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El gran problema del lindano “es la exposición continuada de la población”

Es uno de los casos de contaminación más graves de Europa. Y también uno de los más desconocidos. Veinticinco años después del cierre de Inquinosa, una fábrica de pesticidas en Sabiñánigo situada a apenas un kilómetro de distancia del río Gállego – afluente del Ebro-, el lindano que producía, arrojado en dos vertederos de la zona, penetró en el subsuelo y llegó al agua. Tras la filtración del tóxico al río, durante el verano pasado, el Gobierno de Aragón y la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se pusieron manos a la obra, lo que provocó la prohibición del uso del agua de boca en una decena de municipios de la cuenca y afectó hasta a medio centenar. Pero el gran problema del lindano “no se está abordando”, ya que los mayores peligros vienen por “la exposición continuada de la población a este tóxico”, según el director del grupo de investigación sobre contaminantes ambientales de la Universidad de Granada, Nicolás Olea.

“Es como si todos los mecanismos de análisis estuvieran dirigidos a encontrar resultados que no alarmen a nadie o directamente a no encontrar nada”, reconoce el investigador. Considera que las mediciones que la CHE realiza dos veces por semana en el agua no son suficientes, ya que habría que analizar el sustrato del suelo y los organismos vivos, del mismo modo que el Ejecutivo autonómico no ha puesto a funcionar los mecanismos necesarios para su eliminación, “cuando hay que reconocer que este es un problema de salud pública y no solo ambiental”. La clave, para Olea, está en suprimir o reducir al máximo la exposición de la población a este compuesto (gamma-HCH) y sus isómeros, de los que se calcula que hay 115.000 toneladas en la zona.

En 1989, el Gobierno de Aragón obligó al cese de la actividad de la fábrica, que comercializaba el insecticida agrario y como producto contra los parásitos, sarna y piojos. Aunque tardó cinco años más en clausurarse, finalmente fue el vertedero municipal de Sardas el que acogió los residuos junto a basura urbana. Más tarde pasaron al vertedero de Bailín, que tampoco contaba con las condiciones para acumular este tipo de productos.

El tóxico llegó hasta el río el verano pasado, cuando la DGA ordenó el traslado de los residuos de lindano de Bailín a una celda de confinamiento en este mismo vertedero, para iniciar así el proceso de descontaminación. “Mientras, los vecinos hemos estado durante años consumiendo agua, vegetales, hortalizas, pescados y carnes y respirando aire con olor a lindano”, explica Pilar, una de las vecinas de Sabiñánigo. Actualmente, la concentración de lindano en las aguas del río Gállego se ha reducido a la mitad en el embalse de La Peña, aunque según la CHE “seguimos ligeramente por encima del límite de potabilidad” para el componente, el alfa HCH.

Para el investigador en contaminantes, Nicolás Olea, lo que hay en esta localidad oscense es “un punto de pus que continuamente está liberando tóxicos”. El hecho de que por cada tonelada de lindano se produjeran nueve más de productos de síntesis añade un ingrediente más al capítulo de despropósitos en la gestión de la crisis del lindano. “Hemos sabido cuándo se han detectado niveles por encima de lo permitido en agua, pero no se está estudiando la toxicidad de estos otros 40 compuestos que lleva asociados y lo que puede provocar su combinación, ni tampoco cómo se están acumulando en las personas”, explica. 

Acumulación del tóxico en las personas

El lindano tiene la capacidad para almacenarse en los tejidos grasos de los seres vivos, donde puede permanecer decenas de años, lo que se conoce como bioacumulación. Este tipo de contaminantes se van depositando a lo largo de la cadena alimentaria. “Así, los peces que viven en un río contaminado con estas sustancias presentan concentraciones mucho más elevadas que las presentes en el agua, los animales que se alimentan de estos peces a su vez acumulan una mayor concentración y las personas, que estamos en la cima de la cadena alimentaria, vamos también acumulando estos contaminantes en nuestras grasas”, explica Dolores Romano, responsable del área de químicos de Ecologistas en Acción en España.

La normativa europea, que prohibió el lindano a finales de 2000, considera los tóxicos persistentes y bioacumulativos (PBT) sustancias sin nivel de exposición segura. “Entendemos que, con la posible excepción de algunos trabajadores, la población de Sabiñánigo y de sus alrededores y la población la cuenca del Gállego ha estado expuesta de forma continuada a bajas dosis de decenas de estas sustancias y por eso creemos que se debe vigilar”, argumenta Romano.

Un informe de la Agencia Aragonesa de Seguridad Alimentaria (AASA) sobre los riesgos de la exposición a lindano (gamma-HCH) en agua de consumo, señala que la toxicidad aguda a esta sustancia se produce a dosis de 10 mg/kg. Esto es, si un niño pesa 15 kg, necesitaría ingerir 150 mg para intoxicarse. “Pero los efectos crónicos son los que aparecen días, meses o años después de la exposición y, en general, tras una exposición continuada a dosis bajas”, señala Olea. El grupo de investigación encabezado por él mismo, referente internacional en el tema, ha estudiado los efectos sobre la salud humana del lindano y otros contaminantes organoclorados presentes en los residuos, en concreto su relación con cáncer de mama, malformaciones del tracto urogenital de niños expuestos en el útero materno y también con problemas de fertilidad masculinos.

Los efectos, incluidos en un informe de las Naciones Unidas, reflejan daños a hígado, sistema inmunológico, sobre la reproducción, efectos adversos en el desarrollo (crecimiento o reducción de niveles de testosterona) o genotoxicidad (daños en el ADN). Además, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado el alfa, beta y el gamma HCH como posibles cancerígenos para los seres humanos.

“La peligrosidad del lindano es muy grande si tenemos en cuenta que un litro puede contaminar hasta mil millones de agua para consumo humano”, señala Jesús Maestro, de Ecologistas en Acción en Aragón. Otro de los problemas que denuncian desde el colectivo es que, todavía hoy, “hay puntos contaminados que no se conocen, ya que la empresa hizo vertidos irregulares en los alrededores de la fábrica”.