El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Nos pensamos una sociedad avanzada, culta; transigente y libre, una sociedad moderna y sin prejuicios, sabia en su cotidianeidad y en su compromiso para construir un mundo más igual, menos violento, más solidario y sin embargo los titulares que leemos, las imágenes que vemos nos indican todo lo contrario, ya que o nos atrapa el más férreo capitalismo o nos insulta el populismo dialéctico, ese que tan bien practican muchos de los dirigentes políticos que se reparten por el mundo.
Y entre parlamento y parlamento de yo contra ti porque yo valgo más y soy más listo, las mujeres siguen siendo las víctimas, todavía silenciadas, de una sociedad que los hombres han construido basándose en un ADN que confunde el amor, que destroza el respeto y acalla las diferencias a golpes. El planeta también expresa sus heridas, aunque queramos ignorarlas, y son surcos en el hielo polar y cicatrices en el corazón mismo de nuestra existencia.
Nadie es quien dice ser y en este cambalache en el que todo tiene un precio, avanzamos a ciegas, en un equilibro desequilibrado solo salvado por los pequeños gestos que son a diario lo único que nos permite vislumbrar que hay esperanza, a pesar de los extremos que se devoran en una amalgama de razones irracionales que confunden los conceptos más básicos y nos arañan con granadas de mano dispuestas a estallar bajo las faldas de la vida; a pesar de todos esos señores que decidieron vestir trajes repetidos y sin personalidad, para ser calcomanías unos de otros y así pasar desapercibidos mientras apretaban con soltura el botón que abre todas las cajas de Pandora y extiende el desasosiego hasta el mismo umbral de nuestras casas, lugar intocable y casi místico.
El gran Steiner relató la manera en la que Valéry se refirió a Leonardo da Vinci; dijo el poeta francés que “Leonardo es el tipo supremo de esos individuos superiores”. Steiner señala que puede que fuera así y añade: “Pero la maquina voladora, el submarino, la prensa hidráulica o el entendimiento de los vórtices habrían existido, incluso, si Leonardo no los hubiera dibujado. Porque la ciencia se descubre a sí misma”. En estos tiempos en los que el hombre es responsable de su destino, en exclusividad y con decisión, solo deseo que seamos capaces de descubrirnos a nosotros mismos con otros lenguajes, otras formas, con una necesaria capacidad de duda y donde la norma sea la pluralidad de las formas, de los pensamientos, de los corazones, de los colores y de los idiomas que nos sustentan y mecen, a pesar de nuestra insistencia en devorarnos lentamente y con tan poco romanticismo.
Nos pensamos una sociedad avanzada, culta; transigente y libre, una sociedad moderna y sin prejuicios, sabia en su cotidianeidad y en su compromiso para construir un mundo más igual, menos violento, más solidario y sin embargo los titulares que leemos, las imágenes que vemos nos indican todo lo contrario, ya que o nos atrapa el más férreo capitalismo o nos insulta el populismo dialéctico, ese que tan bien practican muchos de los dirigentes políticos que se reparten por el mundo.
Y entre parlamento y parlamento de yo contra ti porque yo valgo más y soy más listo, las mujeres siguen siendo las víctimas, todavía silenciadas, de una sociedad que los hombres han construido basándose en un ADN que confunde el amor, que destroza el respeto y acalla las diferencias a golpes. El planeta también expresa sus heridas, aunque queramos ignorarlas, y son surcos en el hielo polar y cicatrices en el corazón mismo de nuestra existencia.