico, incluidas la remodelación de las instalaciones ferroviarias, la renovación del edificio principal y la ejecución del plan sobre los terrenos liberados del servicio ferroviario. Con el desvío y la posterior llegada del tráfico ferroviario a la nueva estación la semana pasada, ha comenzado la cuenta atrás que terminará a finales del 2022.
27 años después se ha cumplido el primero de los objetivos, “habilitar y hacer un nuevo sistema de playa de vías, una nueva estación moderna, acorde con una futura reapertura de la línea internacional de Canfranc, y con el ancho europeo para llegar ahí sin transbordos”, indica Fernando Sánchez, alcalde de la localidad. Para ello, se han aprovechado la zona este, donde los antiguos hangares franceses. Se ha construido un apeadero cubierto completamente con techo, ascensor, sala de espera, paso subterráneo y ascensor. Completada la primera fase, en junio dará comienzo la segunda, que durará 15 meses, rehabilitar el edificio central para convertirlo en un hotel.
“La estación internacional no tenía mantenimiento, se estaba cayendo. Estaba en ruinas y a punto de desaparecer. Ya se ha arreglado la fachada exterior y se le va a dar un nuevo uso. Un hotel de cinco estrellas. Será el motor fundamental con 103 habitaciones y que va a generar 100 puestos de trabajo directos más los indirectos”, explica Sánchez. De las 22 hectáreas que forman el complejo ferroviario, 14 de ellas se van a destinar al último objetivo: “transformar en terreno urbano con viviendas, calles, tuberías de abastecimiento, servicios o plazas. A los edificios y naves que no están dentro de la parte ferroviaria, se les va a dar diferentes usos, también residencial. Como máximo puede haber 133 viviendas tipo loft, porque se mantienen todas las estructuras y no se construye nada nuevo”, señala el alcalde.
Un cambio drástico
Las nuevas viviendas de Canfranc estarán tematizadas. “Queremos que una persona que pasee por la zona pueda retroceder en el tiempo y ver cada edificio para lo que servía antes. Mantener la esencia de la estación internacional con grúas y vagones. Además va a ser un aliciente turístico y va a mover la economía”, destaca Sánchez. “Prácticamente se va a duplicar la superficie urbana del municipio y sobre todo se va a ganar espacio para la ciudadanía. Es la transformación de Canfranc, ha costado mucho tiempo hacer esto porque no es la estación de Atocha en Madrid, es en un pueblo de 600 habitantes en un valle muy cerrado”, manifiesta.
Mariví Sánchez ha vivido y trabajado en la estación internacional. Cuando tenía 15 años sus padres comenzaron a regentar la fonda que había en el edificio central y ella les ayudaba. “De niños jugábamos por los trenes franceses, nuestro parque era la estación. Lo que más me impresionaba era cuando venían los trenes que traían enfermos e iban a Francia. Paraban en la parte española y recuerdo ver a gente muy enferma en camilla que las pasaban al otro tren, en la parte francesa, para ir a Lourdes. Sería sobre el año 1965, había mucha vida”, recuerda. Después, pasó a trabajar en la zona de telégrafos durante cuatro años. Vivió un breve periodo de tiempo en Jaca tras aprobar unas oposiciones, pero volvió a su pueblo natal en el 1982 para instalarse en la oficina de Correos de la estación.
“Tras el hundimiento del puente del Estanguet, cada vez iba todo a menos en el pueblo. Cuando volví aún estaba la comisaría de policía, la aduana y la fonda, pero el médico ya lo habían quitado. No pasaban casi trenes, la vida fue distinta y se fueron llevando mucha gente de Renfe. Ya íbamos hacia una decadencia muy fuerte”, explica Sánchez. Aunque asegura que “la nueva estación ha quedado muy bonita y es muy grande, el esplendor que tiene la otra no tiene nada que ver”. Mariví es positiva de cara al proyecto que se ha planteado en la gran explanada: “No sé qué pasará al final, pero tienen que abrir la frontera para pasar los trenes porque, si no, no tiene sentido esta estación tan maja que han hecho”.
Reapertura del túnel de Somport
El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) ha formalizado el contrato de servicios para la redacción del “Estudio para la reapertura del túnel ferroviario de Somport”, según anunció el pasado martes en el BOE. Por un importe de casi un millón de euros, dispone de un plazo de 33 meses para el desarrollo de los trabajos. El objetivo es la realización de todos los estudios necesarios para restablecer la circulación internacional de viajeros y mercancías en el túnel ferroviario de Somport y habilitar un corredor ferroviario en la línea Zaragoza-Canfranc-Pau, complementario al Mediterráneo y Cantábrico para la conexión entre España y Francia. Las actividades a realizar son: el análisis del estado actual del túnel y la infraestructura ferroviaria existente, el estudio sobre actuaciones necesarias para la apertura del túnel y su evaluación ambiental, así como el estudio de la gestión, explotación y gobernanza del túnel.
El contrato se enmarca en el proyecto “Superando las conexiones perdidas entre Francia y España: sección ferroviaria transfronteriza Pau-Zaragoza. Reapertura del túnel ferroviario de Somport” que cuenta con financiación europea dentro del Mecanismo Conectar Europa. “A la publicación del martes en el BOE se suma la del pasado viernes 16, que cogía la declaración de impacto ambiental favorable al proyecto entre túnel de Balupor y Fiscal. Un paso imprescindible para la continuación de las obras. En definitiva, una suma de actuaciones que evidencian la apuesta decidida de este gobierno por una movilidad de futuro para nuestra provincia”, declaraba Silvia Salazar, subdelegada del Gobierno en Huesca.