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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Las materias primas y la clase trabajadora, una concienciación desigual

Trabajadores, imagen de archivo

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En el sistema capitalista, las empresas siempre han tenido como objetivos principales la acumulación y concentración en pocas manos de capital y de los medios de producción. Las materias primas, extraídas de la naturaleza, han sido consideradas como una parte más de la cadena de producción en la búsqueda de su riqueza, haciendo una explotación sin límites (incluido el de conciencia) de estos recursos, lo que ha derivado en una situación alarmante de degradación ambiental, sobreexplotación y  pérdida de biodiversidad.

En los últimos años, hemos presenciado un gran cambio en la estrategia empresarial, las empresas están posicionándose desde un prisma de concienciación ambiental y de reconocimiento de la importancia de las materias primas en la cadena de valor. Este cambio no aparece por casualidad, ya que las demandas sociales, las normativas aplicadas (tras ver las consecuencias inmediatas de impacto al planeta y las que van a derivar de forma progresiva en el futuro) y los costes futuros que repercutirán en las empresas,  han presionado de manera contundente a las organizaciones, siendo esto clave para la realización de sus operaciones de una forma más sostenible.

Las empresas, ahora sí, asumen que la explotación masiva de materias primas conlleva peligros que derivan en su agotamiento, y, que repercuten negativamente de forma importante en sus beneficios finales.

Un deterioro permanente

Para las organizaciones, el obrero es tratado como un recurso explotable, igual que las materias primas, es usado para producir bienes y generar beneficios sin ningún tipo de concienciación, simplemente es, para este sistema capitalista un elemento más. Podemos comprobar como se especula con la mano de obra, (se compra y vende como pieza imprescindible en la generación de la riqueza.) Sin embargo, intentan convertir al obrero de forma poco ética en una materia prima de poco valor para la producción, sufriendo este, las mismas consecuencias,  un agotamiento progresivo, una sobreexplotación sin límites y un deterioro continuado en el tiempo. 

Las largas horas de trabajo, las condiciones precarias, la distribución desigualitaria de la riqueza y la alienación laboral repercuten negativamente en su estado de  salud físico y mental, así como en su vida social. De la misma forma que las materias primas terminan modificándose en productos finales, el trabajo del obrero se convierte en una generación continuada de riqueza. El obrero mediante su fuerza de trabajo, transformará su propio trabajo en un valor añadido (plusvalía), del cual el dueño del medio de producción se adueña y apropia , siendo esto esencial para el crecimiento de la empresa. Cuando el obrero ya no es útil o eficiente, puede ser descartado y reemplazado por otro,al igual que una materia prima agotada, el obrero es reemplazable.

Una Concienciación necesaria

La clase trabajadora, en reiteradas ocasiones no valorada con la importancia que realmente tiene, es quien sostiene e impulsa la sociedad (desde el obrero de la fábrica hasta el temporero en el campo, pasando por sanitarios, educadores etc.) Su labor crea riqueza, en todos los sentidos de la misma y no solo en lo material, mientras que sostiene nuestras vidas cotidianas. Históricamente los interesados en la propagación del capitalismo se han encargado de explotar y alienar (física y mentalmente) a la vez que desvalorizar la fuerza de trabajo de los obreros, con la intención de que estos nunca estuviesen organizados y, por tanto, pudieran instaurar una elevación de conciencia a todos los niveles, acabando así con este sistema y su apropiación de los medios de producción.

El bienestar de la clase obrera no debe estar sujeto a la supervivencia de la acumulación del capital, sino que deben ser reconocidos como elementos activos necesarios, influyentes, de máximo valor en la creación de bienes y en el progreso de la sociedad. Unas condiciones laborales dignas y respetadas, una libertad sindical real y sin represiones y una democratización en las empresas incluyendo la toma de decisiones y la distribución de la riqueza equitativamente, son herramientas necesarias, justas y obligatorias para  la clase obrera en la consecución de una auténtica cohesión social.

Solo cuando los trabajadores sean reconocidos como el motor de la sociedad y sean valorados con la misma importancia con la que ahora se tiene al tratado de  materias primas y al cuidado del planeta, podremos elevar la conciencia a un marco real y justo. La transformación comienza con nosotros. 

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