El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Las informaciones acerca de las distintas violaciones y agresiones machistas en estos Sanfermines, más numerosas en los medios de comunicación que en otras ocasiones, me han recordado informes leídos hace un tiempo acerca de que Escandinavia tenía las cifras más altas de violencia machista de Europa. La explicación no es que la extensión de las políticas de igualdad efectiva en estos países no den resultado o tengan un efecto rebote, sino al contrario: se trata de sociedades que identifican con mayor claridad las agresiones machistas y han aprendido a no tolerarlas y, por lo tanto, a denunciarlas en mayor grado y con mejor nivel de protección que en nuestro país; por eso suben las cifras publicadas, no porque haya más, sino porque se denuncian.
Las fiestas de Pamplona tienen una extensa historia oculta de agresiones a las mujeres, ante la que hay una decidida apuesta tanto de la ciudadanía como del ayuntamiento pamplonica por unas fiestas sin agresiones sexistas; la concentración por unas fiestas libres de violencia machista, tras la denuncia de la primera violación, superó incluso en número de personas a las concentradas en el Chupinazo.
El pasado viernes 8 de julio veíamos una tertulia en el programa Sin ir más lejos de la televisión aragonesa sobre las violaciones en Sanfermines, en la que en vez de mencionar esta respuesta ejemplar se sobrevoló el terreno de la culpabilización de las mujeres, porque beben o porque se quitan la camiseta ¿No lo hacen los hombres? ¿Alguien les acusa de algo por hacerlo? Es grave que en un medio público se juzgue a las mujeres y se justifiquen de alguna manera las agresiones.
¿No hay tertulianos/as que puedan hacer un debate ameno, progresista, que defienda la igualdad y el respeto a las mujeres? Parte de nuestra visión de la vida depende de lo que vemos, escuchamos y leemos en los medios de comunicación. Estos guían a la opinión pública y abren debates sociales, por eso es tan importante su papel en la erradicación de la violencia machista: porque pueden deshacer estereotipos, proponer imágenes diferentes que empoderen a las mujeres e impulsar en la sociedad conductas que apoyen la igualdad entre los sexos.
Es una pena que la televisión aragonesa no comprenda la responsabilidad que tiene y desperdicie las posibilidades de ofrecer debates enriquecedores para la audiencia que pongan el foco, de manera sencilla y cotidiana, en el respeto a las mujeres, en la causa del grave problema social que supone la violencia machista –que no es otra más que la desigualdad entre mujeres y hombres- y en las soluciones colectivas que damos a este problema. Es importante reflexionar sobre esto, Aragón se merece una televisión pública mejor.
Después Alexandra fue asesinada en Zaragoza en un servicio público –externalizado-: un punto de encuentro, dependiente de la DGA. A pesar de ello, el Gobierno de Aragón no ha comparecido en ningún lugar a dar explicaciones: qué empresa gestiona, qué servicio ofrecen, cuáles son las condiciones laborales de las personas que trabajan allí, qué recursos se destinan, cómo puede estar un servicio de este tipo en un piso cuyas escaleras se han convertido en una ratonera, y no en un local a pie de calle … Hace dos días la DGA instaló una placa en el portal. Sin embargo, la sangre seguía dentro, en las paredes, sin limpiar.
¿Qué hace falta que ocurra para que la erradicación de la violencia machista sea un asunto central de Estado y tenga un tratamiento adecuado en los medios? Tristemente, parece que falta que los asesinados sean hombres. ¿En qué tipo de cabezas, de instituciones o de sociedad cabe que un agresor pueda pasar días con sus hijos/as? ¿No es suficiente riesgo que haya agredido, pegado, humillado a la madre de estos/as, no se relaciona la violencia machista con el riesgo de agresión a la infancia? ¿Tienen que morir, también, más niñas y niños?
Mientras que los varones no sean conscientes del grave problema social y político que tienen como género, y que exportan a la sociedad entera, y no pongan en el centro iniciativas colectivas, populares e institucionales, por el fin de la violencia que ejercen hombres contra mujeres, niñas y niños, no avanzaremos lo suficiente.
Las informaciones acerca de las distintas violaciones y agresiones machistas en estos Sanfermines, más numerosas en los medios de comunicación que en otras ocasiones, me han recordado informes leídos hace un tiempo acerca de que Escandinavia tenía las cifras más altas de violencia machista de Europa. La explicación no es que la extensión de las políticas de igualdad efectiva en estos países no den resultado o tengan un efecto rebote, sino al contrario: se trata de sociedades que identifican con mayor claridad las agresiones machistas y han aprendido a no tolerarlas y, por lo tanto, a denunciarlas en mayor grado y con mejor nivel de protección que en nuestro país; por eso suben las cifras publicadas, no porque haya más, sino porque se denuncian.
Las fiestas de Pamplona tienen una extensa historia oculta de agresiones a las mujeres, ante la que hay una decidida apuesta tanto de la ciudadanía como del ayuntamiento pamplonica por unas fiestas sin agresiones sexistas; la concentración por unas fiestas libres de violencia machista, tras la denuncia de la primera violación, superó incluso en número de personas a las concentradas en el Chupinazo.