El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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Cuenta la mitología griega que Sísifo como castigo fue desterrado a una montaña en la que tenía que empujar una enorme roca cuesta arriba, por su ladera, pero cuando alcanzaba la cima la roca siempre rodaba hacia abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo, una y otra vez.
Bien, pues creo que la montaña a la que fue desterrado Sísifo era el Pirineo, concretamente algún lugar entre la Ribagorza y Canal Roya.
Y digo esto porque parece que la maldición de Sísifo se ha cebado con estos parajes, en los que, una y otra vez, hay que luchar y repetir lo mismo hasta el infinito.
En el año 2002, al calor de la burbuja inmobiliaria que recorría nuestro país, se crea la empresa Aramón para gestionar la mayoría de las estaciones de esquí aragonesas y, de paso, sus cuantiosos proyectos inmobiliarios.
Sus responsables anuncian sin tapujos que el modelo que se quiere implantar en nuestras montañas es el de la costa, con grandes urbanizaciones que cubran todo el Pirineo aragonés y sus paisajes: Espelunziecha, Canal Roya, Panticosa, Cerler, Castanesa…
Durante más de una década, la roca de este despropósito tuvo una enorme contestación social -proyecto a proyecto y el modelo general en sí-, desastrosas desviaciones financieras e incluso sentencias judiciales contrarias.
Una contestación social canalizada en buena medida mediante la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón.
Tras todo ese proceso –largo y sufrido, como la tarea de Sísifo-, el estallido de la burbuja inmobiliaria (demostrando lo absurdo de este modelo), la gestión kamikaze de Aramón (empresa en situación de quiebra por dicha gestión) unido al avance del cambio climático (ahora que nieve en invierno es ya noticia del telediario) hicieron que por fin el modelo urbanístico de Aramón quedara aparcado.
Parecía que por fin se alcanzaba la cima y que al fin habría tiempo y esfuerzos para dedicar a proyectos con futuro, basados en los enormes valores propios del Pirineo…
Pero, igual que en la maldición de Sísifo, sólo lo parecía.
Y es que, buena parte de nuestros gobernantes siguen obstinados en clamar por esa urbanización de nuestras montañas. Semanas atrás fue con Canal Roya, esta misma semana anuncian que Ayuntamiento de Benasque y Aramón quieren cerrar un convenio urbanístico en Cerler que recalifique la alta montaña a solar urbanizable.
Evidentemente, la realidad económica, social y legal es tozuda y estas urbanizaciones son irrealizables. Ya nadie, o casi nadie, quiere pelotazos urbanísticos que beneficien a unos pocos y nos arruinen a todos. Encima en estos casos destruyendo nuestro patrimonio natural y cultural, y nuestro futuro.
Por supuesto, aún siendo irrealizables estos proyectos, habrá que estar atentos, pues en ese afán por no dar el brazo a torcer puede que sigan produciendo alguna pérdida. Como ejemplo que puede ilustrar el caso, en la tierra plana, por ese afán de unos pocos, tenemos la reciente entrada de la piqueta destruyendo Averly, una joya del patrimonio cultural industrial aragonés.
Pero con todo, siendo irrealizables, lo que más desespera es que nuestros gobernantes sigan perdiendo su tiempo y su esfuerzo en estos megaproyectos urbanísticos, propios de un modelo que ha demostrado ser un fiasco.
Como Sísifo, desde la sociedad seguiremos luchando contra esta roca para llevarla hasta la cima. Esperando, esta vez sí, alcanzar la cumbre definitivamente.
Cuenta la mitología griega que Sísifo como castigo fue desterrado a una montaña en la que tenía que empujar una enorme roca cuesta arriba, por su ladera, pero cuando alcanzaba la cima la roca siempre rodaba hacia abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo, una y otra vez.
Bien, pues creo que la montaña a la que fue desterrado Sísifo era el Pirineo, concretamente algún lugar entre la Ribagorza y Canal Roya.