El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Una vez más Prisa está decidiendo, o mejor dicho, intentando decidir (que no dilucidar) qué somos los malditos locos de Podemos. Ahora, visto que la sangrante revuelta del PSOE está perjudicando en demasía a sus intereses políticos, centran su atención en las “diferencias insalvables” de un Podemos que, para salvaguarda del régimen, ha de cumplir con el tópico de la izquierda que se divide hasta hacerse inservible. Según incontables editoriales, sólo la tibieza del centro nos puede salvar de nosotros mismos y, de paso, no suponer ningún peligro para el statu quo.
Es más que curioso ver a periodistas de gran tallaje obsesionados con que Pablo Iglesias prefiere levantar el puño cerrado e Iñigo Errejón usar la “V” de victoria. Símbolos que representan, según los analistas de la situación política actual, una irreconciliable diferencia entre el radicalismo bolchevique y la revolución “simpática” de mayo del 68. Entre, a sus ojos, un Podemos que debería estar en IU y un Podemos que debería de pertenecer al PSOE, entre dos Podemos que nunca debería haber aparecido, por lo tanto. Así pretenden anular la propia identidad de un partido que nació para hablar de algo nuevo, más allá de polarizaciones inútiles, por la ineficacia y la injusticia de los partidos tradicionales.
Podemos llegó y creó un espacio nuevo, ejes nuevos y términos que huyen del narcisismo de la izquierda tradicional, del “qué alienados y equivocados estáis todos” como lema electoral, así como del socialismo tímido y la progresía que piensa avanzar sin hacer ruido, no vaya a ser que moleste. Nosotros no pensamos encajonarnos en orígenes míticos, leyendas de revolución frustrada y épica de una clase obrera tan idealizada como ausente. Tampoco hemos de dejar la ambición de ganar, de llegar a una meta y de ejercer el poder necesario para ejecutar el cambio que queremos. La subordinación es tan peligrosa como el histrionismo. Y es que imponer la diferencia entre radicales y mayoritarios en Podemos es como elegir entre hidrógeno u oxígeno en la composición del agua. No se puede.
Como tampoco podemos, ni queremos, elegir entre administración o populismo, sólo la tensión entre ambas nos impulsa hacia delante. Por ello, para analizar el campo de juego y llevar a cabo la famosa “democratización de la sociedad” seguimos caminando. En Aragón, por ejemplo, tenemos desde el pasado jueves y hasta el próximo miércoles una cita con nuestros círculos. Un proceso de participación abierto en el que aquellas personas que tengan interés en definir la línea política del partido morado pueden desarrollar las líneas de acción que se llevarán a cabo desde Podemos. No hay nada que se deje fuera, la relación con el resto de fuerzas políticas, la presencia institucional y la forma de relacionarse con la sociedad civil –también conocida como “la calle”- serán las líneas a debatir en estos encuentros. Debates que irán mucho más allá de los gustos musicales y estéticos en los que nos están encasillando y que nos centrarán en el desarrollo de la política, en lo que hemos venido a hacer. Queremos un nuevo país más que nunca y el ya ambicioso proyecto va a crecer aún más.
Ante las incertidumbres políticas de despachos y puñaladas teatralizadas de las que hemos sido espectadores en otros partidos, en Podemos decimos que la gente decida, sin líneas dadas de ninguna dirección ni sector, un debate autónomo que sea independiente de los cargos. Finalmente este proceso acabará el 9 de noviembre, con la votación de las distintas propuestas por parte de los inscritos de Podemos.
Cada curva del camino es una nueva etapa, ahora repensamos nuestra arquitectura, federalizamos el poder y generamos los espacios de decisión colectiva necesarios para llevar el sentir de la calle a esos huecos institucionales en los que nos hemos apostado. Y ahora, como siempre, no vamos a seleccionar que parte de ti queremos, buscamos tus ideas, tu rabia y tu sonrisa.
Una vez más Prisa está decidiendo, o mejor dicho, intentando decidir (que no dilucidar) qué somos los malditos locos de Podemos. Ahora, visto que la sangrante revuelta del PSOE está perjudicando en demasía a sus intereses políticos, centran su atención en las “diferencias insalvables” de un Podemos que, para salvaguarda del régimen, ha de cumplir con el tópico de la izquierda que se divide hasta hacerse inservible. Según incontables editoriales, sólo la tibieza del centro nos puede salvar de nosotros mismos y, de paso, no suponer ningún peligro para el statu quo.
Es más que curioso ver a periodistas de gran tallaje obsesionados con que Pablo Iglesias prefiere levantar el puño cerrado e Iñigo Errejón usar la “V” de victoria. Símbolos que representan, según los analistas de la situación política actual, una irreconciliable diferencia entre el radicalismo bolchevique y la revolución “simpática” de mayo del 68. Entre, a sus ojos, un Podemos que debería estar en IU y un Podemos que debería de pertenecer al PSOE, entre dos Podemos que nunca debería haber aparecido, por lo tanto. Así pretenden anular la propia identidad de un partido que nació para hablar de algo nuevo, más allá de polarizaciones inútiles, por la ineficacia y la injusticia de los partidos tradicionales.