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Que la educación concertada, esa que pagamos de nuestros bolsillos, goza de buena salud lo comprobamos el otro día viendo como se manifestaban por las calles de Zaragoza padres, madres, alumnado y profesores mayoritariamente de colegios religiosos. La consigna que lanzaban era clara, seguir manteniendo sus privilegios, los mismos que también pagamos entre todos.
Daba gusto verlos tan pulcros y bien vestidos los padres y tan uniformados los niños, presumiendo del colegio religioso del que habían salido esa tarde a protestar. Tan coordinados y organizados que todos iban con su pegatina al pecho y manopla en mano. Imposible encontrar a alguien que no portara el kit en defensa de la concertada, incluso algunas monjas que por allí andaban -que modernas ellas- llevaban sus divisas para no ser menos que el resto. Era verlos tan iguales, tan organizados y acordarse de aquellas visitas del Papa de turno que tan caras costaron al bolsillo de los españoles.
Nada que ver con esas manifestaciones a las que nos tienen acostumbrados los de siempre, si esos que salen a defender la Educación y la Sanidad pública y no tienen ni siquiera un asesor de imagen que les aconseje, ahora que las camisetas ya no se llevan, cómo hay que ir pertrechado a las concentraciones. ¿Dónde queda ese decoro en el vestir del que hablaba la presidenta del Congreso? Que no se enteran estos de las mareas, ahora lo que se lleva es la manopla, ¿acaso no veis a Trump y a su tropa exhibiéndolas bien grandes en sus mítines?
El poderío en la manifestación de la concertada, no nos engañemos, no estaba en los miles de manifestantes que recorrieron las calles de Zaragoza. Muchos sin duda, pero si se descuentan los niños y niñas asistentes, bastantes menos de esos 20.000 de los que hablan los medios amigos.
La demostración de poder estaba en el dinero gastado en pagar esa programada uniformidad que luego han reflejado las fotos. Mira que bonita instantánea para el periódico de cabecera: un mar de manoplas agitadas al viento pidiendo que esos facinerosos del Gobierno de Aragón no cierren aulas en la concertada.
Esos si, luego cuando toque armonizar demandas ya sabemos cual será su mensaje: a la pública que le den una ración de ACNEAEs que nosotros no queremos esa chusma en nuestras pulcras aulas. Esa si que fue una demostración del poder del dinero que hay detrás de quienes han pagado la parafernalia de esta manifestación con sus pegatinas, manoplas e incluso autobuses.
Pocas cosas unen tanto como una manifestación que defienda privilegios, sean éstos los de la Iglesia católica, los toreros, futbolistas o los cazadores. Una imagina que puestos a defender los privilegios de esta institución que reclama no perder el negocio de la educación, defenderán con el mismo entusiasmo las inmatriculaciones de su institución madre. Que vaya pedazo de imperio inmobiliario que se ha montado con las inscripciones registrales de miles de iglesias, cementerios, catedrales y bienes inmuebles. Otro ventajoso privilegio al que no esta dispuesta a renunciar tras apropiarse de lo que es de propiedad pública o lo que es lo mismo, de todos y todas.
Pero lo que de verdad mola en una manifestación de gente de bien son esos jubilados de oro de alguna compañía de telecos, que tras años y años de aburridos consejos de administración y presidencias de multinacionales de las que salen cobrando jubilaciones multimillonarias, encuentra la razón de su retiro en salir a manifestarse. ¡Ay esos modernos pensionistas a los que la petanca y la obras no les ponen! Ellos son más de fundaciones deportivas, vacaciones en lujosos yates y a partir de ahora de salir a la calle a corear consignas. Y junto a esta nueva especie de manifestante que no falten los señores políticos de la rancia derecha. Que se vayan acostumbrando, no sea que a partir de ahora se lleven las fotos sujetando las pancartas estos jubilados de nueva hornada y no ellos.
Como si fueran a un concierto de ese gran comunicador que es Bertin Osborne, para la próxima manifestación de esta gente tan seria y ordenada habrá que poner una zona vip en la que colocar a estos nuevos jubilados de tronio que entre codazos por ver quien sale mejor en la foto, le den prestigio, sensación de que todo esta ok y de que cuando se trata de salir a la calle, no solo cuentan con la bendición de la santa madre iglesia sino también con la de esos señores que ostentan el poder.
¡Nada de quejarse! Este es otro paso más en el nuevo orden que nos han impuesto. A ver si vamos aprendiendo.
Que la educación concertada, esa que pagamos de nuestros bolsillos, goza de buena salud lo comprobamos el otro día viendo como se manifestaban por las calles de Zaragoza padres, madres, alumnado y profesores mayoritariamente de colegios religiosos. La consigna que lanzaban era clara, seguir manteniendo sus privilegios, los mismos que también pagamos entre todos.
Daba gusto verlos tan pulcros y bien vestidos los padres y tan uniformados los niños, presumiendo del colegio religioso del que habían salido esa tarde a protestar. Tan coordinados y organizados que todos iban con su pegatina al pecho y manopla en mano. Imposible encontrar a alguien que no portara el kit en defensa de la concertada, incluso algunas monjas que por allí andaban -que modernas ellas- llevaban sus divisas para no ser menos que el resto. Era verlos tan iguales, tan organizados y acordarse de aquellas visitas del Papa de turno que tan caras costaron al bolsillo de los españoles.