El Gobierno de Aragón ha añadido otros 29 términos municipales al centenar que ya estaban reconocidos como zonas vulnerables a la contaminación de las aguas por nitratos procedentes de fuentes agrarias, lo que supone un reconocimiento implícito de los daños ambientales que está provocando en la comunidad la expansión de la ganadería intensiva, especialmente la del porcino, ya que la principal fuente de ese deterioro del medio hídrico son los purines procedentes de las granjas.
Esto supone que más de la sexta parte (17,6%) de los municipios de la comunidad autónoma se encuentran en esa situación de riesgo ambiental.
Esta decisión se suma a otras que, en los últimos meses, y pese al discurso oficial de apoyo a la ganadería intensiva y a su desmesurado crecimiento a pesar de sus efectos ambientales y de la escabechina que está provocando en las explotaciones familiares, vienen a ratificar ese deterioro ambiental, como el veto a nuevas explotaciones y a la ampliación de las existentes en once municipios o las cada vez más frecuentes alertas por la presencia de nitratos en las redes de abastecimiento urbano.
Paralelamente, un organismo estatal como la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) alertaba en su Documento Inicial del nuevo Plan Hidrológico de la demarcación de cómo dos tercios de las granjas de la cuenca, cerca de 30.000 y la mayoría de ellas ubicadas en Aragón y Catalunya, están provocando efectos contaminantes en los acuíferos sobre los que se ubican.
Los efectos de ese tipo de contaminación son prácticamente irreversibles, vienen advirtiendo los técnicos del organismo de cuenca.
Más de veinte acuíferos, dos ríos y dos barrancos
El listado definitivo de zonas vulnerables a nitratos incluye 23 masas de agua subterránea que abarcan los principales sistemas de acuíferos de la comunidad, con excepción de algunos situados en áreas de montaña, además de cuatro cauces superficiales que corresponden al río Arba de Luesia, desde que recibe al Farasdués hasta el Ebro; el Tastavins, desde el Monroyo al Matarraña, y los barrancos de La Valcuerna y la Clamor Amarga, el primero tributario del Ebro y el segundo del Cinca.
Algunos de esos cauces suman al deterioro que les causan los nitratos la presencia en sus aguas de elevados niveles de residuos de pesticidas y plaguicidas, lo que los convierte, especialmente al último de ellos, en auténticas cloacas.
Los nuevos municipios que entran en el listado de zonas vulnerables son Grisén, en el aluvial del Ebro; Ayerbe, Loporzano y Loscorrales, en los sasos de Bolea y del Alcanadre; Cariñena, por los efectos en los dos acuíferos de Alfamen, yLagata, Letux y Samper de Salz, en la Cubeta de Azuara.
Cuatro nuevas zonas vulnerables
Paralelamente, Agricultura declara cuatro nuevas zonas vulnerables, dos en Huesca, una en Zaragoza y otra en Teruel. Llama la atención la ubicación de varias de las localidades afectadas, como Graus, en el Prepirineo oscense, o Cubel, el pueblo zaragozano de mayor altitud, en la Ibérica, lo que da idea de la expansión que está teniendo la problemática ambiental asociada a la ganadería industrial.
Las masas de agua subterránea de la Litera Alta y el Sinclinal de Graus, en el Prepirineo, se ven afectadas por la actividad agraria que se desarrolla en Capella, Estadilla, Fonz, Graus, Lascuarre, La Puebla de Castro y Secastilla mientras que la superficial de La Clamor Amarga, por la que se lleva a cabo en Albelda, Alcampell, Altorricón, Belver de Cinca, Esplús, Osso de Cinca, Tamarite de Litera, Velilla de Cinca, Vencillón y Zaidín.
El sector primario de Cubel y Abanto resulta dañino para el acuífero de los Páramos del Alto Jalón, mientras que el de Corbalán y Sarrión tiene ese mismo efecto para las dos masas subterráneas de Javalambre, la occidental y la oriental.
“Un fenómeno cada vez más acusado”
El decreto que establece el nuevo listado de zonas vulnerables señala que “la contaminación en las aguas causada por la producción agrícola intensiva es un fenómeno cada vez más acusado”, que “se manifiesta especialmente en un aumento de la concentración de nitratos en las aguas superficiales y subterráneas”, aunque sus efectos no son únicamente locales sino que se extienden a otras fases del ciclo del agua ya que contribuye a “la eutrofización de los embalses, estuarios y aguas litorales”.
En este sentido, la normativa comunitaria señala como zonas vulnerables aquellas “superficies territoriales cuyo drenaje da lugar a la contaminación por nitratos”, un inventario que en Aragón comenzó a elaborarse en 1997 con los acuíferos de Gallocanta y del área de los ríos Jalón y Huerva.
El ejecutivo autonómico ha llevado a cabo la segunda actualización del listado de zonas vulnerables en dos décadas a partir de los datos facilitados por la CHE sobre “las masas de agua afectadas por la contaminación, o en riesgo de estarlo, por aportación de nitratos de origen agrario”, cuando ya han pasado más de cinco años de la última, realizada en 2013.