Iscles vive. Una localidad de la Ribagorza despoblada desde 1971 vuelve a respirar vida gracias al impulso de la asociación que ha tomado su nombre y que ha impulsado una campaña de ‘crowdfunding’ para la construcción de una escuela taller en un antiguo pajar de piedra. La iniciativa expira este lunes y se ha superado con creces el mínimo establecido de 7.490 euros, con más de 10.000. Los donativos, de entre 10 y 5.000 euros, dan derecho en este último caso a que se ponga el nombre del mecenas a una calle del pueblo. Todo sea por devolver el esplendor a este rincón entre Aragón y Cataluña.
Se trata de un proyecto de bioconstrucción de carácter social destinado a ofrecer una doble función: el desarrollo de una escuela libre y el uso paralelo de esas instalaciones, especialmente en tiempo de vacaciones, como una sala multiusos dotada de una programación cultural que contribuiría a la autogestión económica comunitaria y a dar un impulso al desarrollo del proyecto. Un espacio destinado a impartir cursos o seminarios como cosmética natural, medicinas alternativas, oficios artesanos, yoga o qi gong, “transmitiendo conocimientos que acercan a otra manera de sentir y de habitar el planeta”, como señala la Asociación Iscles.
La población contaba en su día de algunas casas con varios edificios entre los que actualmente destaca por sus conservadas paredes la antigua iglesia con su campanar. Su último habitante se marchó, muy a su pesar, en 1971 y hasta hace seis años el lugar se encontraba abandonado, invadido por la maleza y en un estado absolutamente ruinoso. La Asociación Iscles, creada en 2012, tiene como postulados “la ilusión, la afinidad y el deseo de habitar un medio humano sostenible con una ética en las relaciones y el uso de la tierra, los recursos, los animales, las construcciones e infraestructuras. Todo ello acompañado de una perspectiva de consenso en las tomas de decisiones y con la estrecha colaboración en todos los ámbitos entre los miembros del grupo”.
Aunque sus miembros han de acarrear el agua desde una fuente potable que se ubica a 1,5 kilómetros y para llegar hay que cruzar una pista sin asfaltar desde el vecino Monesma y Cajigar, es necesario el uso de un vehículo todoterreno en cualquier época del año y exige continuas reparaciones por los desperfectos causados por lluvias, acumulación de barro o desplomes de piedras, el proyecto aspira a mejorar las condiciones generales de vida en Iscles. En la primera planta de la nueva edificación se situará el aula, en una única sala con pilar central, de 55 metros cuadrados y comunicada con un baño dotado de ducha con agua caliente y un sistema de váter seco.
El edificio escogido para albergar el centro es una antigua cuadra de caballerías, la cuadra de Casa Farrás, como es conocida en la zona. Se trata de un edificio de planta casi cuadrada, construido a partir de muros de carga de mampostería de piedra y un gran pilar central de siete metros de altura y también de piedra. El tejado, o lo que queda de él, se compone de vigas de roble en basto y un sistema de cubierta a partir de teja cerámica sobre roble. Sirvió para almacenar la paja y forrajes en el piso superior.
Después de unos 40 años de abandono, la cuadra ha perdido prácticamente la mitad de la cubierta, los muros han empezado a desmoronarse y la vegetación ha invadido alarmantemente algunas zonas. Todo esto, y medio metro de estiércol, le dan un aspecto más de ruina que de escuela. Pero gracias a la robustez de la construcción, de porte casi medieval, aún se pueden aprovechar casi la totalidad de los muros y recuperar el edificio tal como era con poco trabajo de albañilería.
La estrategia de la Asociación Iscles se basa en recuperar la forma exterior original del edificio usando materiales locales en su mayoría y aprovechando todos los elementos de la ruina que sea posible. La mano de obra, como en el resto de las reconstrucciones efectuadas en Iscles, la aportan los propios miembros de la entidad ayudados por voluntarios, amigos y familiares y con materiales de la zona y biomasa.
Con los 7.490 euros que se han alcanzado ya gracias a cerca de 80 cofinanciadores se consolidará el edificio y construirá el rejado, lo que asegurará su conservación para poder seguir en futuras fases. El objetivo es que esté a punto para el próximo curso. El colegio más cercano se encuentra a 25 kilómetros que se recorren en 50 minutos, cuatro horas de ruta diarias para los padres y un alto coste en combustible cada mes, además de un tiempo valioso que se pierde.
El equipo se compone de todos los miembros de la Asociación Iscles, que es asimismo un grupo multidisciplinario con más de seis años de experiencia construyendo con materiales naturales y de proximidad abarcando las áreas de construcción, arquitectura, ingeniería, arte, nutrición, pedagogía, salud o antropología.