Despedida una trabajadora del Servicio de Atención a Domicilio tras comunicar a la empresa que estaba embarazada

Leticia Quintanal

Siero —
8 de diciembre de 2023 22:23 h

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Sheila Martínez es trabajadora social, vive en Langreo y, a sus 33 años, había conseguido el primer contrato indefinido de su vida laboral. Durante casi un mes y medio ejerció como coordinadora del Servicio de Atención a Domicilio (SAD) en el concejo asturiano de Siero, adjudicado por el Ayuntamiento a la empresa OHL Servicios-Ingesan, en junio de 2023. La contrataron el 9 de octubre y le comunicaron el “cese de la relación laboral” el 17 de noviembre, minutos después de que ella misma contara que estaba embarazada de cinco meses. La causa de despido que figura en esa carta es no haber superado el período de prueba, fijado en tres meses para los puestos de coordinación, que vencía el 9 de enero de 2024.

Mientras cuenta su experiencia no puede esconder la sorpresa que se llevó cuando aquel viernes por la mañana su responsable entró en la sala que compartía con otra compañera, pidió a esta compañera que abandonase la estancia, para quedarse a solas con Sheila, y le entregó la carta de despido.

“Si no estás conforme, firma no conforme, pero firma”, le dijo, tal y como explica la propia trabajadora. En ese momento decidió poner el asunto en conocimiento de la Confederación Nacional del Trabajo, el sindicato con el que tiene relación, ya que el comité de empresa aún no estaba constituido.

No hacía ni dos meses que la habían contratado, “estaba contenta, estaba muy contenta, siempre había ido encadenando contratos temporales y éste era mi primer contrato indefinido”, asegura Sheila quien destaca que, por una vez en la vida, había conseguido un buen trabajo en el que se sentía valorada porque así se lo habían hecho saber. Por eso, no logró entender qué era lo que había fallado ni cómo se puede pasar de recibir un mail del responsable de zona, felicitándola por su trabajo e implicación, a una carta de despido.

Sheila entró en OHL después de haber enviado su currículum, sin muchas expectativas, como ella misma reconoce, y haber pasado una entrevista personal. Había pasado el verano, junto a su pareja, trabajando en el refugio de montaña de Brañagallones, porque “quería probar la experiencia de vivir en un entorno natural”.

Inicialmente se incorporaba a la plantilla para reforzar el servicio, pero cuál sería su sorpresa cuando, durante la primera semana en su puesto de trabajo, una compañera se queda de baja y a ella le asignan su zona, es decir, debe ocuparse de apoyar la zona para la que la contrataron y encargarse también de la de la compañera que se acaba de quedar de baja. A la semana siguiente la empresa echa a las otras dos coordinadoras y Sheila Martín se queda sola con la persona encargada de las labores administrativas.

Sheila había recibido la felicitación del responsable de zona, que también fue sustituido, un correo electrónico que Sheila guarda con vistas al proceso que se iniciará si no se alcanza un acuerdo en el acto de conciliación

“En un trabajo de estas características”, explica, “las primeras semanas son importantes porque son los días en los que te tienes que hacer con el servicio, conocer a los usuarios, que en su mayoría son personas mayores y vulnerables, para poder prestarles la atención que cada una necesita”. Durante las más de dos semanas que estuvo sola se ocupó de los cuadrantes de los turnos de los 230 usuarios y de las más de 40 auxiliares; hizo guardias y gestionó urgencias; había conseguido dar de alta servicios por los que algunos usuarios llevaban semanas esperando. De hecho, el Ayuntamiento de Siero había sancionado a la empresa debido a las quejas recibidas por servicios solicitados que no se estaban prestando.

También durante esas dos semanas consigue organizar las vacaciones de 15 auxiliares del Servicio para las que aún no tenían fecha, y reorganizar servicios para liberar a las trabajadoras de la excesiva carga a la que estaban sometidas, con jornadas laborales de 38 horas y media, relata. Por todo ello, Sheila había recibido la felicitación del responsable de zona, que también fue sustituido, un correo electrónico que Sheila guarda con vistas al proceso que se iniciará si no se alcanza un acuerdo en el acto de conciliación que se celebrará el lunes 11 de diciembre.

El 2 de noviembre entró en el servicio de coordinación otra compañera y, por tanto, Sheila ya no estaba sola. “Todo iba bien, y a partir de ese momento, siendo dos personas, podríamos hacer más cosas”, asegura. De hecho, se sintió tan cómoda en su entorno laboral que decidió contar que estaba embarazada, un tema que pertenecía a su estricta intimidad, y del que por tanto no estaba obligada a informar, y que acabó costándole el puesto, tal y como ella considera.

“Despido nulo”

Alba García Torres, es profesora de Derecho Laboral en la Universidad de Oviedo y asesora de la CNT, no encuentra palabras para describir un comportamiento tan “recalcitrante” como el de OHL porque desde 2008, la protección de la maternidad está absolutamente blindada y “el despido de una mujer embarazada es objetivamente nulo”, asegura.

Y si esto no fuera suficiente, recuerda, en 2019 se modificó el art.14.2 del Estatuto de los Trabajadores, para blindar la situación de las trabajadoras embarazadas en períodos de prueba: “La resolución a instancia empresarial será nula en el caso de las trabajadoras por razón de embarazo, desde la fecha de inicio del embarazo hasta el comienzo del período de suspensión de la maternidad, salvo que concurran motivos no relacionados con el embarazo o maternidad”. “Por tanto, este desistimiento no tiene recorrido jurídico”, asegura, “al estar codificado en el propio Estatuto de los Trabajadores”, confirma. 

Exigirá a la empresa la nulidad del despido y readmisión de la trabajadora, el abono de los salarios pendientes y la indemnización por vulneración de derechos fundamentales

Según la lógica manifestada por esta profesora de Derecho, la empresa debería alcanzar un acuerdo con Sheila Martínez en el acto de conciliación y reincorporarla a la plantilla, que es lo único que pide, “pero su actitud denota que acabarán en juicio”, lamenta. De ser así, se exigirá a la empresa la nulidad del despido y readmisión de la trabajadora, el abono de los salarios pendientes y la indemnización por vulneración de derechos fundamentales, así como por las prestaciones que perderá, por ejemplo, la baja de maternidad, a la que no tendrá derecho, a pesar de que Sheila ya habrá dado a luz cuando finalice el juicio, por no estar trabajando ni recibiendo una prestación contributiva.

García Torres ha explicado que desde la CNT están a la espera de que el Ayuntamiento de Siero responda a las peticiones de reunión que le han trasladado, para darles a conocer la situación, bien al alcalde o a la concejala de Igualdad, al ser la Administración responsable de la licitación pública de este servicio. Preguntado al respecto, el Consistorio sierense ha declinado hacer declaraciones sobre este asunto.

“No ha superado el periodo de prueba”

Desde donde sí han querido dar su versión de esta historia es desde la empresa OHL Servicios-Ingesan quienes, a través de un comunicado, insisten en que la trabajadora se encontraba en período de prueba, por tanto, no se la ha despedido, sino que no ha superado dicho período al no cumplir con las expectativas profesionales para su puesto de trabajo.

Asimismo, aseguran que la decisión sobre la no continuidad de la trabajadora se había tomado con anterioridad a tener conocimiento de su embarazo, cuestión, remarcan, que la trabajadora no comunicó hasta el momento en que fue informada de la extinción de su contrato.

Por último, desde OHL Servicios niegan que el embarazo de Sheila Martínez influyese en la decisión empresarial y destacan que la empresa tiene un Plan de Igualdad aprobado por los sindicatos, entre cuyas medidas se incluye la difusión de protocolos de protección de embarazo y lactancia.

Flagrante vulneración de derechos

Para la Fundación Mujeres este tipo de situaciones suponen una discriminación directa contra las mujeres y una flagrante vulneración de sus derechos. La pérdida de un trabajo por el simple hecho de quedarse embarazada es una forma más de violencia ejercida contra las mujeres, “un castigo que recibimos por el simple hecho de ser mujeres, que nos expulsa del mercado laboral”.

La pérdida de un trabajo por el simple hecho de quedarse embarazada es una forma más de violencia ejercida contra las mujeres, un castigo que recibimos

Así de tajante se manifiesta Mónica Fernández Rivera, coordinadora de la Fundación Mujeres en Asturias. A su juicio la maternidad sigue penalizando a las mujeres en el mercado laboral porque “el patriarcado continúa pesando, y mucho”, asegura que es imposible entender la actitud de las empresas, cuando la baja maternal es asumida por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INS).

García asegura que este tipo de situaciones son más comunes de lo que pensamos, de hecho nos remite a ‘Las Invisibles’, una encuesta realizada en 2020 por el Club Malasmadres, donde se destapó que una de cada cinco mujeres perdió su trabajo, ese año, tras quedarse embarazada. Aplaude la decisión de Sheila, “tristemente no es lo habitual”, lamenta, ya que en la mayoría de las ocasiones las mujeres no tienen capacidad para denunciar y, finalmente, se van a su casa sin que los sucedido trascienda del entorno de trabajadora y empresa.

Mónica Fernández tiene claro que, en tanto en cuanto las empresas no se sensibilicen y funcionen de una vez con perspectiva de género, hay que permanecer vigilantes. Por un lado, las administraciones tienen la obligación de proteger y blindar a las mujeres para que lo que le ha pasado a Sheila no vuelva a suceder.

Es imprescindible que se supervisen las licitaciones, el trabajo que realizan las empresas adjudicatarias, pero también que se legisle para evitar, por ejemplo, que en las empresas haya períodos de prueba tan largos, “¿alguien cree que hacen falta tres meses para saber cómo trabaja una persona?”, puntualiza.

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