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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

La ruina de la política

El shock llegó a la literatura cuando alguien inventó las trilogías y lo interminable se apoderó de la ficción. Algo parecido le ha sucedido a la política, que vive en nuestro país en estado de shock desde que apareció el efecto continuará y todo se nos muestra como un déja vu. En tan solo unos días se convocarán, tras meses de despropósito político y verbal, nuevas elecciones y lo único que deseo es que en el mes de julio y los posteriores no tengamos otro déja vu de lo que han sido enero, febrero, marzo, abril, mayo.

Algún día alguien, a mí no me corresponde, hará psicoanálisis de lo vivido a lo largo de estos últimos meses y en los nombres de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias encontrará todo lo que una buena novela precisa: sueño, pasión, mentiras, envidias, desplantes, errores, traiciones… Digo que una buena novela precisa de esos sentimientos para serlo, porque son ingredientes de la vida que en la ficción se convierten en arte, sin embargo cuando esos ingredientes de la vida bajan al tendido de la política se convierten en hastío, en ruina.

Hemos vivido estos meses la ruina de la política y nos enfrentamos a que el escenario que resulte de las elecciones de junio sea semejante y que la ruina se torne desesperación. El efecto continuará no vale, no sirve y los déja vu en política solo hablan de la incompetencia de aquellos que lideran esa política a la que tanto dicen venerar y a la que humillan una y otra vez, porque el peor mal de la política es la falta de memoria, considerar que eres el creador de tu propio personaje. Y eso no es posible. Solo los personajes que surgen de la pluma de un escritor pueden invadir y manipular el mundo de aquel que los creó, incluso en algunos casos podríamos hablar de suplantaciones momentáneas y oníricas. El otro juego, el de creerte creador de tu propio personaje, encierra el drama de confundir los límites, de imaginar otra realidad que nadie más ve. De creerte el elegido. De pensarte único.

El shock llegó a la literatura cuando alguien inventó las trilogías y lo interminable se apoderó de la ficción. Algo parecido le ha sucedido a la política, que vive en nuestro país en estado de shock desde que apareció el efecto continuará y todo se nos muestra como un déja vu. En tan solo unos días se convocarán, tras meses de despropósito político y verbal, nuevas elecciones y lo único que deseo es que en el mes de julio y los posteriores no tengamos otro déja vu de lo que han sido enero, febrero, marzo, abril, mayo.

Algún día alguien, a mí no me corresponde, hará psicoanálisis de lo vivido a lo largo de estos últimos meses y en los nombres de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias encontrará todo lo que una buena novela precisa: sueño, pasión, mentiras, envidias, desplantes, errores, traiciones… Digo que una buena novela precisa de esos sentimientos para serlo, porque son ingredientes de la vida que en la ficción se convierten en arte, sin embargo cuando esos ingredientes de la vida bajan al tendido de la política se convierten en hastío, en ruina.