Costará unos 550 millones de euros y 25 años de arduos trabajos, pero el Gobierno de Aragón se marca como prioridad absoluta limpiar todo rastro de lindano de las aguas del río Gállego y su entorno. Uno de los mayores desastres ecológicos de Europa, superior en proporción al del Prestige, puesto que se ha vertido el doble de residuos que en la costa gallega
Para tratar de atajarlo, la Administración autónoma colabora de manera estrecha con la Universidad de Zaragoza en busca de la mejor manera de acabar con los residuos tóxicos. Entre las primeras acciones figuran la activación de un laboratorio en Sabiñánigo y el proyecto de limpieza del barranco de Bailín.
El denominado Plan Integral para la Descontaminación del Lindano presenta una hoja de ruta con el horizonte fijado en 2040. Creado por el Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, aspira a garantizar el abastecimiento de agua potable y la calidad del agua de riego, aislar los residuos, descontaminar los suelos superficiales y sustratos rocosos y, en definitiva, eliminar el problema también con el derribo de lo que queda de las instalaciones de Inquinosa, la empresa donde se originó este grave problema de salud pública.
El Ejecutivo autonómico va a aprovechar las instalaciones de Pirenarium, un centro de ocio que ya cerró sus puertas, en la capital de la Comarca del Alto Gállego para ubicar el futuro centro de referencia en la lucha contra los denominados Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), con el lindano a la cabeza. Apoyado por la Universidad de Zaragoza, encargada de la parcela científica, el Gobierno de Aragón hará frente así al “problema medioambiental más grave que tenemos”, en palabras del consejero Joaquín Olona. Se ha aprobado una partida plurianual de 600.000 euros para acondicionar Pirenarium en sustitución del laboratorio de Bailín, que no puede hacer frente en las actuales condiciones al análisis de más de 350 muestras mensuales de agua del río Gállego.
27 proyectos diferentes para Bailín
Bailín es uno de los espacios más afectados por el lindano porque allí se ubica, además de un vertedero empleado por la empresa Inquinosa, una planta depuradora. Se han dedicado esfuerzos ímprobos. Para la descontaminación del barranco donde fue a parar una buena parte de este pesticida se ha realizado un concurso público al que se han presentado 27 proyectos de diferentes centros de investigación y empresas.
El Gobierno de Aragón buscaba “soluciones innovadoras”. Las aportaciones principales se han centrado en la descontaminación del agua superficial de las inmediaciones del barranco con técnicas como la electroxidación, la fotocatálisis con utilización de ozono o el uso de nanopartículas de hierro cero valente, además del uso de bacterias y algas. Para la descontaminación del suelo se han aportado soluciones de técnicas de gestión de las bacterias existentes en los emplazamientos y aportación de bacterias naturales.
La clave puede estar en una lombriz
No es una bacteria sino una lombriz la que podría dar con la clave y abrir su empleo a la erradicación del lindano de Sabiñánigo. Un estudio del Instituto Pirenaico de Ecología, uno de los centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Aragón, ha revelado que los suelos más contaminados son capaces de producir la muerte de las lombrices. Sin embargo, en superficies con menor carga contaminante la actividad de las lombrices facilita la extracción de residuos de la fabricación del lindano. El estudio se publicará en la revista ‘Ecotoxicology and Environmental Safety’.
El residuo que envenenó las aguas del Gállego durante 24 años es el lindano, un pesticida prohibido en toda Europa que se fabricó entre 1975 y 1989 en Sabiñánigo. Aunque señalarla en primer lugar supone condenarla como culpable cuando fue la principal víctima. La responsable es Industrias Químicas del Noroeste SA, Inquinosa, que durante ese periodo y sin ningún control externo lanzó más de 160.000 toneladas de lindano por tierra, agua y aire. Y no solo al río.
Esta sustancia cancerígena, utilizada sobre todo en agricultura y ganadería, se facturaba a solo 200 metros de la localidad, en las instalaciones ahora abandonadas de la empresa y sobre el cauce del Gállego. Sus efectos perniciosos se extendieron por toda la cuenca abajo de un río de 193,2 kilómetros de longitud. Se ha detectado lindano incluso en el Delta del Ebro y ha afectado a la actividad de aguas bravas de las empresas de deportes de aventura. Pero la consecuencia más negativa ha sido la restricción del consumo de agua de boca río abajo. Por suerte para Sabiñánigo, esta la toma 6 kilómetros más arriba, en el río Aurín.
Se siguió fraguando cuando, en 1978, Inquinosa obtuvo un permiso del Ayuntamiento de Sabiñánigo para enterrar los residuos tóxicos en el vertedero municipal de Sardas. Cuando este se llenó a rebosar se utilizó el de Bailín, que dio cabida a 60.000 toneladas más con una zona de uso exclusivo para la empresa, cuyos restos suponen otra amenaza para el medio ambiente.
Consumada la tragedia, unos hechos tan evidentes obligaron a su cierre y el periplo por los juzgados no ha servido para que se purgasen las acciones cometidas. El entonces director general de Inquinosa, Jesús Herboso, fue condenado en 1994 a dos meses de cárcel y a pagar un millón de pesetas como responsable directo de los vertidos. Y en 2003 la Audiencia de Huesca condenó a Inquinosa a pagar 6,5 millones de euros en concepto de indemnización y otros 14 por intereses de demora que, hasta la fecha, no se han abonado. La Unión Europea prohibió el lindano en 1991 y es probable que los aragoneses se sigan acordando de él hasta más allá de 2040.