La costosa caza del visón americano, un portador de la COVID que invade ríos y lagunas

Eduardo Bayona

Zaragoza —
28 de marzo de 2021 21:22 h

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Al Gobierno de Aragón le sale cara, muy cara, la extracción del medio natural de un animal invasor, y asilvestrado por causas humanas, a cuyos nocivos efectos ambientales se une desde hace unos meses la certeza de que actúa como reservorio del coronavirus y la sospecha de que puede hacerlo como transmisor: el visón americano, un pequeño carnívoro de la familia de los mustélidos procedente de las áreas de tundra de EE UU y Canadá que lleva décadas alterando los ecosistemas fluviales del resto de continentes.

Las campañas de captura de estos animales en los últimos 16 años, entre 2005 y 2020 ambos incluidos, arrojan un balance de 1.096 animales atrapados y un desembolso de 828.887 euros, lo que arroja un coste de 756,28 euros por cabeza, según indica el consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, en su respuesta a una pregunta parlamentaria del diputado de IU, Álvaro Sanz.

Esos datos ponen sobre la mesa los elevados costes económicos de un desequilibrio ambiental que tiene su origen en la desidia de la industria peletera, la dejadez de algunos mascoteros y la inconsciencia de una parte del animalismo, que han propiciado a lo largo de varias décadas una retahíla de fugas, abandonos y sueltas de estos animales y que ahora, con la pandemia, añade un riesgo sanitario con la expansión del coronavirus.

Portador del coronavirus y probable transmisor

La Universidad de Zaragoza está estudiando a raíz del brote de COVID-19 de la granja de la Puebla de Valverde (Teruel), en la que fueron sacrificados 92.700 visones tras una incidencia que superó el 85% de la cabaña y alcanzó a siete empleados, si se produjo transmisión entre animales y humanos, algo que los expertos, aunque no han confirmado oficialmente, no descartan.

De hecho, algunos datos apuntan en un sentido más bien contrario: los informes oficiales del Ministerio de Sanidad hablan de un episodio en Dinamarca en el que “se pudo constatar la infección de dos trabajadores de las granjas afectadas en los que se atribuyó transmisión desde los visones enfermos” y de otro en el mismo país “con mutaciones en la proteína de la espícula, lo que hizo temer por cambios en la transmisión del virus que pudieran afectar a humanos”.

“En resumen, los hurones, los felinos (gatos, tigres y leones), los visones y los hámster son susceptibles a la infección y pueden desarrollar la enfermedad y también los perros en mucha menor medida”, señala ese informe, que añade que aunque “hay muy pocos casos descritos de posible transmisión desde los animales a los humanos (…), el contacto con otras especies puede introducir nuevas variantes en los humanos que resulten en modificaciones de transmisibilidad o virulencia y en una disminución de la eficacia del tratamiento y de la vacuna”.

Una especie en expansión por el Ebro y por Aragón

Esas noticias llegan con miles de ejemplares sueltos por las zonas fluviales de la península ibérica desde que en los años cincuenta, “a partir de los escapes de las primeras granjas peleteras instaladas en Segovia y Pontevedra”, comenzaron a crearse las primeras colonias.

Hoy, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica, “en España se pueden distinguir cinco núcleos distintos de visón americano, todos ellos en pleno proceso de expansión: Galicia, País Vasco, Meseta Norte, Catalunya y Teruel-Comunitat Valenciana”.

Ese despliegue del visón americano, catalogado como especies invasoras a nivel estatal y también en comunidades como Aragón, va a más por su “tendencia a fusionarse y a ocupar los hábitats propicios de la mitad norte de la península”, entre los que destacan el Ebro y sus afluentes, mientras se confirma la detección de nuevos núcleos en Zaragoza y en varias provincias limítrofes con la comunidad como Valencia, Castellón, Navarra, La Rioja y Soria.

Se trata de una “especie de tendencia fuertemente expansiva” a partir del “asilvestramiento de un pequeño número de ejemplares que han formado poblaciones viables” y que se expande “de forma natural por el sistema hidrográfico” gracias a su “gran capacidad de adaptación al medio” y su “alimentación generalista”, ya que come peces, micromamíferos, anfibios, reptiles y aves.

La respuesta de Olona da idea de cómo se va produciendo esa expansión. Así, mientras las primeras campañas de extracción, realizadas en 2002, se centraban en la cuenca del río Mijares, “foco de dispersión inicial” por su cercanía a la granja de La Puebla de Valverde, “la especie continuó ampliando su área” hasta las del Turia y el Jiloca en 2008 para llegar después “a nuevos cauces del territorio aragonés como el Jalón, el Bergantes, el Guadalope y el Matarraña, así como a los cursos limítrofes con Cataluña en la parte sudeste de Huesca, donde también ha sido detectada la especie americana”.

Antecedentes de fugas en la única granja de visones de Aragón

Entre los efectos secundarios de esa expansión se encuentran el desplazamiento y el reemplazo de las poblaciones de visón europeo, que es el autóctono de los ecosistemas fluviales y lacustres del sur de Europa y que en España se encuentra en peligro de extinción, y la transmisión de “enfermedades como el parvovirus de la enfermedad aleutiana del visón (ADV), moquillo y otras patologías, al resto de carnívoros que habitan en los sotos fluviales”.

Esas fugas que dan lugar a las colonias también se daban en la granja de La Puebla de Valverde, la única autorizada en Aragón, según admite Olona, por pasiva, al señalar que esta “se ha adaptado a las exigencias” con un “vallado perimetral de obra que impide que los animales que se escapen de las jaulas acaben en el medio ambiente”, por lo que, “de hecho, desde que la granja se adaptó a la normativa no ha habido ninguna fuga de animales al exterior de la misma”.

El objetivo del trampeo, indica el consejero, consiste en “extraer a esta especie exótica del medio natural y evitar así su expansión y las afecciones que genera sobre las especies nativas”.

El cambio en el tipo de trampeo entre 2015 y 2018, añade, “ha permitido disminuir de forma significativa el número de ejemplares de visón americano en todas las cuencas y, con ello, poder ser mucho más optimistas sobre la posibilidad de conseguir el control e incluso la erradicación de la especie en Aragón”.

Eso “ya ha llevado a la erradicación total del visón americano en algunas cuencas locales” de comunidades limítrofes, asegura, mientras “en Aragón, el descenso en el número de capturas en algunos de los ríos donde se ha mantenido el esfuerzo de trampeo desde 2015 también resulta significativo, aunque la constancia en las próximas temporadas resultará determinante para poder conseguir el objetivo del control de la especie exótica”.