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Igualdad también en el “tajo”

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Este último año ha sido especialmente difícil para todas las personas, pero si echamos una vista a los datos veremos como las mujeres han sido las que más han sufrido con crudeza las consecuencias de la crisis del coronavirus. En estas circunstancias pandémicas que nos está tocando vivir, han puesto en manifiesto las reivindicaciones del movimiento feminista por la necesidad de transformar nuestro modelo socioeconómico y poner en el centro conceptos tan importantes y necesarios como es la sostenibilidad de la vida.

El trabajo asalariado de las mujeres, durante la pandemia, ha agudizado las condiciones negativas que ya existían relacionadas con la parcialidad, la temporalidad, con la dificultad de conciliar y en la organización de los cuidados en el ámbito familiar. 

Somos conscientes que el trabajo asalariado y justamente retribuido, es una herramienta fundamental para todas las personas, pero especialmente para las mujeres que se enfrentan a mismos trabajos que los hombres con menores retribuciones salariales, solo por el mero hecho de ser mujeres, arrojándolas a suelos pegajosos y situaciones de vidas insostenibles. Sólo será trabajo decente, si la igualdad entre hombres y mujeres junto a una perspectiva feminista se convierten en partes imprescindibles de su definición. Tenemos que ser capaces de compatibilizar la vida con el empleo y el empleo con la familia. Para ello es necesario e imprescindible dignificar el trabajo en todas sus formas y garantizar la justa valoración de cada puesto de trabajo con una misma retribución por su desarrollo para alcanzar la autonomía personal y la dignidad material. La experiencia vivida en esta pandemia ha hecho visible la necesidad de poner fin a estas viejas desigualdades estructurales y así poder hablar de un trabajo decente.

En este año tan complejo, y con nuestro compromiso de no dejar a nadie atrás, sin perder esa mirada feminista tan imprescindible para identificar, pero también para solucionar todas las situaciones de discriminación, hemos dado un paso importante en el camino por la igualdad de hombres y mujeres en el empleo para combatir con las desigualdades laborales y la brecha salarial que azota con más fuerza a las mujeres.

El 15 de abril, el Ministerio de Igualdad a cargo de Irene Montero junto a la Ministra de trabajo y economía Social, Yolanda Díaz, y agentes sociales, presentaron la herramienta para la igualdad retributiva (IR). Una herramienta que entró en vigor el 14 de abril  que visibilizará la desigualdad existente en el ámbito laboral y que contará con los mecanismos necesarios que permitirán poner solución. Porque ganar el mismo dinero por la realización de un mismo trabajo o de igual valor es un derecho.

La herramienta de igualdad retributiva es un mecanismo muy sencillo que va acompañada por una guía elaborada por el Instituto de Las Mujeres donde podremos ver los escollos de la igualdad que existen en nuestro tejido productivo y poder ver las discriminaciones directas e indirectas, conocerlas y corregirlas de una forma justa e igualitaria. Esta herramienta no supone un beneficio solo para las mujeres, si no como todas las reivindicaciones de justicia del movimiento feminista es para todas las personas, porque de lo que se trata, es de un mecanismo de transparencia retributiva y una mejor calidad democrática en nuestras relaciones laborales. Consiste en una hoja de cálculo donde se recogen los valores medios de los salarios, desglosados por sexos y distribuidos por categorías profesionales y trabajos iguales. Es publica, descargable, gratuita y de fácil uso. Será accesible en todo momento a la inspección de trabajo, representación de las personas trabajadoras y en su defecto, protegiendo la protección de datos, a la plantilla, garantizando la transparencia y aumentando así la confianza de las personas trabajadoras.  

Esta herramienta tiene como objetivo poner fin a la brecha salarial entre hombres y mujeres, a acabar con la opacidad retributiva que se produce en las empresas y que impide conocer algunos de los elementos que contribuyen a esa brecha, como son los complementos salariales, para poner fin a la discriminación de las mujeres sin ninguna justificación

La democracia es impensable sin igualdad y debemos avanzar con paso firme con el convencimiento de que debemos de salir de esta crisis de una manera justa y en igualdad.

Este último año ha sido especialmente difícil para todas las personas, pero si echamos una vista a los datos veremos como las mujeres han sido las que más han sufrido con crudeza las consecuencias de la crisis del coronavirus. En estas circunstancias pandémicas que nos está tocando vivir, han puesto en manifiesto las reivindicaciones del movimiento feminista por la necesidad de transformar nuestro modelo socioeconómico y poner en el centro conceptos tan importantes y necesarios como es la sostenibilidad de la vida.

El trabajo asalariado de las mujeres, durante la pandemia, ha agudizado las condiciones negativas que ya existían relacionadas con la parcialidad, la temporalidad, con la dificultad de conciliar y en la organización de los cuidados en el ámbito familiar.