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Todo Aragón sigue respirando aire contaminado pese al cierre de la térmica de Andorra

La intensidad del tráfico de automóviles está, con independencia de los efectos que la guerra de Ucrania han tenido en los precios de los combustibles y en su consumo, eclipsando la descarga de contaminación que supuso hace ya tres años el cierre de la central térmica de Andorra, un foco que llegaba a emitir más de la mitad del CO2 equivalente de toda la comunidad.

“Pese a la significativa mejora de la calidad del aire en los últimos años, toda la población de Aragón siguió respirando en 2022 un aire perjudicial para la salud según las recomendaciones de la OMS” (Organización Mundial para la Salud), señala la última edición del Informe sobre la Calidad del Aire que anualmente elabora Ecologistas en Acción a partir de los datos oficiales disponibles sobre esta materia, que incluyen algunas áreas de sombra.

El estudio concluye que “casi 1,3 millones los aragoneses (el 96% de la población)” se vieron “afectados por niveles de contaminación superiores a los nuevos límites legales propuestos por la Comisión Europea”, al tiempo que “la totalidad del territorio” se vio “expuesto a niveles de contaminación por ozono [troposférico] que dañan la vegetación”.

No obstante, el aumento de la presencia de esos dos contaminantes en la atmósfera aragonesa fue “más matizado”, con concentraciones ligeramente inferiores a las “habituales en años anteriores a la pandemia”, que el registrado para las partículas en suspensión de tipo PM10 y PM2,5 (de menos de diez y de 2,5 micras, respectivamente), en cuyo incremento el calor y la sequedad se combinan con la intensidad del tráfico rodado como causas principales.

Los baremos y los retos

El informe de Ecologistas en Acción llama la atención sobre cómo varían las conclusiones en función del baremo que se aplique para medir esa contaminación atmosférica.

Así, “el aire contaminado afectó en 2022 a la totalidad de la población y del territorio aragoneses” si se toma como referencia “los valores máximos recomendados por la OMS y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación de la UE”, mientras que “la práctica totalidad de los aragoneses respiraron en 2022 un aire que incumpliría los nuevos estándares legales propuestos por la Unión Europea para 2030”.

Sin embargo, si los cálculos se realizan a partir de la normativa vigente en España “no habría población que respiró aire contaminado ni superficie expuesta a niveles de contaminación que dañan la vegetación”, con la central de Castellnou, próxima a una central térmica de ciclo combinado, como único lugar en el que se superó “puntualmente el objetivo legal para la protección de la vegetación establecido para el ozono”.

Esas diferencias ponen sobre la mesa “la magnitud del reto a asumir por las administraciones en próximos seis años para alinearse con la futura legislación”, que se encuentra ahora en fase de revisión.

“La ciudad de Zaragoza como foco principal de contaminación”

Las emisiones de ozono, de NO2 y de partículas en suspensión tienen su principal foco en Zaragoza, por donde diariamente circulan más de 100.000 vehículos, concretamente 102.941 (solo 4.000 menos que en 2019) con una media de 1,3 ocupantes y 3,29 recorridos, lo que arroja un volumen de en torno a 340.000 desplazamientos.

“El cuadro general que presenta Aragón es el de la ciudad de Zaragoza como foco principal de contaminación, con el tráfico motorizado como el causante fundamental”, recoge el informe, que destaca cómo el dióxido de nitrógeno (NO2), que resulta ser uno de los principales precursores del ozono, “se emite de forma más intensa en el área metropolitana de Zaragoza”.

Ese intenso tráfico de vehículos privados genera la aparición de ozono troposférico, un gas con efectos dañinos para personas con dolencias respiratorias y para vegetales, que acaba siendo ‘exportado’ a toda la mitad oriental del Valle del Ebro con el cierzo mientras remonta el curso cuando sopla el bochorno.

Esa contaminación basada en el NO2 “afecta a la mayor parte de Aragón” una vez da lugar al ozono troposférico, reseña el informe, que concluye que “durante 2022 la calidad del aire en Aragón ha empeorado respecto a los años 2020 y 2021”.

Los elevados niveles de contaminación de la avenida de Soria

Los datos apuntan a una mejora en este aspecto cuando reflejan que los niveles legales de ozono se superaron un 30% menos que en el periodo 2012-2019 y que los días por encima del objetivo legal cayeron un 66% en el valle del Ebro, aunque, al mismo tiempo la presencia de ozono aumentó en Sabiñánigo y en Zaragoza, concretamente en las estaciones del Actur, la avenida de Soria, el Centro, el paseo Renovales y Roger de Flor, es decir, en cinco de ocho.

También “el dióxido de nitrógeno (NO2 ) volvió a tener sus peores registros en el área metropolitana de Zaragoza, como consecuencia del intenso tráfico motorizado rodado que soporta”, aunque de nuevo con una conclusión distinta en función del baremo: “durante 2022 no se registraron superaciones de los valores límite de este contaminante” aunque, al mismo tiempo, “todas las estaciones urbanas de la capital aragonesa excedieron las nuevas guías diaria y anual de la OMS”.

Las “peores situaciones” se dieron en las estaciones del Centro, la avenida de Soria y Roger de Flor, donde los límites diarios de la OMS fueron superados, respectivamente, en 194, 154 y 113 ocasiones.

En la avenida de Soria, una de las principales vías de acceso a la ciudad por su zona oeste también se registraron niveles de partículas de hasta diez micras superiores a los que la UE considera tolerables, algo que también ocurrió en Alagón, Alcañiz, Fuentes de Ebro y Monzón.