El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Quedan unas horas para que empiece una apasionante campaña electoral, y con ella, momentos que serán decisivos para que más del 20 % de ciudadanos que aún está indeciso, se decante por una u otra formación. Por eso, esta vez serán trascendentes los debates, tan inherentes a la democracia como extraordinarios en España por ser poco comunes. Los socialistas estaremos a partir de ahora en todos los debates a los que se nos invite. A diferencia de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez no se va a esconder porque los españoles se merecen que los aspirantes a gobernar el país confronten sus ideas y programas, se sometan al examen de la opinión pública y los espectadores puedan elaborar su propio dictamen.
Ya se ha celebrado el primero de ellos, con el atril vacío de Rajoy, que esta vez no fue a comentar un partido de fútbol (no había Champions) pero prefirió irse a una entrevista televisiva y rehuir el cuerpo a cuerpo con Sánchez, Rivera e Iglesias. Ese primer debate sirvió para darnos cuenta de que en estas elecciones hay grandes líderes muy capacitados para gobernar España. Los tres propusieron sus programas con claridad y demostraron una notable preparación.
No resultará sorprendente que para mí fuera Pedro Sánchez el claro ganador de un encuentro en el que tenía la posición más difícil. Por el nivel de sus contrincantes y la alianza que ambos mantienen para tratar de diferenciarse de lo que ellos consideran vieja política. Cuando en realidad, ellos forman parte de esa vieja política que repudian en apariencia, olvidando que de los tres candidatos, Sánchez es el más nuevo y el que ha sido elegido democráticamente de una forma más amplia y transparente.
No rehusaron utilizar sus armas habituales, tratando de dar una falsa imagen de novedad y renovación política. Y digo falsa porque poco tiene de renovador un líder, el de Ciudadanos, que lleva diez años en la política de máximo nivel –con escaso bagaje parlamentario- mientras que el de Podemos ejerce un liderazgo en su formación a la antigua usanza – que tanto reprocha - y no tiene reparos en saltar de institución en institución en menos de un año. Eso, Pablo Iglesias, también es una forma de puerta giratoria.
Rivera demostró que tras su impostada arrogancia juvenil se encuentra la versión neocon perfeccionada del PP. Mi compañero Óscar Puente, alcalde de Valladolid, resumió perfectamente lo que nos espera si el aspirante de Ciudadanos logra el Gobierno: “Tenía dos minutos para exponer sus políticas sociales y usó solo 30 segundos. Está todo dicho”.
Por su parte, el discurso de Iglesias me sonó a viejo. Un discurso que seduce a cualquier votante de izquierdas pero que, en realidad, ofrecía propuestas practicadas por el PSOE cuando ha gobernado. El propio Iglesias tuvo que reconocer cariacontecido que las políticas socialistas no son tan malas como él mismo las pinta. E incluso tuvo que recurrir a falsas informaciones para tratar de hacer algo de daño. Una táctica que empieza a ser habitual entre los miembros de esta formación.
Mientras, Pedro Sánchez salió indemne de las críticas continuadas y demostró que es el candidato que mejor respuesta puede dar a España para el cambio que se necesita. Con propuestas y sentido de Estado.
¿Y Rajoy? Ni está ni se le espera. Bastante tiene con pensar en la portada del Marca de mañana y reforzando su tesis de que un plato es un plato.
Quedan unas horas para que empiece una apasionante campaña electoral, y con ella, momentos que serán decisivos para que más del 20 % de ciudadanos que aún está indeciso, se decante por una u otra formación. Por eso, esta vez serán trascendentes los debates, tan inherentes a la democracia como extraordinarios en España por ser poco comunes. Los socialistas estaremos a partir de ahora en todos los debates a los que se nos invite. A diferencia de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez no se va a esconder porque los españoles se merecen que los aspirantes a gobernar el país confronten sus ideas y programas, se sometan al examen de la opinión pública y los espectadores puedan elaborar su propio dictamen.
Ya se ha celebrado el primero de ellos, con el atril vacío de Rajoy, que esta vez no fue a comentar un partido de fútbol (no había Champions) pero prefirió irse a una entrevista televisiva y rehuir el cuerpo a cuerpo con Sánchez, Rivera e Iglesias. Ese primer debate sirvió para darnos cuenta de que en estas elecciones hay grandes líderes muy capacitados para gobernar España. Los tres propusieron sus programas con claridad y demostraron una notable preparación.