Todos los habitantes de la provincia de Teruel caben en el Camp Nou y La Romareda. Y si contamos los que tienen tantos años que tendrían dificultades para desplazarse hasta allí y ocupar el graderío, aún sobrarían bastantes plazas. El paralelismo con el deporte de masas no va mal para hablar precisamente del problema que sufren en los lugares donde cada vez hay menos gente. Teruel es uno de los ejemplos de esa España interior que se está despoblando, la ‘Laponia mediterránea’ o ‘Laponia del sur’ que llaman algunos y que incluye provincias de Castilla-La Mancha, Castilla y León, La Rioja o el interior de la Comunidad Valenciana, entre otras. Esa España va camino del desierto demográfico, con bajísimos índices de población que no superan los 12 habitantes por kilómetro cuadrado y altas tasas de envejecimiento.
Desde esta España interior alzan la voz para que la oigan en Europa, apelando al artículo 174 del Tratado sobre el Funcionamiento de la Unión Europa, que fija el objetivo de “promover un desarrollo armonioso del conjunto de la Unión”. Buscan el reconocimiento primero del problema y después financiación extra para paliarlo. Aunque esa petición de ayuda no se hace con una única voz, ni política, ni económica ni social, y eso es otro problema.
A Europa le pedían que declarara como Inversión Territorial Integrada (ITI) varias zonas españolas con el denominador común de la despoblación. Una petición agrupaba a empresarios de Teruel, Cuenca, Soria y Guadalajara y la otra abarcaba hasta 12 provincias españolas.
La última noticia que llega desde Bruselas ha declarado la Inversión Territorial Integrada (ITI) solo para Teruel, pero esta denominación se ha incorporado al Programa Europeo de Desarrollo Regional de Aragón, lo que significa que no va a ir acompañada de más dinero. “Es el reconocimiento al diagnóstico del enfermo pero no hay dinero para el tratamiento” asegura Juan Carlos Escuder, miembro de CEOE Teruel. Este empresario de una montañosa comarca turolense lleva meses estudiando los entresijos de la Unión Europea para saber a qué puertas llamar.
“Nosotros vamos a seguir trabajando para conseguir ese reconocimiento conjunto” de las cuatro provincias, asegura Escuder, con la mirada puesta en 2016 cuando podrían revisarse las políticas sobre estos fondos de cohesión. “El objetivo final es que la dotación específica para esta zona salga directamente de la Unión Europea, no del dinero que le dan a España”, porque con el reconocimiento actual lo que se establece es que se recojan partidas de fondos ya concedidos de programas Feder o Feader y se establezca un único instrumento de inversión.
La ITI concedida no ha respondido a la demanda de los empresarios ni tampoco a la otra petición formulada a Europa, la del profesor del Campus de Teruel Francisco Burillo, que bajo el nombre de Serranía Celtibérica pedía un tratamiento específico y diferencial para 12 provincias españolas de baja población: Burgos, Castellón, Cuenca, Guadalajara, La Rioja, Soria, Segovia, Teruel, Valencia y Zaragoza. Un territorio que, con una extensión de 63.098 km2 (el doble que Bélgica), tiene censada una población de 487.417 habitantes (veinte veces menos) y una densidad de 7,72 habitantes por km2.
En el Manifiesto del Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural reclaman discriminación positiva y que las autoridades europeas tomen “medidas efectivas, no paliativas” en materia económica, fiscal y de infraestructuras, y que anulen las “fronteras” educativas y sanitarias. Y que los fondos que destinan en materia de despoblación y envejecimiento “se inviertan de forma finalista en los territorios despoblados”.
Tampoco esta petición se ha visto satisfecha con la ITI, ni la propuesta del Gobierno de Aragón del PP, que optó a finales de la pasada legislatura por una denominada Sistema Ibérico que englobaba varias zonas de la Comunidad autónoma y que fue rechazada por el profesor Burillo. Escuder no cree que la fórmula adecuada para conseguir fondos sea la de la Serranía Celtibérica: “Primero hay que arrancar el proyecto y luego ir poco a poco, porque con tantas organizaciones es más difícil coordinar.”
Estas iniciativas han recibido respaldo de unos u otros partidos políticos que coinciden en reconocer la enfermedad pero tardan en hallar un diagnóstico.
El Senado abordó el problema de la despoblación, a iniciativa del PSOE, en una ponencia especial en la que a lo largo de todo un año desfilaron representantes políticos y sociales de entes locales. De este trabajo salieron 50 conclusiones y 15 recomendaciones para territorios con menos de 10 habitantes por kilómetro cuadrado, pero ahora falta dinero para aplicarlas.
Escuder recuerda que la despoblación es un problema hoy de varias provincias españolas, algunas ya enfermas de muerte por el envejecimiento de los pocos que quedan, pero vaticina que va a serlo a medio plazo de una parte de Europa y entonces quizá sea tarde para actuar.