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Todas las noches, cuando salgo de trabajar del Congreso (porque los diputados estamos trabajando a pesar de que no se haya constituido el Gobierno, y conviene aclararlo ante algunas informaciones malintencionadas que dicen lo contrario), un gran cartel me llama la atención por la puerta de la calle Zorrilla. Es el del teatro de la Zarzuela, anunciando el estreno de la ópera María Moliner, el próximo 13 de abril. Me alegra ver que se reivindica la figura de una mujer extraordinaria, autora de una de las grandes obras del siglo XX, el Diccionario de uso del español, conocido popularmente como el María Moliner. Ahora que se cumplen 50 años de la aparición de esta gran obra, es una satisfacción que se homenajee y recuerde a esta mujer de aspecto frágil pero cuya vida es un ejemplo de integridad y fortaleza. Superó todas las dificultades que tuvo, como mujer y republicana, y es de Justicia rendirle hoy el homenaje que nunca se le brindó en vida. Conviene reparar la memoria de esta aragonesa de Paniza, extraordinaria lexicógrafa que desde un modesto cuarto de estar y, ficha tras ficha, diseñó a mano un diccionario como no hay ningún otro en ningún idioma del mundo y que ninguna moderna base de datos digital ha sido capaz de superar.
María Moliner trabajó infatigablemente durante 15 años en un diccionario mucho más complejo en su elaboración y útil que otros más académicos. Atendió las palabras por su etimología, relacionó términos y los agrupó por familias, ofreció sinónimos y le sacó un partido que hoy lo convierten en una herramienta de uso y consulta excepcional.
María fue una mujer valiente. Una mujer comprometida con los valores republicanos de la educación pública y universal. Al igual que su marido, Fernando Ramón. Ambos fueron depurados y represaliados por sus convicciones republicanas y fueron despojados de sus titulaciones para divulgar el magisterio –en el caso de Fernando Ramón—y para ser bibliotecaria en el Archivo Nacional, en el caso de María Moliner.
Esta aragonesa fue un ejemplo y hoy es justo reivindicarla. Su legado, extraordinario, cumple ahora medio siglo y el Teatro de la Zarzuela estrena el 13 de abril la ópera que lleva su nombre. Está escrita por Lucía Vilanova y la música está compuesta por Antoni Parera Pons. Le deseo un gran éxito. Aunque no hay más éxito que reconocer la figura de una mujer excepcional. En 1972, su condición de mujer impidió que se convirtiera en la primera académica de la Real Academia Española, a pesar de que contaba con el aval de algunos de los miembros más prestigiosos. Por eso, aunque tarde, valga este pequeño reconocimiento en forma de ópera. Asimismo, el Congreso aprobó recientemente una iniciativa para que se conmemorara el cincuenta aniversario de una aragonesa universal. Por su valentía, ideales y capacidad, quiero rendirle hoy este pequeño homenaje.
Todas las noches, cuando salgo de trabajar del Congreso (porque los diputados estamos trabajando a pesar de que no se haya constituido el Gobierno, y conviene aclararlo ante algunas informaciones malintencionadas que dicen lo contrario), un gran cartel me llama la atención por la puerta de la calle Zorrilla. Es el del teatro de la Zarzuela, anunciando el estreno de la ópera María Moliner, el próximo 13 de abril. Me alegra ver que se reivindica la figura de una mujer extraordinaria, autora de una de las grandes obras del siglo XX, el Diccionario de uso del español, conocido popularmente como el María Moliner. Ahora que se cumplen 50 años de la aparición de esta gran obra, es una satisfacción que se homenajee y recuerde a esta mujer de aspecto frágil pero cuya vida es un ejemplo de integridad y fortaleza. Superó todas las dificultades que tuvo, como mujer y republicana, y es de Justicia rendirle hoy el homenaje que nunca se le brindó en vida. Conviene reparar la memoria de esta aragonesa de Paniza, extraordinaria lexicógrafa que desde un modesto cuarto de estar y, ficha tras ficha, diseñó a mano un diccionario como no hay ningún otro en ningún idioma del mundo y que ninguna moderna base de datos digital ha sido capaz de superar.
María Moliner trabajó infatigablemente durante 15 años en un diccionario mucho más complejo en su elaboración y útil que otros más académicos. Atendió las palabras por su etimología, relacionó términos y los agrupó por familias, ofreció sinónimos y le sacó un partido que hoy lo convierten en una herramienta de uso y consulta excepcional.