Cada vez hay menos incendios, pero son más localizados y más virulentos

'Lo que el fuego devora en dos días, puede tardar cien años en recuperarse'. Es una de las primeras frases que salta en los buscadores en internet cuando se rastrea información sobre incendios forestales. Aragón va a cumplir un mes desde la puesta en marcha del Operativo de Prevención y Extinción de Incendios de Aragón (INFOAR) el día 15 de junio. En lo que va de año, la comunidad aragonesa acumula 863 hectáreas (605 eran superficie arbolada) devoradas por el fuego en 33 incendios y 121 conatos forestales registrados desde el día 1 de enero hasta el 7 de julio, día en el que se publicaba el último balance oficial de la Dirección General de Gestión Forestal del Gobierno de Aragón. En 2023 se produjeron en Aragón 333 incendios forestales entre el 1 de enero y el 30 de septiembre, con un total 1.469 hectáreas calcinadas. De ellos el 78% (261) fueron conatos.

Los incendios forestales arrasan cada año en España entre 100.000 y 120.000 hectáreas según el informe 'Incendios Forestales' del CSIC. Aunque las cifras “varían mucho año a año”, apunta el informe y lo confirmaba la directora general de Gestión Forestal en Aragón, Ana Oliván, quien subrayaba a finales de la anterior campaña que en 2023 hubo menos días en alerta naranja y roja por riesgo de incendios en Aragón, y también menos superficie, a pesar de ser el tercer verano más cálido desde 1961. Por el momento, este verano de 2024 está siendo menos intenso de lo que lo fue el arranque de 2023, cuando, la primera semana de julio ya se habían registrado 268 fuegos con más de 1.400 hectáreas afectadas.

La paradoja: menos incendios, pero más virulentos

Las investigaciones afirman que se está reduciendo el área total que se quema en el planeta, sin embargo, los fuegos considerados energéticamente extremos se han duplicado en las últimas dos décadas en frecuencia y magnitud. Además, afectan con mayor virulencia desde el año 2017 y especialmente a la región mediterránea, considerada “el punto más caliente” del planeta. Es la conclusión a la que llega un estudio de la Universidad de Tasmania (Australia), que ha analizado los datos recogidos durante dos décadas (desde 2003 hasta 2023) por el sensor MODIS de los satélites de la NASA Aqua y Terra. Los resultados de la investigación, publicados por la revista Nature Ecology & Evolution, confirman que los incendios extremos se producen sobre todo en dos biomasas claves: regiones con bosques templados, y boreales de coníferas, y que el aumento de esta clase de incendios extremadamente virulentos puede estar relacionado con el incremento de la aridez en las zonas forestales, una consecuencia directa del cambio climático.

El grupo de investigadores que ha llevado a cabo el informe presentado por la Universidad de Tasmania, señala que: Portugal, España, Grecia, Turquía y Argelia han sufrido “incendios extremos notables desde 2021”. La razón de la virulencia de los fuegos en el caso del Mediterráneo europeo/norte exponen que no solo se debe al cambio climático, sino también “al abandono rural, al emboscamiento activo (repoblación) y pasivo (invasión espontánea) y a la política de extinción sistemática de todos los incendios”. Lo explica en declaraciones al Science Media Center (SMC) Eduardo Rojas Briales, profesor de la Universitat Politècnica de València y presidente del sistema de certificación forestal PEFC-International. Además, aclara que el problema no está en que “haya más o menos fuegos en el mundo” sino que esos incendios se están “concentrando en algunas regiones y son cada vez más grandes e intensos”. En este sentido, Cristina Santín Nuño, investigadora Ramón y Cajal en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (CSIC-Universidad de Oviedo-Principado de Asturias) dice que los nuevos datos aportados por la investigación “corroboran lo que ya sabemos: cada vez nos enfrentamos a fuegos más extremos, grandes y peligrosos, muchos de los cuales están por encima de la capacidad de extinción”, observa en SMC.

Los fuegos también tienen identidad

No es lo mismo un incendio energéticamente extremo, que un megaincendio o un incendio de sexta generación, por eso los fuegos también tienen una clasificación. Algunos de los incendios que suceden tienen un bajo impacto e incluso pueden llegar a ser beneficiosos para mantener el equilibrio en la naturaleza. Son los menos. Sin embargo, los expertos se centran en los; megaincendios, fuegos que queman zonas de más 10.000 hectáreas y generan su propia meteorología; y en los incendios en función de su producción energética. Los fuegos que son energéticamente extremos “suelen causar enormes daños a los ecosistemas (cada vez les cuesta más recuperarse), a las sociedades y al clima”, expone el informe, que también apunta a que, además de ser los más virulentos, se han duplicado en los últimos 20 años.

Lo que más preocupa a los investigadores de estos fuegos es que, al calcinar enormes superficies en un espacio de tiempo corto y a una altísima intensidad, los dispositivos de extinción no están siempre preparados para abordarlos, así que “cada vez son más complicados de apagar”, explica Santín Nuño. Esto los convierte en monstruos altamente peligrosos que, muchas veces, “se terminan apagando cuando cambia el tiempo y/o cuando llegan a zonas en la que no hay más vegetación para quemar” apuntan los expertos.

Incendios en Aragón hasta la fecha

El primero de los incendios de este año en Aragón se registró el 14 de enero, con nivel de alerta verde, en la localidad de Libros. Se calcinaron ocho hectáreas y se desencadenó debido a una negligencia. Entre los meses de febrero y abril se calcinaron 19 hectáreas más en otros tres fuegos sucedidos en Mallén de manera intencionada, en Tauste por accidente y en Albalate del Arzobispo debido a una negligencia.

A principios de mayo tuvieron lugar dos siniestros de importantes dimensiones. El primero de ellos por accidente en la localidad de Lledó, que calcinó más de 57 hectáreas en alerta verde. Y el otro incendio, el más potente hasta el momento, se registraba en Batea, arrasó 392 hectáreas en alerta amarilla y sus causas todavía están sin determinar. En el mes de junio se desató un incendio en el término municipal de Ejea de los Caballeros, calcinando en alerta verde y por accidente más de 60 hectáreas el día 14. Dos semanas después, el 28 de junio, en alerta naranja y debido a una negligencia, se desencadenó un fuego en Velilla de Cinca que afectó a 30 hectáreas.

El día 3 de julio, en dos puntos opuestos de la geografía aragonesa se informaba de otros dos incendios, ambos en alerta amarilla. Uno de los fuegos se registró en la localidad cincovillesa de Biota, donde por accidente el fuego arrasó 150 hectáreas. El último incendio que refleja el balance oficial de la DGA es el de Mequinenza, también en alerta amarilla y por causas que se desconocen, que terminó calcinando 70 hectáreas.

En cuanto a la casuística de los incendios, lamentablemente, la intencionalidad humana sigue siendo la principal causa de estos fuegos, un 27,92% de los que se han registrado hasta el momento. Los descuidos humanos y las negligencias, son la siguiente causa en el desencadenamiento de un incendio en Aragón, el 26,62% de los casos. Menos del 14% de los fuegos que se han dado entre el 1 de enero y el 7 de julio de este año se han debido a causas naturales, y en aproximadamente un 12% de los casos se desconocen las causas. El resto de los incendios, un 19,5% han sido consecuencia de un accidente, según fuentes de la Dirección General de Gestión Forestal.

Un acuerdo para hacer frente al fuego

Los incendios forestales graves provocan pérdidas de vidas humanas, de animales y de vegetación, destruyen el hábitat de numerosas especies y causan cuantiosos daños económicos año tras año. Lo expone el estudio publicado por la revista Nature Ecology & Evolution, y lo confirman los datos expuestos.

En Aragón la dotación presupuestaria para la financiación del dispositivo de prevención y extinción de incendios forestales para el año 2024, asciende a 46.745.862,11 euros. El Operativo de Prevención y Extinción de Incendios de Aragón (INFOAR) está en su máxima activación desde el día 15 de junio y permanecerá así hasta el día 15 de septiembre, ambos incluidos. Este dispositivo permite activar de forma simultánea a un total de 625 efectivos de los más de 1.300 que globalmente participan en el operativo, afirman fuentes de la DGA.

Una de las iniciativas recientemente anunciada por el Gobierno de Aragón es el acuerdo alcanzado con otras tres administraciones públicas; la Generalitat Valenciana, la Diputación Provincial de Teruel y la Diputación Provincial de Castellón, con el objetivo de implementar la coordinación que “ya existe” entre Aragón y la Comunidad Valenciana para actuar con la mayor celeridad en la extinción de fuegos limítrofes, porque la sequía y los incendios “no entienden de territorios” apuntan estas administraciones.

España es el país que más presupuesto invierte en extinción de incendios por hectárea del mundo, aseguran desde Fondo Mundial para la Naturaleza -WWF-, y dispone de uno de los mejores sistemas de respuesta contra incendios. Sin embargo, esta organización señala la “necesidad de avanzar hacia un modelo preventivo” para hacer frente a estos incendios incontrolables. La propuesta de WWF pasa por la “aprobación por parte del Gobierno de España de una Estrategia Estatal de prevención integral de incendios forestales” que apueste por invertir en el medio rural (donde se registra el mayor porcentaje de incendios) y por la recuperación de paisajes mucho menos inflamables.