¿Qué muestra la exposición “Miradas de Género y Salud de mujeres aragonesas”?
La exposición es producto de unos talleres de teatro y fotografía participativa. Esas dos técnicas son las herramientas que usamos para abordar el tema del género y la salud. Son unos talleres que hicimos durante el pasado curso, con más de 12 colectivos y más de 100 mujeres del territorio aragonés. Hicimos tres grupos mixtos: en Zaragoza, en Huesca y en Calamocha. Los grupos eran muy dispares; de hecho, algunas mujeres tuvieron allí su primer contacto con la fotografía. En un ambiente lúdico, sensorial y muy vivencial, despertamos las emociones para que surgiera la creatividad. ¿Qué hemos conseguido? Lo que vemos en la exposición: crear entre todas un proyecto artístico de calidad. Es un proyecto tejido entre todas y digo tejido porque las fotos van unidas con hilos, que simbolizan la solidaridad entre mujeres. Hemos creado tres obras, una por cada localidad. Las obras hablan de todo, de lo que ellas viven, algunas son más conceptuales, otras más documentales, otras nos llevan a su entorno, a su sentimiento...
¿También prestaban atención a la salud?
Sí, pero la salud entendida no como ausencia de enfermedad, sino con un concepto más global, que atiende a los cuidados, a los autocuidados, a la falta de tiempo, al cuidado a las personas dependientes... El enfoque se fija, por ejemplo, en que las mujeres toman el 75% de los psicofármacos a nivel mundial; es decir, la opresión y la mujer van unidos. También abordábamos el tema de la mujer y la discapacidad... Era un concepto global de salud.
¿Qué nos encontramos cuando nos fijamos en la salud de las mujeres con perspectiva de género? ¿A qué reflexiones llegaban en los talleres?
Uno de los términos determinantes de la salud es la inequidad de género. Hay muchísimo camino por recorrer. Ansiedad y depresión van unidos a las mujeres. Entonces, nosotros hacíamos juegos para saber en qué condiciones se encontraban las mujeres participantes. Aparecía mucho la soledad, los cuidados o cargas familiares... Es muy necesario hacer un enfoque de género y salud para avisar de estas desigualdades entre mujeres y hombres y hacer las intervenciones correspondientes. Luego, claro, en estos talleres, tanto de teatro como de fotografía, ellas encuentran un hueco, un espacio para ellas, para compartir entre mujeres... Ha estado fenomenal.
¿Cuesta adoptar esta perspectiva en este ámbito? ¿Se sorprendían las mujeres que participaban en los talleres de fotografía con lo que se iban encontrando?
Hay de todo, pero para ellas era como un bálsamo. Hemos tenido un montón de mujeres muy diferentes entre sí. En Huesca, teníamos un colectivo de mujeres de Cáritas que no sabían ni a qué venían, no habían tocado la fotografía en su vida. Había mujeres magrebíes, gitanas, africanas… para ellas, era su momento, nos servía para hablar. Quizá no entrábamos tanto en temas de estudiar a fotógrafas conocidas como en entrar en sus vidas. En Zaragoza, por el contrario, las mujeres participantes eran muy intelectuales. Las de Calamocha eran rurales, muy trabajadoras, muy comprometidas. Había de todo. Cada una lo vivía de una manera diferente.
¿Los talleres se hicieron antes de la pandemia?
Sí. Íbamos a inaugura la exposición el 19 de marzo, pero todo quedó paralizado por la pandemia. Llevábamos muy buen ritmo durante todo el curso. Íbamos a finalizar con la exposición y una representación teatral, pero todo quedó paralizado.
¿El COVID-19 también ha tenido efectos como consecuencia del género en las mujeres aragonesas?
Sí, totalmente. Todos tenemos cerca a personas mayores que están viviendo sus últimos años de vida y no saben lo que les espera por delante. Depresión, soledad... Si, además, estás enfermo, surgen muchos problemas.
¿Cree que una educación que tenga en cuenta la perspectiva de género debería extenderse más?
Es muy necesario. La exposición, por supuesto, es para todos los públicos, es educación para la ciudadanía, es educación para el desarrollo. Por medio de estas herramientas de teatro y fotografía participativa, hemos conseguido acceder a su mundo interno y ellas han trabajado sus propias historias de género y salud; las daban a conocer. Les damos visibilidad a estas mujeres y las empoderamos. El mensaje forma parte de un proceso honesto y sentido. También queríamos mostrar que es posible hacer comunidad a través del arte.
¿Qué tipo de historias de género y salud aparecían?
Hay más de 40 fotografías creadas por ellas, pero también hay fotografías de documentación de todo el proceso. Y, con cámaras Polaroid, hicimos auto retratos y retratos de cómo nos veían las compañeras. Por tanto, hay fotos más documentales, más conceptuales; algunas son muy directas, otras más evocadoras o poéticas. Hemos visto cuerpos afectados por la enfermedad, manos, miradas, el paso del tiempo, las labores domésticas... Vemos sus mundos.