Cada día, un candidato a las Cortes cuenta en eldiario.es/Aragon sus experiencias en la campaña. Este blog no se edita y lo que escriben los candidatos es lo que se puede leer al día siguiente.
Un mapa de anhelos e ilusiones
Llamar a Javier Lambán -nuestro candidato a la presidencia de Aragón- y charlar con él sobre la propuesta del día, porque ofrecimos una propuesta ayer, ofreceremos otra hoy, y añadiremos otra mañana; y así desde hace semanas. Somos gente de ideas y lo seremos hasta el final. Salta el pan de la tostadora, llamo a mi madre que al rato dice: “Pero hija… ¿de dónde sacáis las fuerzas?”. Sonrío soñolienta. La pregunta es buena y sé que me acompañará durante las siguientes 24 horas.
En algún punto de esta campaña debió de haber un momento en el que las mujeres y hombres socialistas traspasamos el umbral del cansancio. Desde entonces, el cuerpo tuvo que despedirse de la fatiga y decirse a si mismo que tocaba dormir poco, beber mucho café y hacerlo todo tan bien como pueda hacerse. Ahora que lo pienso, aquel instante debió llegar y marcharse como de puntillas, inadvertido, porque lo cierto es que no consigo localizarlo aunque lo intente. Y quizá sea lo de menos, quizá lo importante sea buscar la razón, el motivo del movimiento.
De nuevo en el coche, con la radio encendida, me doy cuenta de que nos mueven las ganas, el entusiasmo. Sin embargo, al escuchar a nuestros adversarios, no tengo más remedio que preguntarme si a ellos les pasa lo contrario. Les noto moverse a veces desde el rencor y a alguno lanzando incluso insultos. Y pienso que se equivocan si piensan que esa es manera de avanzar. Pero lo cierto es que así, no avanzan ellos, y lo que retrocede es nuestra tierra. A Aragón le hacen falta muchas cosas, pero desde el respeto. Todo eso sobra.
La campaña va concluyendo y cuanto más estoy en la carretera, más cuenta me doy de que nuestro mapa es otro. En cada lugar, con mayor precisión que la del mejor Gps, se señala lo que está y se subraya lo que debe estar. Cada lugar con su nombre y su cifra: los centros educativos donde se verá la recuperación del 5% del PIB; los centros de salud, a los que regresarán los 400 doctores que Rudi ha puesto en la calle; los centros de trabajo –por ejemplo los de la agroindustria en los que trabajan 41.000 aragoneses, o nuestros 100.000 autónomos-; y, por supuesto, las casas. Cada casa en la que la pobreza ha llamado a la puerta y debe recibir –será nuestra primera medida en el Gobierno de Aragón- la renta social básica y los programas concretos para evitar la exclusión social.
Por eso, nuestro discurso político no pasa por contar que estamos cerca de la gente. Nuestra aproximación a la vida es otra, sencillamente y consiste en demostrar que trabajamos para tener la posibilidad (porque es nuestra obligación moral) de mejorar la realidad de las personas.
El próximo domingo cada una de nosotras y nosotros se acercará a las urnas y dentro del sobre habrá algo más importante que una lista de nombres; habrá sobre todo un mapa de anhelos e ilusiones.
Ese mapa contiene algo más importante que lo general, y es lo concreto. Está dibujada la geografía futura de cada aragonés, la extensión de su libertad, el relieve de sus oportunidades, sus posibilidades de ruta y las de los suyos. Y está también el destino de todas las personas que no conocemos.
De ahí tiene que venir nuestra energía, de saber que las personas que todavía desconocemos merecen tanto como las personas que más queremos. Por eso me siento con fuerzas para pedir un voto fuerte al Partido Socialista, exactamente por eso.
Llamar a Javier Lambán -nuestro candidato a la presidencia de Aragón- y charlar con él sobre la propuesta del día, porque ofrecimos una propuesta ayer, ofreceremos otra hoy, y añadiremos otra mañana; y así desde hace semanas. Somos gente de ideas y lo seremos hasta el final. Salta el pan de la tostadora, llamo a mi madre que al rato dice: “Pero hija… ¿de dónde sacáis las fuerzas?”. Sonrío soñolienta. La pregunta es buena y sé que me acompañará durante las siguientes 24 horas.
En algún punto de esta campaña debió de haber un momento en el que las mujeres y hombres socialistas traspasamos el umbral del cansancio. Desde entonces, el cuerpo tuvo que despedirse de la fatiga y decirse a si mismo que tocaba dormir poco, beber mucho café y hacerlo todo tan bien como pueda hacerse. Ahora que lo pienso, aquel instante debió llegar y marcharse como de puntillas, inadvertido, porque lo cierto es que no consigo localizarlo aunque lo intente. Y quizá sea lo de menos, quizá lo importante sea buscar la razón, el motivo del movimiento.