Otra vez el macabro e indeseable ritual. Otra vez un hombre. Esta vez dos mujeres. Otra vez un llanto contenido y unánime que se transforma en gritos y aplausos. En rabia. Otra vez “¡ni una más!”, otra vez “¡ni una menos!”. Esta vez tenían 67 y 92 años. Otra vez –como hace menos de tres meses lo hicieran por Raquel– cientos de personas se han concentrado en la plaza de España de Zaragoza ahítas de indignación por una lacra que alcanza dimensiones colosales. Que avergüenza. Que sangra.
En la mente de todas y todos estaba Dolores, de 67 años, que esta mañana ha sido asesinada por su marido. También la madre (y primera víctima) del homicida, María, de 92, cuyo cadáver se halló horas después. Estaba Raquel. Estaban todas las que sufrieron y sufren a manos de bárbaros.
La cruel historia comenzaba en la mañana de este jueves, cuando, alrededor de las 8:00 horas, un vecino ha avisado al 112 alertando de que había un hombre malherido tirado en la calle (en el barrio de Casablanca) que, presumiblemente, se había precipitado desde la ventana.
Al acudir al lugar de los hechos, los efectivos policiales han accedido al domicilio del asesino y han descubierto el cadáver de su mujer con evidentes signos de violencia por arma blanca. La mujer, conocida en el barrio por haber ejercido como pediatra en el centro de salud, padecía una enfermedad degenerativa y no constaban denuncias previas.
Horas más tarde, la Policía Nacional encontró, también con evidentes signos de violencia, el cadáver de la madre del homicida en el domicilio de esta en Zaragoza.
“¡No morimos, nos matan!”
En la concentración, convocada por la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza, la pancarta mandaba ese mensaje repetido, el que siempre hay que volver a sacar: “No morimos, nos matan”. El comunicado se iniciaba con crudeza: “Todas hemos recibido una puñalada esta mañana”.
Ese asesino, dijo Paloma Lafuente –encargada de la lectura–, “había decidido por todas que debían morir. Porque hoy la violencia machista, que mata a más personas que cualquier terrorismo, ha asesinado a otras dos mujeres”.
“Queremos saber –continuó– cómo está el ese Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que ya nació raquítico”. La violencia machista, cuya cúspide está en los asesinatos, tiene muchas vertientes, apuntó, “la violencia económica, la patriarcal, la del cuidado de los hijos e hijas, la sexual… Hay que decir claro que los que sobran son los machistas y asesinos. Ellos son los que sobran aquí”.
Al final, gritos, aplausos y rabia. Mucha rabia.