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Que un político mienta es algo a lo que desgraciadamente estamos acostumbradas. Que lo haga sin complejos, con chulería y desprecio por el/la adversario/a es inadmisible. Pero si además lo hace en sede parlamentaria o en el pleno de su ayuntamiento entenderán que solo merezca el más absoluto desprecio por parte de la ciudadanía a la que intenta engañar y a la que presupone tan estúpida como para creerse sus mentiras.
Comprobar como envuelven su discurso en las telarañas de la falacia, la falsedad e incluso de la calumnia hasta distorsionar por completo la verdad ciertos personajes que se sientan en nuestras instituciones como representantes elegidos por todas, no solo cabrea por lo tendencioso y cobarde de su comportamiento, también asusta.
Asusta tanta mendacidad en boca de quienes deberían ser los mayores defensores de la verdad, asusta el grado de chapucero fingimiento al que son capaces de llegar en su acoso y derribo con sus infundios. Pero más que nada sobrecoje el desenfado, la desvergüenza con la que sin ningún miramiento lanzan acusaciones a diestro y siniestro, sabedores de que mienten entre feroces sonrisas que parecen sacadas de un documental de esos que se desarrollan en la sabána africana.
A todas estas “virtudes” que sin duda adornan al mentiroso de libro, algunos como el chapucero concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Zaragoza, Jorge Azcón, aportan un plus, el odio sublimado en los partidos de izquierdas y en especial a Zaragoza en Común, a su alcalde y concejales. Dos años y medio después los siguen considerando unos arribistas, unos parvenus, unos desclasados que no saben gobernar y a los que no hay que darles ni agua.
Entender la polítca como un combate de ideas, como la forma ideológica que centra el poder en un grupo de personas que lideran y velan por las garantías de una población, llevar y hacer partícipe de ese gobierno a una ciudad y a sus ciudadanos y ciudadanas, es no solo deseable sino muy sano.
Hacerlo como lo hace el concejal Azcón, entre paseos chulescos, pretenciosos y un punto machistas, para escenificar ese teatrillo de la mentira y la calumnia, da mucha grima. Más si utiliza sus intervenciones para mentir descaradamente y sin complejos.
Mi compañera, la concejala Arantza Gracia, ha sido la última diana -muchos y muchas antes que ella tambien los sufrieron- de sus dardos envenados de mentiras y de sus burdos montajes. Él tan envalentonado en eso de los ataques furibundos cuando se viste de “azote de la corrupción” demuestra una especial predilección por las compañeras que se sientan en las bancadas de la izquierda. Su fijación y desprecio hacia ellas viene sobrevolado por un tufillo machista, misógino y de arrogancia que deja muy claro el lugar que para él ocupan nuestras compañeras.
En el Pleno del pasado viernes, el concejal Azcón, que para lo de señor aún no hace méritos, demostró que miente deliberadamente al afirmar que Elena de Diego, exsocia de Arantza Grácia en la sociedad civil “Desiderata” desde la entrada de la concejal en la corporación zaragozana; ha aumentado -triplicado nada menos dice el fabulador Azcón- sus ingresos por facturación al Ayuntamiento de Zaragoza.
El portavoz del Partido Popular monta su particular difamación basándose en que en 2014 esta empresa facturó al Ayuntamiento 5.377 euros por talleres del Servicio de Educación de la Corporación, para pasar en los años siguientes y ya con la concejala Grácia en el gobierno de la ciudad, supuestamente, a dispararse esa facturación.
El PP, como viene siendo habitual, falsea los datos y hace trampa, omite deliberadamente que en 2014 (y en los años anteriores también) Desiderata trabajaba además con Zaragoza Cultural. Concretamente, en 2014, esta empresa ingresó 10.569,81 euros a través de esta sociedad, por las actividades didácticas que realizaba en los museos municipales, que sumados a los 5.377 facturados al Servicio de Educación, hacen un total de 15.946,81 euros.
Es ridículo acusar al primer gobierno que las pone en la web de no ser transparente. Consulte concejal Azcón, que eso es algo que no se podía hacer cuando su partido gobernaba . Y de paso entérese de los datos: En 2015: 10.011 euros, 2016: 10.486,74 euros y en 2017: 9.129 euros
A partir de ahí, es facil comprobar la evolución de los ingresos de Desiderata durante los siguientes años. Se ve que la facturación de esta empresa con el Ayuntamiento desde que Arantza Grácia es concejala no solo no han aumentado, sino que se han reducido facturación e ingresos. Lo que aún evidencia más el descenso respecto a ejercicios como 2012 y 2013, cuando Desiderata hizo trabajos para el Ayuntamiento por importe de 27.292,5 euros (2012) y 22.986,36 (2013). Datos estos que el concejal Azcón omite deliberadamente, retorciéndolos a su favor en eso que también practica de “calumnia que algo queda”.
Por si le queda alguna duda a este manipulador portavoz, hay que destacar además, él y su partido lo saben, que la concejala Grácia no interviene en ningún caso en la contratación de este tipo de servicios. No está entre sus funciones seleccionar, ni siquiera supervisar o tener conocimiento de este tipo de facturas con importes menores. Los encargos los hacen los técnicos, quienes determinan qué empresas prestan los servicios de acuerdo a su profesionalidad, la calidad de los trabajos y los presupuestos ofrecidos.¿Duda acaso también Jorge Azcón del buen hacer y la imparcialidad de los técnicos del Ayuntamiento de Zaragoza al hacer las valoraciones y dar el plácet para la prestación de estos servicios?
Quiero creer que el Partido Popular de Zaragoza no secunda esta sarta de mentiras y acusaciones infundadas contra la concejala Arantza Gracia, tampoco que tengan duda alguna de su honradez. Así se entendería que como el partido que se dice honesto y leal, no consideren admisible esa práctica de “si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Con la presunción de que hablamos de una fiel y honrada organización política, conococedora además del rastro de impagos, facturas en los cajones, informes y cifras convenientemente maquilladas de los presupuetos que nos encontramos en 2015, no perderán ni un minuto en denunciar esta situación heredada por Zaragoza en Común. Incluso en lo referente a su partido durante los mandatos de Rudi y Atarés, y llevarán las denuncias un paso más allá, ampliandolas a las Comarcas, diputaciones y la DGA. Así no solo llegarán las denuncias a la “prensa amiga” y a los plenos municipales, también a los juzgados. Entendiendo el esfuerzo por demostrar su integridad e imparcialidad a la hora de denunciar chanchullos, mentiras, prebendas y amiguimismos.
Anímese concejal Azcón, vaya cual Ruiz Mateos de pro y disfrazado de vengador justiciero a denunciar los chanchullos de los partidos que nos precedieron, los de todos, incluos aquellos con los que hacen pinza cuando les conviene.
Todo lo demás es una burda puesta en escena, que no tiene otro objetivo que desviar la atención y tapar las vergüenzas de su partido, esa cloaca en las que hay tantos imputados que desbordan la ciénaga en la que nadan. ¿O no hay narices?
Que un político mienta es algo a lo que desgraciadamente estamos acostumbradas. Que lo haga sin complejos, con chulería y desprecio por el/la adversario/a es inadmisible. Pero si además lo hace en sede parlamentaria o en el pleno de su ayuntamiento entenderán que solo merezca el más absoluto desprecio por parte de la ciudadanía a la que intenta engañar y a la que presupone tan estúpida como para creerse sus mentiras.
Comprobar como envuelven su discurso en las telarañas de la falacia, la falsedad e incluso de la calumnia hasta distorsionar por completo la verdad ciertos personajes que se sientan en nuestras instituciones como representantes elegidos por todas, no solo cabrea por lo tendencioso y cobarde de su comportamiento, también asusta.