La Federación Aragonesa de Montañismo (FAM) ha expresado este jueves su “profunda tristeza” por el fallecimiento de Pepe Díaz Ibáñez, su primer presidente y una de las figuras más grandes del montañismo en Aragón, como ejemplo de una vida marcada por una “pasión inquebrantable por el montañismo y un compromiso eterno con la comunidad que lo rodeaba”.
Nacido el 17 de diciembre de 1928, Díaz destacó desde su juventud como un alpinista excepcional, tal y como señala la FAM. Se inició en la montaña en un campamento del Frente de Juventudes en Cercedilla, en su provincia natal, Madrid; en 1945 se trasladó a Zaragoza y, coincidiendo con un gran grupo de escaladores formó parte de los que fueron los pioneros en el moderno alpinismo y la conquista de las grandes paredes.
Fue compañero de cordada de los míticos Rabadá y Navarro, con quienes abrió la histórica vía Las Brujas en el tozal del Mallo, en 1963, tras dos noches en la pared. En su honor, la FAM ha compartido en su web un enlace al vídeo de la ascensión. Igualmente abrió la vía Serón Millán al mallo Pisón, en 1957, que no se repitió en más de 50 años. Además, lideró en 1961 la primera expedición española a los Andes y y consiguió la primera ascensión mundial por la vertiente este al Baruntse en 1980, una montaña de 7.220 metros en Nepal que marcó el inicio del himalayismo en la comunidad autónoma. Lo hizo junto a José Manuel Blanchard, Gonzalo Prado, Javier Escartín, Lorenzo Ortas, Jerónimo López, Carlos Buhler y José Ramón Morandeira.
Su compromiso con el montañismo se mostró también con el impulso a la creación de la FAM, de la que fue su primer presidente y cuyo crecimiento lideró desde 1963 hasta 1970. Contribuyó de esta forma a cimentar las bases de lo que hoy es una de las federaciones más potentes de España y referente europeo. Su dedicación ha continuado durante toda su vida y la actual Junta Directiva destaca que ha seguido siendo “un pilar fundamental a lo largo de todos estos años en los que siempre nos ha acompañado y apoyado”. Igualmente destacó su trabajo como presidente de Prames, del club Montañeros de Aragón y director de la estación de esquí de Formigal.
La FAM ha subrayado igualmente su legado como el “de un hombre que, con su presencia y su humildad, supo ganarse el respeto y el cariño de todos los que tuvieron el honor de conocerlo y de un montañero que ha dejado una huella imborrable en cada rincón del Pirineo”. Su pasión por la montaña la compartió también con su esposa, María Pilar, una pionera en la escalada femenina en unos tiempos complicados y transmitió también su amor por el montañismo a sus cuatro hijos, y a sus nietos.
Con su fallecimiento, en vísperas de cumplir 96 años, la FAM dice “adiós a uno de los grandes, un hombre cuya grandeza no solo se medía en sus logros en la montaña, sino en su bondad, su generosidad y su incansable dedicación al montañismo aragonés, un querido amigo que deja un vacío difícil de llenar y al que tus amigos y compañeros de la FAM extrañaremos y siempre llevaremos en el corazón. Gracias Pepe, por todo lo que nos diste a todos los montañeros aragoneses”.