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La ruidosa moraleja del Bernabéu

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En la lucha vecinal contra el ruido, en Madrid se está jugando un partido de “Champions” que hasta el momento pinta regular para Florentino Pérez. Una Asociación de perjudicados por el ruido del “Santiago Bernabéu” judicializó el asunto y ha conseguido que el Real Madrid se comprometiera el pasado 29 de octubre ante una jueza a que sólo volverá a programar conciertos cuando pueda cumplir las exigencias legales en materia de contaminación acústica.

El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, que concede las licencias para eventos extraordinarios, quedan libres de responsabilidades. Antes de la moratoria, las denuncias vecinales habían conseguido que la Corporación municipal impusiera a los organizadores once multas por importe de 801.000 euros.

En total, en el nuevo Bernabéu desde abril hasta septiembre se habían celebrado dieciocho conciertos, algunos tan potentes como los de Taylor Swift o Karol G. Después del recurso judicial se tuvieron que cancelar cinco que ya estaban programados.

Esto ocurre en un distrito en el que en las últimas elecciones municipales el 70 por ciento de los votantes lo hicieron al Partido Popular, en el que casi todos son seguidores del Real Madrid y en el que la mayoría tienen un desahogado nivel económico.

Pero, claro, si tu hijo de 12 años sale llorando de su cuarto una noche de junio porque no puede hacer los deberes, si las paredes de tu casa tiemblan como si se estuviera originando un terremoto y si en las aulas los alumnos se ponen a bailar durante las clases porque irrumpe con fuerza el sonido de los ensayos, uno se pone las pilas y más si sabe de comunicación de crisis y ha trabajado para grandes corporaciones como Price Waterhouse o Llorente y Cuenca.

Es el caso del portavoz de la Asociación, José Manuel Paredes, que decía en el diario “El País”: “Es el mejor trabajo de mi carrera y sin cobrar honorarios, solo por mi barrio y por mi familia, que no es poco”. Y tanto que no es poco, con el descanso, con la salud y con la intimidad de la familia no se juega por muy del Real Madrid o del PP que sea uno. También influye la depreciación de las viviendas aunque una filtración interesada hiciera correr el bulo de que, gracias a los conciertos, su valor iba a subir un 30 por ciento.

Paredes está bien acompañado. En la Asociación hay algún fiscal y algún magistrado jubilados, ingenieros, abogados de despachos importantes y, sobre todo, recursos económicos. Cada prueba certificada de medición de ruido sale por más de mil euros. Incluida Zaragoza, pocas asociaciones vecinales de los distritos urbanos pueden reunir estos requisitos.

Para pleitear con posibilidades de doblarle el brazo al Real Madrid hay que disponer de unas generosas derramas que te permitan recurrir y volver a hacerlo si es necesario con todo tipo de mediciones y pruebas ante ayuntamientos y juzgados. Así y todo, algunos de los asociados prefieren mantener el anonimato por el miedo a las consecuencias de enfrentarse a poderes fácticos.

Este asunto le puede hacer un buen roto a las cuentas de Florentino Pérez porque hay muchas dudas técnicas sobre la insonorización del estadio. Los vecinos fueron invisibles para los diseñadores. En la primera reunión con los afectados, el portavoz del club, Emilio Butragueño, les pidió paciencia y comprensión argumentando que el Real Madrid debía competir con clubes financiados por estados del Golfo Pérsico como el City o el PSG.

La concejala del distrito les dejó caer que deberían estar agradecidos de tener en su distrito lo que ella veía como la Torre Eiffel de Madrid. El alcalde y la presidenta de la Comunidad han definido el espectacular estadio y la Fórmula 1 de Ifema como pilares clave de la estrategia turística de Madrid.

Es el modelo que se repite en las grandes alcaldías del PP. Las ciudades como grandes terrazas hosteleras que se adueñan del espacio público y los cascos históricos y los centros monumentales de las ciudades como grandes parques temáticos con el extra de los estadios deportivos.

Mientras tanto, los centros culturales, de innovación y de creatividad que dinamizan los distritos, también los de rentas más bajas, se están dejando morir en beneficio de eventos tan efímeros como costosos para el erario. Es una fórmula muy de redes sociales, de política cortoplacista y narcisista.

Moraleja: para luchar contra el ruido, para reclamar un mapa estratégico y un plan de acción que, si no me fallan los cálculos, en Zaragoza ya lleva seis años de retraso, asociaciones vecinales como Stop Ruido, Calles Dignas y Lanuza Casco Viejo tienen que dotarse de recursos y de músculo jurídico. Además de estar haciendo un encomiable trabajo, deben profesionalizarse todo lo que puedan. A partir de ahí, el miedo es libre.

En la lucha vecinal contra el ruido, en Madrid se está jugando un partido de “Champions” que hasta el momento pinta regular para Florentino Pérez. Una Asociación de perjudicados por el ruido del “Santiago Bernabéu” judicializó el asunto y ha conseguido que el Real Madrid se comprometiera el pasado 29 de octubre ante una jueza a que sólo volverá a programar conciertos cuando pueda cumplir las exigencias legales en materia de contaminación acústica.

El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, que concede las licencias para eventos extraordinarios, quedan libres de responsabilidades. Antes de la moratoria, las denuncias vecinales habían conseguido que la Corporación municipal impusiera a los organizadores once multas por importe de 801.000 euros.