El deterioro del pueblo viejo de Belchite es evidente para los miles de turistas que recorren sus calles en ruinas. Lo es desde hace tiempo por el abandono de las instituciones que siguen sin invertir lo necesario para consolidar este lugar de memoria histórica: un pueblo arrasado durante la Guerra Civil española y que quedó sin reconstruir para que las generaciones futuras conocieran los desastres de la guerra.
Mientras esa inversión no llega, el Ayuntamiento del Belchite nuevo (construido junto al antiguo en los años 50) se ve obligado a aumentar las medidas de seguridad ante la situación en la que se encuentran algunos edificios y, entre las opciones que barajan, está que las visitas guiadas se realicen con casco.
Afortunadamente, hasta ahora no ha ocurrido ningún incidente grave, pero el aumento de las visitas y el deterioro constante obliga a garantizar la seguridad. El año pasado unas 40.000 personas visitaron el pueblo viejo de Belchite, y en lo que va de año, ya son 18.000 los que han pasado por allí. Una cifra que aumenta cada año.
Este mismo año un grupo de visitantes estuvo cerca de lamentar una desgracia, aunque por suerte todo quedó en un susto. Parte de un alero, una tabla de dos metros de longitud, se desprendió de una de las casas de la calle Mayor desde diez metros de altura, justo cuando un grupo de personas estaba atendiendo las explicaciones de la guía turística en ese mismo lugar. “Fue un susto grande, pero por suerte no pasó nada; aparté la tabla que había caído a nuestro lado y seguimos”, comenta la guía Sara Alfaro a eldiario.es.
A pesar de este incidente y pese al viento que soplaba ese día, continuaron con la visita porque, asegura, nadie le había dado ninguna instrucción sobre cómo actuar ante un suceso así. “No tenía un protocolo para estos casos, después lo notifiqué para que se tomaran las medidas oportunas”, precisa
Para el Ayuntamiento de Belchite, garantizar la seguridad ha sido siempre una “prioridad”. Así lo dice su alcalde, el popular Carmelo Pérez, quien destaca que la primera medida que tomó cuando llegó al Consistorio fue contratar un seguro para las visitas. “Hasta entonces no había ningún tipo de seguro”, subraya. Ahora están barajando distintas opciones, entre ellas que las visitas entren con casco o suspenderlas cuando las condiciones meteorológicas no acompañan. Desde la Fundación Belchite, su coordinadora María José Andrés, asegura que los visitantes no corren “peligro”, puesto que se han reducido los grupos y han limitado el recorrido, evitando algunas de los edificios que presentan un mayor riesgo de derrumbe.
“Puede caerse en cualquier momento”
Hace tiempo que la visita no pasa por uno de sus monumentos más emblemáticos, el convento de San Rafael. Los visitantes se tienen que conformar con ver esta construcción barroca de finales de 1781 desde lejos. Desde la Acción Pública para Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa) y la Asociación Cultural El Allondero aseguran que la fachada, de gran altura, está completamente separada del edificio, por lo que “puede caerse en cualquier momento”. Durante muchos años estuvo apuntalada con vigas metálicas que atravesaban la calle Enrique Naval hasta la pared lateral de la iglesia de San Martín. Pero a día de hoy un pequeño talud de ladrillo, en el lado izquierdo, y un dintel de madera soportado por dos maderos en el acceso principal son los únicos apoyos de la fachada, que además presenta un ligero pandeo hacia su cara exterior y dos grietas a cada lado de la misma, según figura en un informe que ha sido remitido al consistorio.
El alcalde reconoce que tienen “miedo” de que finalmente este convento, que tiene un valor emocional para los vecinos del pueblo, acabe derrumbándose más pronto que tarde y vuelve a hacer un llamamiento a las instituciones para recibir fondos. “Nos sentimos abandonados con lo que realmente significa y representa el pueblo viejo”, lamenta.
Ni el Gobierno de Aragón ni la Diputación Provincial de Zaragoza han destinado fondos al pueblo viejo de Belchite en los dos últimos años (2018 y 2019). “Hemos recibido cero euros”, critica el alcalde, quien reconoce que en 2016 y 2017 Patrimonio de la DGA sí que invirtió 60.000 y 40.000 euros cada año, lo que supuso una ayuda importante.
Con esta cuantía se consolidó la fachada de la Iglesia de San Martín y las bóvedas del templo, una actuación que permitió que las visitas pudieran acercarse de nuevo a este punto; eso sí, sin entrar en el interior. Este tipo de inversiones son las que como mínimo reclama el regidor cada año para consolidar poco a poco todo el pueblo viejo, una inversión que en total supondría 800.000 euros.
Por su parte, el Ayuntamiento de Belchite hace todo lo posible por mantenerlo, pero solo pueden intervenir en la trama urbana, fijando muros de pequeña altura para garantizar la seguridad del visitante. En 2018, invirtieron 20.000 euros. En este punto, el alcalde recuerda la estrechez de las arcas de los consistorios más pequeños, que difícilmente llegan a cubrir los servicios más básicos. En este caso, además, el problema es doble: “Tenemos dos pueblos que atender con el mismo presupuesto”, concluye.