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Les cuento que he tenido que 'remangarme' para escribir estas líneas. Hablar de dinero y de presupuestos es tan poco poético como inevitable.
Andan estos días nuestros gestores públicos y representantes políticos en el lío de las cuentas, sumando, restando y dividiendo un dinero escaso y escurridizo que aún no hemos aprendido a multiplicar al estilo milagroso de las Bodas de Caná. Y no llevamos camino de hacerlo. ¡De dónde quitar 'money' sin que se note demasiado se ha convertido en todo un arte! Un arte sin toque artístico. Pongamos que llega el Gobierno de Aragón y le dice al Parlamento que le va a reducir la dotación económica para el 2016. ¿Y qué hacemos? Unos proponen reducir parte del personal que se preveía ampliar -por ejemplo, dos auditores nuevos para la Cámara de Cuentas que anda desbordaba intentando fiscalizar las cuentas públicas de Aragón- y otros contraatacan proponiendo que los 67 diputados aragoneses se reduzcan el sueldo 600 € al mes. Seguro que aciertan la medida aprobada por mayoría.
No siempre hay que disimular. Obras públicas ha dicho que no. Que no paga los 5,1 millones de euros/año (que venía desembolsando el Gobierno anterior popular de Luisa Fernanda) para mantener en servicio las conexiones ferroviarias regionales al tratarse de una competencia estatal. Que NO. Que ya vale.
Y si hablamos de 'presupuestear' no puedo evitar detener la mirada en algunos detalles de la vida y de la corte trovadora. Como los dos millones de euros anuales que cuesta El Justicia de Aragón (con su flamante Palacio y sus flamantes 16 asesores), o el medio millón de euros del Consejo Económico y Social de Aragón, o los casi 700.000 euros previstos para el suministro de cartuchos de tinta para impresoras y faxes en los Departamentos y organismos públicos de nuestro Aragón.
Es bueno saber lo que cuestan las cosas, las ideas y la gente. Saber los 22.000 euros que nos cuesta al día a los españoles las vallas que levantamos contra Marruecos. Que el coste de una hora de quirófano es 15 euros o que se ha reservado una partida de 30 millones de euros para los nuevos antivirales de acción directa para el tratamiento de hepatitis C crónica.
Es bueno saber lo que cuestan las cosas, las ideas, la gente ... Ah, sí, la gente.
¿Sabían ustedes que el Ayuntamiento de Zaragoza pagó hace poco el suministro de naipes por valor de 77.000 euros? Hagan sus cuentas: 30.000 barajas (2.17€ la unidad de naipe español y 2,75€ la de póker) para 30 centros de convivencia de mayores.
Todo un órdago.
Aún pueden pasar muchas cosas con estos presupuestos de nuestro Aragón que anulan la inversión y aumentan los impuestos. Que suben el gasto social pero también el gasto corriente y de personal.
Aún están muy verdes estos presupuestos, tanto como los plátanos verdes que Arguiñano ve en Albert Rivera y Pablo Iglesias que ya están en plena campaña electoral de subida a los cielos.
También ellos -y bien pronto- tendrán que 'remangarse' la camisa y 'presupuestear'.
En la oposición o en el gobierno. En el cielo o en el infierno.
Como todos nosotros.
Les cuento que he tenido que 'remangarme' para escribir estas líneas. Hablar de dinero y de presupuestos es tan poco poético como inevitable.
Andan estos días nuestros gestores públicos y representantes políticos en el lío de las cuentas, sumando, restando y dividiendo un dinero escaso y escurridizo que aún no hemos aprendido a multiplicar al estilo milagroso de las Bodas de Caná. Y no llevamos camino de hacerlo. ¡De dónde quitar 'money' sin que se note demasiado se ha convertido en todo un arte! Un arte sin toque artístico. Pongamos que llega el Gobierno de Aragón y le dice al Parlamento que le va a reducir la dotación económica para el 2016. ¿Y qué hacemos? Unos proponen reducir parte del personal que se preveía ampliar -por ejemplo, dos auditores nuevos para la Cámara de Cuentas que anda desbordaba intentando fiscalizar las cuentas públicas de Aragón- y otros contraatacan proponiendo que los 67 diputados aragoneses se reduzcan el sueldo 600 € al mes. Seguro que aciertan la medida aprobada por mayoría.