El abandono de animales tiene un impacto negativo en la salud pública, el Patrimonio Natural y en los bolsillos de los contribuyentes
Más de 286.000 (perros y gatos), es la cifra de animales que fueron rescatados en España a lo largo del año 2023; concretamente 170.712 perros y 115.970 gatos. Estos datos suponen una tasa de abandono que se mantiene estable desde hace cuatro años según el estudio `Él nunca lo haría´ elaborado por la Fundación Affinity para España, el único del que se tiene constancia en Europa.
Tener una mascota, un animal de compañía que forme parte de la familia, tiene que ser una decisión que debe ser meditada con responsabilidad. Un animal es un ser vivo cuyo cuidado en vital y no puede ser negociable. El número de animales que son abandonados en carreteras y campos a su suerte aumenta coincidiendo con la época estival, momento en el que las personas quieren hacer uso de una libertad que a veces choca con las necesidades y demandas de sus animales de compañía. Desde el año 1992, el 17 de agosto se celebra el Día Internacional del Animal sin Hogar, un día marcado en el calendario por la Sociedad Internacional de los Derechos de los Animales (ISAR, por sus siglas en inglés) con el objetivo de poner la atención durante al menos un día al año sobre la “creciente crisis de los animales de compañía abandonados y sin hogar en todo el mundo”.
En España hay unos 6,5 millones de perros y 4,7 millones de gatos de familia. Todas ellas son cifras orientativas, ya que no existen registros oficiales y en la mayoría de los casos se elaboran a través de estimaciones basadas en los registros de las protectoras de animales, principalmente. Eso sí, España es “el único país de Europa que tiene un estudio así”, tal y como explica Paula Calvo, doctora en Antrozoología, licenciada en Bioquímica y etóloga por la Universidad Autónoma de Barcelona en declaraciones recogidas por SMC España.
En Aragón, la Diputación Provincial de Zaragoza recogió en 2023 un total de 181 perros abandonados y 140 fueron adoptados. El centro de protección animal recuerda que adoptar un perro es gratis y tiene la garantía de estar bien cuidado.
¿Son suficientes los avances de los últimos años?
España cuenta desde su aprobación el día 29 de septiembre de 2023 con una nueva Ley de Bienestar Animal. El texto trae normas más estrictas para los propietarios de mascotas y amplia el cerco, porque afecta a todos los animales que conviven en casa y a todos los animales de especies silvestres que estén bajo la responsabilidad y el cuidado humano. Además, y por primera vez, el castigo animal es penado con más de un año de prisión y hasta 36 meses en caso de muerte. Un endurecimiento de la norma que responde, tal y como señala el Ministerio de Derechos Sociales, a la necesidad de “luchar contra el maltrato, el abandono y el sacrificio de animales”.
A pesar de las mejoras introducidas en los últimos años, los expertos coinciden en señalar que el sistema sigue fallando, tal y como lo manifiesta la coordinadora del Grupo de Estudio de Derecho Animal del Ilustre Colegio de la Abogacía de Bizkaia, María González Lacabex, ya que, en su opinión la nueva Ley recoge y unifica la legislación autonómica y sienta algunos “mínimos”, “aunque sin gran novedad” como por ejemplo la definición de “animal abandonado”.
En el caso de la gestión del abandono animal en concreto, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha aprobado recientemente (junio de 2024) una dotación de casi dos millones de euros en subvenciones para este fin.
El chip, una herramienta que obliga a la responsabilidad
Según el último informe de la fundación Affinity, la mayoría de los perros sin microchip acaba en las protectoras y solo un 4 % de los gatos que llegan hasta ellas tienen implantado el chip. María Luisa Fernández de Miguel, veterinaria clínica de animales de compañía y presidenta del Colegio de Veterinarios de Tenerife señala en SMC España que la identificación es el factor clave, porque te obliga a ser responsable“, además de que si un animal tiene microchip ”se puede devolver a sus propietarios“.
En este sentido, la veterinaria platea la idoneidad de implantar medidas disuasorias más contundentes, como que haya agentes en parques para controlar que los animales lleven microchip o instar a los veterinarios a denunciar si detectan que un animal está sin identificar. La nueva Ley obliga a quienes tengan un perro, un gato o un hurón, a tenerlos identificados a través de un chip; en el caso de pájaros, con una anilla. Quienes lo incumplan deben saber que la multa ha ascendido de 5.000 a entre 10.000 y 50.000 euros al considerarse una falta grave
Las colonias felinas
La nueva ley de protección de los derechos y el bienestar, según el Colegio de Bizkaia, creen que el nuevo texto “estructura mejor el caso de las colonias felinas”, hasta ahora carente de algún tipo de estructura administrativa. De los casi dos millones de euros que ha invertido el Estado, 1.200.000 euros son ayudas dirigidas al control de las colonias felinas. La nueva Ley recoge el protocolo de Captura, Esterilización y Retorno (CER), que “si se aplica con ética” dice Paula Calvo, etóloga, ayudara a la vida de los animales, que irán falleciendo “poco a poco, al hacerse viejos” dentro de un “proceso natural”. Ahora, dicen que es voluntad política de los ayuntamientos que ese dinero se destine para “hacer bien las cosas”. Aunque es necesario subrayar que, a veces, son las gestoras de colonias las que asumen su gestión, a pesar de que es responsabilidad de los ayuntamientos.
En Aragón hay varias iniciativas en este sentido, por ejemplo, en la capital turolense y sus barrios rurales hay registradas 42 colonias felinas que son alimentadas y cuidadas por 62 voluntarios que desde finales de 2023 cuentan con un carné entregado por la alcaldesa de Teruel y el concejal de protección animal autorizándolos para realizar estas tareas, de manera altruista. En la localidad de Ejea de los Caballeros, aprobó en el mes de mayo, llevar a cabo un proceso de implantación de forma progresiva del método CER en las colonias felinas Ejea y sus Pueblos, a través de un convenio de colaboración con los veterinarios del municipio o con otras entidades. El objetivo es apoyar la puesta en marcha del Programa para la formación, concienciación y divulgación de las condiciones y buen trato que deben recibir los animales, además de diseñar las medidas necesarias para la protección y cuidado de los animales abandonados y su posterior puesta en adopción.
El animal abandonado, el gran pagano
Los veterinarios, coinciden en recordar que un animal doméstico necesita estar en familia, y no en un refugio, donde “un perro, con suerte, puede salir 20 minutos al día a un patio”, señala la etóloga, como consecuencia de la falta de recursos, financiación y personal de las que adolecen las protectoras de animales. El abandono de mascotas es un tema ético, y “todo animal merece una vida digna y abandonar a un animal criado en cautividad puede ser una condena”, señala al SMC España Alberto Maceda, doctor en Biología y profesor investigador en el departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona.
Pero el abandono de animales tiene efectos para toda la sociedad porque, además del impacto que sufren los animales que son abandonados, conlleva problemas de seguridad, también en la salud pública y de financiación. Y es que, todo está interrelacionado, “es lo que se llama one health, una sola salud”, explica la veterinaria Fernández de Miguel a SMC. Por eso, la experta considera que controlar a los animales es una cuestión de salud pública para controlar el riesgo de enfermedades como la leishmaniosis, la toxoplasmosis o la enfermedad de Lyme.
Un animal grande abandonado en la carretera o en el campo puede también causar accidentes de tráfico que, además de ser costosos pueden repercutir en otros intereses humanos como las cosechas al verse afectadas, bien porque traen consigo enfermedades que terminan impactando de manera negativa en el ecosistema, o porque las destrozan, ya que los animales abandonados a su suerte se siguen reproduciendo y necesitan seguir alimentándose. El impacto en el Patrimonio Natural puede llegar a ser muy alto, sobre todo cuando se habla de especies exóticas que tiene el riesgo de convertirse en invasoras como algunas tortugas, mapaches y otras especies.
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