El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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Se va a cumplir una semana del inicio de una campaña electoral que apenas se visualiza en la calle pero que me parece que está calando en la ciudadanía con más profundidad de la esperada. La repetición de elecciones no es algo que nos pueda hacer sentir orgullosos, algunos son más responsables que otros, pero es bueno extraer de todo lecturas positivas. Y esta situación también las tiene. Veo a la ciudadanía motivada, implicada, con ganas de escuchar los mensajes. Con criterio y con preocupación por la política. Y eso es muy bueno. Si en los últimos tiempos se hablaba con preocupación de que los ciudadanos percibían muy lejana la actividad política, esta se ha trasladado ahora a una parte importante de la vida diaria. Seguro que a la larga, eso se traduce en más participación, más compromiso e implicación.
Estoy percibiendo en la calle ese interés, y los nuevos formatos de campaña también están contribuyendo a la cercanía. Se acabaron los grandes mítines y los fastuosos espectáculos. Estos se han sustituido por actos de pequeño formato, de tú a tú, donde candidatos y votantes se mezclan, se mantienen en el mismo plano y son protagonistas mutuos de la acción política. Son pequeñas asambleas participativas, intercambios de opiniones, y son actos de piel con piel. Como la política que a mí me gusta. Por tanto, y a pesar de que los tiempos no son óptimos, veo como algo muy positivo este nuevo momento político.
Esta cercanía, esta vuelta a los orígenes del ágora de las polis griegas, no es obstáculo para que las batallas dialécticas se libren también en televisiones y grandes recintos. Esta campaña sólo se celebrará un debate a cuatro entre los candidatos a la Presidencia del Gobierno. Ya tuvimos ocasión de verlo y comprobar que hay varias opciones, varios modelos de Gobierno. Pero a mi juicio se evidenció que de los cuatro, sólo son dos posibles. El de Rajoy, cuyo rostro de estupefacción cuando se le preguntaba por la corrupción lo dice todo, o el de Pedro Sánchez, mesurado, con propuestas, con conocimiento del país. Con ganas de cambio. A Pedro Sánchez y al PSOE le ha salido un adversario que no es tal. En eso coincido con Podemos. No puede ser nuestro enemigo, sino nuestro aliado. Pero fue esta organización la que se alineó desde el primer momento como enemigo hostil de un PSOE al que sólo quiere destruir. Es muy legítimo que Podemos salga a ganar las elecciones, faltaría más, como todos. Es muy lógico que quiera sacar muchos más votos que el PSOE. Pero es más cuestionable los métodos que ha aplicado y la propaganda maniquea que utiliza. Por eso, aunque ahora Pablo Iglesias se ponga corbata o vaya a los debates con camisa blanca, nunca podrá parecerse a los socialistas. Con su indumentaria no podrá blanquear su imagen de tipo duro y soberbio, dispuesto a todo por ser el presidente de España. Esto no es una serie de televisión sobre relaciones de poder y glorias personales. Esto va en serio, trata de gobernar para 50 millones de personas, muchas de las cuales lo están pasando mal. No es un juego de tronos, sino algo mucho más serio.
Y para aquellos que insisten en la gran coalición, vuelvo a decirles que no. Que ya no sé si no escuchan o no entienden. De momento, los únicos que han votado igual que Rajoy son Podemos. Esos que ahora lloriquean e imploran al PSOE que no somos rivales, sino aliados. E insisto, coincido con ellos. Aunque ellos se hayan dado cuenta un poco tarde. Y sus intenciones siguen siendo las mismas. De momento su voto fue para mantener a Rajoy en el Gobierno.
Se va a cumplir una semana del inicio de una campaña electoral que apenas se visualiza en la calle pero que me parece que está calando en la ciudadanía con más profundidad de la esperada. La repetición de elecciones no es algo que nos pueda hacer sentir orgullosos, algunos son más responsables que otros, pero es bueno extraer de todo lecturas positivas. Y esta situación también las tiene. Veo a la ciudadanía motivada, implicada, con ganas de escuchar los mensajes. Con criterio y con preocupación por la política. Y eso es muy bueno. Si en los últimos tiempos se hablaba con preocupación de que los ciudadanos percibían muy lejana la actividad política, esta se ha trasladado ahora a una parte importante de la vida diaria. Seguro que a la larga, eso se traduce en más participación, más compromiso e implicación.
Estoy percibiendo en la calle ese interés, y los nuevos formatos de campaña también están contribuyendo a la cercanía. Se acabaron los grandes mítines y los fastuosos espectáculos. Estos se han sustituido por actos de pequeño formato, de tú a tú, donde candidatos y votantes se mezclan, se mantienen en el mismo plano y son protagonistas mutuos de la acción política. Son pequeñas asambleas participativas, intercambios de opiniones, y son actos de piel con piel. Como la política que a mí me gusta. Por tanto, y a pesar de que los tiempos no son óptimos, veo como algo muy positivo este nuevo momento político.