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Bruselas se desentiende de la contaminación por lindano del Gállego

Europa no quiere saber nada de la contaminación por lindano en la cuenca del río Gállego, un cauce de casi 200 kilómetros que da de beber a varias decenas de miles de personas y cuyas aguas riegan 80.000 hectáreas de cultivos de las provincias de Huesca y Zaragoza. No va a ser un tema prioritario para Bruselas, al menos en los próximos doce años.

De hecho, ha respaldado la intención del Ministerio de Medio Ambiente de posponer sin fecha la resolución del problema: no deberá abordar la calidad del agua de esa cuenca antes de 2021, ni tener soluciones antes de 2027. Y sus respuestas en el europarlamento despejan cualquier duda acerca de su implicación en este asunto.

“Aún es demasiado pronto para que la Comisión evalúe si las medidas previstas por las autoridades son adecuadas para cumplir con los requisitos de la legislación de residuos y de la Directiva Marco del Agua”, le respondieron las autoridades comunitarias a la eurodiputada de IU Ángela Vallina. “Son las autoridades nacionales, administrativas y judiciales, las competentes en primera instancia de velar por el correcto cumplimiento de la normativa comunitaria”, le indicaron a Miguel Martínez, responsable de Asuntos Europeos de Chunta Aragonesista (CHA), a quien Bruselas le comunicó que, según su criterio, “las autoridades españolas han reconocido la problemática”.

Un protocolo sin apenas desarrollo

Y con eso, al parecer, basta. La ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, firmó en enero con el entonces consejero aragonés del ramo, Modesto Lobón, un protocolo en el que se comprometían a atacar el problema del lindano. Casi diez meses después, las soluciones para el próximo sexenio se reducen a construir una red de abastecimiento alternativo de agua para la ribera del Gállego -18 millones, de los que Europa pondrá la mitad-, a mantener los filtros de carbono del barranco de Bailín –el retraso en colocarlos está bajo investigación judicial- y a elaborar un estudio.

Ecologistas en Acción quiere poner el tema sobre la mesa. Y, con ese objetivo, está preparando acciones para sensibilizar a parlamentarios. Una de ellas es la ‘ruta de lindano’, un recorrido por varios puntos en los que hay evidencias de contaminación por residuos de este producto.

El recorrido incluirá, al menos, cuatro paradas: Sabiñánigo, en cuyos alrededores hay enterradas más de 115.000 toneladas de residuos de la producción de ese compuesto, que lleva un cuarto de siglo perdido; A Coruña, donde han aparecido residuos en un vertedero; el embalse vizcaino de Oiola, en cuyas aguas han aparecido isómeros de hexaclorociclohexanos varias veces en los últimos años, y la zona soriana de Borobia, donde también han sido localizados.

“El problema desborda a Aragón y a España”

Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) insisten en que la detección de residuos de lindano en esta última área fue un hallazgo puntual. Apareció un rastro infinitesimal en una balsa de una explotación agrícola y no ha sido hallado en ningún cauce fluvial ni en zonas cercanas.

Ecologistas en Acción considera “inexplicable” la postura de Bruselas. Los vertidos de lindano en el Pirineo constituyen “un problema que desborda las capacidades del Gobierno de Aragón y del central” y en el que “debe implicarse Europa”.